El crecimiento uruguayoEl crecimiento uruguayo: el rol de las importaciones que se incrementa y el desafío de crecer mejor

si algo necesita la economía uruguaya es seguir abriendo su economía, respetar las señales de precios y que los recursos y factores de las empresas y la capacitación de sus recursos humanos puedan seguir las señales de esos precios.La pasada semana conocimos los datos de cuentas nacionales,la economía creció 3,4% en el Q1-25, dentro de lo esperado y ya anunciado por el propio Banco Central en su Informe de Política Monetaria.

Más allá del dato puntual, veremos alguna reflexión sobre cómo ha sido el proceso de crecimiento económico uruguayo de los últimos años, entendiendo que el sector externo es clave para la determinación de la estructura productiva que en definitiva, es la que va a ayudar a cimentar el ritmo de crecimiento de la economía uruguaya.

¿Una economía con menos producción relativa y más sofisticada?
Más allá de la coyuntura del primer trimestre, resulta ilustrativo utilizar nuestro habitual análisis del marco contable de Oferta y Demanda Agregada para poder entender algunas condiciones, quizás estructurales, de la economía uruguaya.

Recordemos que la Oferta Agregada (la disponibilidad de bienes y servicios para ser demandados) es provista tanto por producción local (PIB) como por importaciones. Tengamos en cuenta que en Uruguay la oferta de bienes y servicios tiene un share de bienes locales-importados de 4x1, tal como se puede ver en el gráfico 1, que da cuenta que cerca de US$ 100.000 millones que se ofrecieron de bienes y servicios en el año móvil cerrado en el Q1-25 en la economía uruguaya, aproximadamente 80.000 se produjeron localmente y 20.000 se importaron.

Pasemos entonces a analizar cual ha sido la forma en como ha evolucionado esa Oferta Agregada (OA). Detengamos en el gráfico 2, que da cuenta de las incidencias del crecimiento del PIB e importaciones en la OA, normalizadas sobre el 100%.

Si bien en 2020 el peso del PIB dentro del abastecimiento total de la economía cayó (la contrapartida lógica es la suba de la ponderación de las importaciones) y aquello podríamos asumirlo como un shock transitorio, esto ha persistido en el tiempo y se consolidó a partir de 2021-22. La participación del PIB —en el crecimiento de la OA— ha caído de un promedio de 82% a menos de 78%, mientras las importaciones aumentaron su participación de 18% a más de 22%.

El grafico 3, si bien es necesario verlo con cuidado debido a que al contener dos ejes (por un sentido de eficiencia para reflejar las caídas y subas), no debe poner en cuestión la importante participación de la producción local y lo menor de las importaciones, y sí nos debe llevar a reflexionar que estos pequeños cambios porcentuales, cuando, por ejemplo, los expresamos en millones dólares corrientes, tienen un importante valor.

Esta transformación, visible pero quizás algo silenciosa, sugiere que una parte creciente de la demanda interna se está satisfaciendo con producción externa y tratar de entender sus causas es un gran desafío: ¿rigideces de la producción local?, ¿tipo de cambio real apreciado?

Cuando pasamos a la Demanda Agregada (DA), aquella producción local e importaciones se usan para los siguientes fines: Consumo Privado, Consumo del Gobierno y otras instituciones, Inversión y Exportaciones, que tal como se ve en el gráfico 3 llevan a que el Consumo Privado represente el 50% de la DA.

Cuando pasamos a la evolución de las incidencias, normalizadas en 100%, el reordenamiento de los motores verifica una reducción de la participación del Consumo Privado, que representaba en promedio un 52% de la DA entre 2017 y 2020 y se redujo a niveles de 48–49% en los últimos trimestres. Así da cuenta el gráfico 4 (a). ¿Cómo se ocupó este terreno? El gráfico 4(b) muestra que, si bien en un primer momento parecería que la Inversión colaboró en algo a ocupar esa brecha, han sido las Exportaciones las que lo hicieron: las ventas externas de bienes y servicios aumentaron su participación de 22% a más de 25%. Estas fluctuaciones, entendemos, responden a los fundamentos, que más bien están básicamente vinculados, muchas veces, a factores muchas veces coyunturales y/o cíclicos.

Sin embargo, que tanto las exportaciones como las importaciones hayan ganado participación dentro del flujo económico es, a primera vista, un rasgo atípico en un contexto de apreciación cambiaria. Al mirar más de cerca, se trata de un fenómeno que puede leerse con cierta coherencia: desde ya que el abaratamiento relativo de las compras externas favorece el ingreso de bienes importados, mientras que el dinamismo exportador se sostiene, en parte, por factores de precios, normalización agrícola y una inserción creciente en sectores menos sensibles al tipo de cambio. Por ejemplo, reparemos asimismo en un fenómeno que también ha sido una revolución silenciosa, la de los servicios globales: como indica el gráfico 5, las exportaciones de este tipo de servicios representaban en 2017 un 15% del total de las exportaciones de bienes y servicios, mientras que en 2024 representan 4 puntos porcentuales más, un 19%. Al cierre de 2024 las exportaciones de servicios globales totalizaban un monto de US$ 3.800 millones, aproximadamente.

 Ante una economía “más abierta” cuya demanda se satisface relativamente más con importaciones, y que relativamente reperfila sus exportaciones, es que reacciona su estructura productiva con sectores de actividad que son muy heterogéneos en cuanto a niveles de productividad y fuerza de trabajo muy heterogénea en cuanto a su nivel de capacitación. Y estas son las claves para el debate del crecimiento, dado que si algo necesita la economía uruguaya es seguir abriendo su economía, respetar las señales de precios y que los recursos y factores de las empresas y la capacitación de sus recursos humanos puedan seguir las señales de esos precios.

El desafío del crecimiento
Por eso, el desafío del crecimiento no puede desligarse del perfil productivo de la economía. Una economía más abierta, que responde crecientemente a señales externas y en la que las importaciones ganan participación relativa en el abastecimiento, necesita tener también una estructura productiva más ágil, sofisticada y capaz de sostener esa apertura en el tiempo. No se trata solo de crecer más, sino de crecer mejor.

En este sentido, el perfil importador-exportador actúa como espejo de las capacidades productivas del país. Los principales rubros de exportación de Uruguay se pueden clasificar de acuerdo a un índice de Complejidad elaborado por el Atlas de Complejidad Económica de Harvard (PCI por su acrónimo en inglés) que mide la complejidad del conocimiento productivo necesario para fabricar un producto específico.

En Uruguay coexisten sectores de alta sofisticación —como los servicios globales o la industria farmacéutica— con otros de menor complejidad relativa. Pero es importante evitar una lectura determinista: que un sector tenga hoy un indicador de complejidad bajo no implica que esté condenado a permanecer allí. Muchas de estas actividades pueden evolucionar hacia cadenas de valor más complejas, con más conocimiento incorporado, tecnología y servicios asociados. El desarrollo económico, en definitiva, no requiere sustituir unos sectores por otros, sino facilitar transiciones productivas que permitan que más sectores “salten” a vecindades tecnológicas más dinámicas.

El verdadero desafío del crecimiento es ese: crear las condiciones para que las capacidades productivas, organizacionales y humanas acompañen el ritmo de apertura, aprovechen los espacios de especialización y diversificación, para generen valor agregado. Así vendrá un mayor y mejor ritmo de crecimiento económico, sin dejar de respetar las señales de precios como mecanismo principal de asignación de recursos.

- Economista Ramón Pampín, Manager en PwC

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 16 Junio 2025