Buena cosecha
Juan Oribe Stemmer
Quizás no sea el mejor momento, estamos en período electoral, para señalar que el desarrollo económico de nuestro país es el resultado de políticas de largo plazo que abarcan varios períodos de gobierno y que, a veces, toman décadas para producir sus frutos.
Aquí adquiere importancia fundamental la distinción entre los políticos, cuyo horizonte intelectual y expectativas se concentran en la próxima elección, y los estadistas cuyos tiempos políticos se miden en generaciones. Esta perspectiva tiene un corolario: la humildad de reconocer que el desarrollo es un proceso sedimentario donde cada generación construye sobre lo heredado y aporta algo para quienes vienen después. También pone énfasis en la importancia de la continuidad y la sabiduría de saber resistir la tentación de los cambios de política al golpe de cada sucesivo gobierno.
En nuestro país no faltan ejemplos de los beneficios que derivan de las políticas de largo plazo. Una de ellas es el fomento de la industria forestal. La Ley Forestal, aprobada en diciembre de 1987, declaró de interés nacional la “defensa, el mejoramiento, la ampliación, la creación de los recursos forestales, el desarrollo de las industrias forestales y, en general, la industria forestal”. La clave del desarrollo del sector ha sido su capacidad de integrarse en los mercados globales. De los troncos se pasó a los chips y de éstos a la celulosa producida en las formidables plantas actuales.
Otro ejemplo es la Ley de Puertos.
A probada en 1992, la Ley modificó la esencia del modelo de administración y operación del Puerto de Montevideo que se había cristalizado en 1916. El principio básico de la Ley es que “La prestación de servicios portuarios eficientes y competitivos constituye un objetivo prioritario para el desarrollo del país”.
La Ley estableció un sistema que combina la acción del Estado con la inversión e iniciativa del sector privado que ha funcionado muy bien.
El desarrollo de la infraestructura del Puerto de Montevideo, y de las tecnologías instaladas para su operación eficiente, ha sido notable.
La iniciativa privada ha aportado, entre otros, la Terminal Cuenca del Plata, especializada en el manejo de contenedores, las dos facilidades para el manejo de gráneles de TGM (la primera comenzó a funcionar el 2016 y la segunda el año pasado), y la Terminal Especializada en el Acopio y Embarque de Celulosa (2022) complementaria de la planta de UPM (a la cual debemos agregar el enlace ferroviario). El Estado, por su parte, construyó el Muelle C (en dos etapas), el acceso de la Rambla Portuaria y, ahora, el Muelle Pesquero de Capurro. A ello se suma la responsabilidad fundamental de la ANP del dragado del Puerto y el Canal de Acceso.
Hoy, la producción forestal representa en torno del 3 % del PIB de nuestro país y las exportaciones de madera, celulosa y papel, ascienden a una quinta parte del valor total de las exportaciones.
Algo similar sucede con el Puerto de Montevideo En 1992 el Puerto movió 91.382 teu. El año pasado movió 1.125.754 teu de los cuales el 63,4 % consistió en contenedores en tránsito o, principalmente, transbordo. El puerto sirve no solamente al comercio marítimo uruguayo sino también exporta servicios al resto de la región. Para ello compite con fuerza con los principales puertos de la región.