Un día triste para el Uruguay
la opinión de Ricardo Peirano
El pasado martes 12 fue un día triste para Uruguay y no precisamente porque la selección de Bielsa fuera derrotada ajustadamente en la altura de Quito. Ese día en ANCAP se abrió la licitación internacional convocada para buscar un socio privado en el negocio de la producción, comercialización y distribución de portland.
Y de esa manera cerrar una sangría de más de 20 años que ha generado pérdidas por US$ 800 millones, y que proyecta US$ 23 millones de pérdidas para el ejercicio 2023. Huelgan las palabras.
Pero la licitación fue declarada desierta ya que no hubo ofertas. Nadie consideró que fuera buen asociarse con ANCAP para invertir y revertir pérdidas de la División Portland. Tan duro fue el golpe que el presidente de ANCAP, Ing. Alejandro Stipanicic, declaró que era “un día triste para ANCAP y un resultado grave para el país”. y concluyó “perdimos la oportunidad de resolver un problema endémico”.
Pero, dada la manifiesta oposición sindical a la incorporación de un privado en la operación, la ausencia de interés debe encender una gran luz roja. No solo porque no se puede resolver “un problema endémico” sino porque los inversores privados comienzan a percibir que no es “oro todo lo que reluce” cuando se habla de Uruguay como país de certezas jurídicas e institucionales. Por debajo de ese país que cumple sus contratos y honra sus obligaciones ha crecido una falta de certezas vienen por el lado de acciones sindicales que van por fuera de la ley, ya sea la bomba de humo en OSE como los paros en todas las divisiones productivas de ANCAP. Ya la planta de UPM 2 se realizó con un contrato especial de salvaguardas laborales. Los finlandeses no estaban dispuestos a entrar en el régimen de ocupaciones y piquetes que, por suerte, se declararon ilegales recién con la LUC.
Ahora no son ocupaciones o piquetes sino intromisión de los sindicatos en la conducción de la empresa, sobre todo los poderosos sindicatos de empresas públicas que gozan de monopolios. Desde el exterior ya hay muchas empresas que piensan dos veces antes de invertir si la incertidumbre de la acción sindical es tan grande. Al sindicato de OSE le puede parecer un juego colocar una bomba de humo en la sede de la empresa cuando se reúne el directorio para abrir los sobres de una licitación. Pero ese “juego” que supuestamente no dañó a nadie, enseguida se conoce en el exterior, “daña la imagen del país” y llama a la reflexión a los inversores.
En el caso del Portland, la licitación quedó desierta por razones varias. Primero, hay que entrar en un negocio que pierde dinero, invertir y crecer en un mercado regional muy competitivo. Segundo, había una cláusula a favor de Loma Negra, cementera argentina, para permitirle igualar la oferta. Esa cláusula venía desde 1998 pero fue renovada en 2008 hasta 2028 . Y en tercer lugar, la férrea oposición del sindicato de ANCAP asustó a uno de los potenciales inversores. Si además de los riesgos propios de negocio, hay que luchar de entrada con una oposición ideológica por parte del sindicato la verdad es que la propuesta no resulta muy atractiva. Y así fue.
Lo grave es que ahora la situación es peor que el lunes 11. Hasta el martes había esperanza de un inversor y una apuesta al crecimiento. Ahora se constata que no lo hay, que la división Portland no tiene atractivo y que la P de ANCAP corre riesgo de desaparecer.
Después de la licitación desierta ANCAP tiene que tomar medidas drásticas para disminuir una pérdida que pagamos todos los uruguayos en un costo de construcción de obra civil más alto (Stipanicic lo estimó en 100 millones de dólares anuales). Ya no podemos hacernos más trampas al solitario aunque, vistas las reacciones de varios actores sociales y políticos, parecería que seguir sin hacer olas es lo que muchos aspiran y que “papá estado” siga cubriendo las pérdidas con cargo a no se sabe qué rubro.
En cualquier actividad privada, los accionistas habrían cerrado la operación hace tiempo, máxime cuando la competencia funciona muy bien y hace buenas ganancias.
Desde el sindicato de ANCAP y desde el PIT-CNT se reconoce que hay una “lucha y resistencia para mantener la industria cementera en la órbita estatal”. Pueden hacerlo si quieren pero a todas luces no es para nada esencial que el estado provea cemento a pérdida. Más bien es contraproducente.
Los gremios ven en esta licitación y en otras semejantes una nueva forma de privatización. Más sutil que antes pero igualmente dañosa. De ahí que estén desarrollando una batalla ideológica y no tengan en cuenta los números, las pérdidas y las realidades. Pasó en OSE, pasa hoy en ANCAP y pronto se atacará a ANTEL y a UTE. Hay que mantener, para ellos, dentro del estado todo lo que ya está. Y habrá que ver si puede añadirse algo más a la órbita estatal o recuperar incluso aquello que en los años de gobierno frenteamplista se extendió al ámbito privado como, por ejemplo, la generación de energía eléctrica por privados, algo que ha permitido diversificar nuestra matriz energética y hacerla mucho más amigable con el medio ambiente. Todo esto sin olvidar el disparatado plebiscito de reforma constitucional para eliminar las AFAP (de las cuales la mayor es de propiedad pública) en que se ha embarcado el PIT-CNT.
Así las cosas, el martes fue un día triste no solo para ANCAP sino especialmente para el Uruguay. Ya se va viendo que no somos “la niña bonita” de América Latina. Es preciso que ANCAP avance en la reducción de pérdidas en su división Portland, aún a riesgo de perder su P. Es preciso que en las empresas públicas ingrese el criterio de la racionalidad, aunque ello suponga hacer cosas que no son agradables a los ojos de intereses sectoriales. Es preciso pensar en la totalidad de los accionistas de las empresas, que somos todos los uruguayos.
Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 16 Setiembre 2023