alejandro rubialInvertir en infraestructura

A lo largo de los siglos, desde los tiempos romanos, y antes inclusive, la construcción fue utilizada para crear empleos en momentos complicados de la historia.Ya sea en las post guerras o después de graves crisis financieras, la salida más rápida a la falta de trabajo fue reactivar los planes de obras públicas y de promoción de inversiones en infraestructura.

Esta industria tiene la particularidad de generar empleos directos a través de una gama muy variada de oficios, e indirectos por derrame, a través de los encadenamientos que tiene con otras industrias.

Algunos ejemplos de obras intensivas en el uso de mano de obra pueden ser las de arquitectura, saneamientos urbanos, instalaciones industriales, redes urbanas (cañerías, cableados), puentes, viaductos, ferrovías, etc.

¿Pero es realmente este el argumento principal para destinar recursos a las obras de infraestructura?

Yo diría que no y diría más; muchos gobernantes ven esos efectos positivos en el empleo como algo muy positivo (que sin duda lo es), pero caen en la tentación de verlo como un fin en sí mismo, y esto les impide ver el fondo de la cuestión y los verdaderos fundamentos para invertir.

No se trata de destinar recursos financieros públicos, que son escasos siempre, a cualquier tipo de obra o proyecto sin un retorno claro. Menos, diseñar planes “solidarios” que no solo no resuelven el problema de acceder a un empleo digno y sustentable, si no que le sacan una oportunidad al sector privado (la mayoría Pymes), que pueden cubrir esa función con empleos sustentables y una mejor distribución y uso eficiente de los recursos.

El principal argumento para invertir en infraestructura, y de forma sostenida, es la incidencia directa que tienen las infraestructuras en el salto de productividad de los países y su impacto sobre las sociedades; y asociado a ello, los desafíos que la humanidad tiene por delante.

Pero profundicemos en los fundamentos del mañana y los desafíos del mediano y largo plazo, y como éstos nos marcan la agenda de las inversiones en infraestructura.

1). Crecimiento de las urbanizaciones, tendencia irreversible mundial.

En el 2050, el 68% de la población mundial vivirá en urbanizaciones (en 2019 ya vivía el 55%) y habrá en el mundo 43 ciudades con más de diez millones de habitantes.

Esto nos demandará más inversión en infraestructuras urbanas, calles, viaductos, túneles, redes de agua, puertos, aeropuertos, fibra óptica, 5G y sin duda un cambio radical de nuestro sistema de movilidad: trenes suburbanos, tranvías, ciclovías.

2). Cambio Climático y manejo de los recursos,

No precisamos abundar en las razones de este punto, lo vivimos en nuestro día a día y cada vez nos sorprendemos más con el impacto creciente que este fenómeno tiene en nuestras vidas.

Las necesidades de inversión serían:

Nuevas fuentes de energía: eólica, solar, nuclear, hidrógeno, hidráulica. Por suerte en nuestro país ya conocemos de la importancia de contar con energía limpia. Queda mucho por hacer para no perder pisada. Es muy probable que después del conflicto de Ucrania-Rusia, el mundo desarrollado mire con otros ojos el tema energético y las fuentes alternativas, donde claramente la energía nuclear pasa a ser una alternativa más que válida, al igual que el LNG (gas natural licuado) transportado por barcos.

Hay que renovar las redes de agua y electricidad, aumentando en forma drástica la eficiencia de las instalaciones. Hoy se pierde mucho por no invertir lo necesario en las redes y eso lo pagamos muy caro desperdiciando recursos. En definitiva, se trata de reducir pérdidas y aumentar la eficiencia con tecnología e inversión.

Se debe invertir también en nuevas infraestructuras más ecológicas. Esto se debe encarar desde la planificación de las ciudades y la elección de las soluciones para la construcción de ciudades más verdes y amigables con el Medio Ambiente. Por ejemplo, ir hacia un cambio de la matriz energética en el transporte colectivo y de carga. Esto es inevitable y se deberán evaluar distintas fuentes, como el hidrógeno y la electricidad.

3). Revolución Digital. “Smart Cities, Smart infrastructure, and Internet of things”

Todos convivimos con este fenómeno que no tiene límites y que nos impulsa a adaptar nuestras infraestructuras al mundo digital.

Estos tres conceptos engloban una cantidad enorme de transformaciones que redundan en una mejora de eficiencia y reducción de costos operativos.

Por citar algunos ejemplos, sistemas BIM que nos permiten reducir los errores humanos, software de gestión de grandes proyectos para gerenciar los mismos, mejora de la seguridad a través de sistemas que llegan hasta el uso de la robótica aplicada a la protección de los obreros (cascos y guantes conectados a través de un software, realidad virtual, drones) y optimización de costos con las impresoras 3D.

Estos fundamentos son universales y aplican en distinta medida a todas las regiones del mundo.

Si hacemos foco en nuestro país, vemos una oportunidad única para leer bien estos fundamentos, hacerlos carne y diseñar los planes de inversión de los próximos 30 años.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 03 Abril 2022