“Seguimos padeciendo el flagelo del atraso cambiario, pero hay condiciones para tratar de revertirlo”
Carlos María Uriarte, exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca
El problema del atraso cambiario está perjudicando fuertemente al sector agropecuario, sobre todo al sumarse a otras complicaciones como la sequía y la caída de los precios. Este año ha sido muy complejo para el agro y los efectos de la crisis hídrica todavía continúan.
Sin embargo, para el exministro y productor Carlos María Uriarte, las expectativas a futuro son auspiciosas. Entrevistado por La Mañana, el ingeniero agrónomo conversó sobre los desafíos que enfrenta el rubro y manifestó su preocupación por la concentración de frigoríficos.
¿Qué visión tiene de la situación actual del sector agropecuario?
El sector agropecuario viene de un año muy difícil a consecuencia de la sequía y la caída de precios de los productos en comparación con el año pasado. El efecto climático fue muy fuerte –aunque con diferencias en todo el país– y condicionó los rendimientos de lo que terminó siendo una de las peores zafras agrícolas desde que se llevan registros de los cultivos de verano de secano, sobre todo de la soja. Lo mismo se ha reflejado en la ganadería en cuanto a producción, más que nada por el número de animales faenados. En la leche el efecto no fue tan fuerte porque se suplieron esas deficiencias de pasturas con ración, pero a un costo mucho más alto, por lo que en el sector lácteo el impacto de la caída de precios fue superior que en los otros rubros. Ha sido un año difícil y aún no se ha salido de los efectos de la sequía, si bien ha llovido. El invierno, las heladas, los fríos retrasan la recuperación de la base forrajera, y la expectativa es empezar a trabajar más tranquilos con el anuncio de la primavera lluviosa. Es un año desafiante, ha habido pérdida de productividad, pero no se puede hablar de catástrofe.
¿Qué impacto ha tenido el atraso cambiario en la competitividad en el sector?
El atraso cambiario es una herramienta que se viene aplicando hace muchos años por parte de los diferentes gobiernos para tener una moneda americana débil, cosa de que se puedan manejar mejor las obligaciones que el propio gobierno tiene, y a la vez transferir recursos de una parte de la sociedad, que básicamente comprende al sector exportador y al turístico, a otra, como instrumento para controlar la inflación. Este gobierno ha logrado los objetivos que justificaban el uso del atraso cambiario como una estrategia de la política monetaria, ha logrado controlar la inflación, está bajando la tasa de interés, por eso entendemos que se están dando las condiciones para tratar de revertir el rezago cambiario. Todavía seguimos padeciendo este flagelo, y cuando se juntan problemas climáticos con caída de precios, se hace más pesada la carga.
¿Preocupa el problema generado por los ataques de jaurías a ovinos?
Preocupa muchísimo porque es una de las razones por las cuales muchos productores deciden no criar más ovinos cuando tienen la desgracia de sufrir un ataque de perros. Pienso que se trata de un tema cultural porque por un lado no sabemos cuidar a los perros, no nos hacemos responsables, y por otro lado exacerbamos la preocupación por el cuidado de los mismos, sin tomar la responsabilidad, entonces nos quedamos con una población que hoy se estima en 1.800.000 perros que no se ha logrado controlar. Si bien la política de castración y de promoción de asilos para los perros que no tienen responsables se va implementando, es lenta y nos va a llevar muchos años.
¿Cómo evalúa la concentración de frigoríficos que se está viendo y qué implicaciones podría tener en la economía?
La concentración no es un tema nuevo en la cadena cárnica y también existe en otros rubros agropecuarios, por ejemplo, la cebada, que está en manos de multinacionales principalmente brasileras, o la leche, que casi el 90% está en manos de Conaprole. En este caso particular habría que remontarse a inicios de la industria frigorífica nacional para ver una acumulación de demanda tan grande y eso es lo que preocupa. ¿Qué va a pasar cuando un actor tan importante domine tanto mercado en una cadena que hoy es la más relevante para el país?
¿El marco legal es el correcto en este sentido?
Hay un marco legal que obliga antes de cerrar el negocio a esperar la opinión de la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía, que hace dos semanas se expidió con respecto a la compra por parte de Minerva del frigorífico BPU, y lo que llama la atención es que uno de los argumentos por los cuales se aprobó era la existencia de dos pares en la cadena de similar fuerza negociadora del orden del 20% de la faena, que eran Marfrig y la propia Minerva. Al darse esta venta, esa razón perdería sentido y dejaría de ser un argumento válido para la aprobación que se acaba de hacer.
Es claro que el objetivo del gobierno es salvaguardar los intereses del país, de la cadena, de los productores. Es muy importante para el país contar con empresas como Minerva que es uno de los principales actores del comercio internacional de la carne y deberíamos buscar una sinergia como se ha hecho hasta ahora, con mecanismos de protección para poder trabajar juntos. Hay que estar preocupados y alerta, esperamos que prime el interés general del país, ante todo.
¿Qué opina sobre el papel del gremialismo rural en el desarrollo y la representación de los productores agropecuarios en Uruguay?
Es sumamente importante que los productores tengan una representación para poder expresarse, dialogar y colaborar con el gobierno en la búsqueda de los mejores caminos para el país. Es fundamental contar con las gremiales.
Usted tiene su establecimiento en Cerro Largo. ¿La zona se ha transformado con la llegada de la forestación?
El noreste del país es una de las zonas en las cuales la forestación ha llegado muy débilmente, estamos afuera del círculo de influencia de UPM, pero se va a instalar un aserradero en Melo el año que viene. Hay un potencial enorme de desarrollo de la forestación, fundamentalmente orientado al silvopastoreo y a la madera aserrable. Nosotros también trabajamos en Río Negro, donde ocurrió lo contrario, se aceleró mucho y se plantaron tierras que no se deberían haber plantado. Al principio fue peor y ahora estamos buscando un equilibrio entre los diferentes rubros que permita que haya lugar para todos. Hay necesidad de trabajar en abrigo y sombra para la ganadería.
Usted ha contado que había votado al Partido Nacional, pero en la última elección trabajó para Ciudadanos. ¿En qué situación está hoy?
Yo sigo a la orden para servir a la patria. Eso fue lo que me llevó a trabajar en Ciudadanos con Ernesto Talvi. Todavía no he decidido bien qué voy a hacer, pero en la medida en que pueda trabajar en un ámbito similar al que me ofreció Ciudadanos, lo haría. Yo vengo de cuna blanca, pero nunca milité. Lo hice con Ciudadanos y fue un honor trabajar en el Partido Colorado. Las diferencias entre los partidos tradicionales hoy prácticamente no existen, hay diferentes estructuras políticas con compromisos distintos, pero en el país hay dos posiciones que son claramente distintas: la coalición de gobierno y la oposición; ambos tienen principios y valores muy respetables, yo discrepo con los de la oposición y estoy totalmente de acuerdo con los de la coalición y pretendo defenderlos.
¿Qué perspectivas tiene para el futuro del agro en Uruguay?
Yo soy muy optimista, el agro aún tiene mucho por darle al país. Hace unos años, ¿quién iba a pensar que íbamos a tener un país con forestación, plantas de celulosa, el desarrollo que la agricultura ha tenido en los últimos tiempos? Existen vastas zonas donde la agricultura y la forestación todavía no han llegado, donde hay cosas tan importantes como el riego, la sombra, el abrigo, que están empezando a desarrollarse. En un mundo cada vez más celoso de velar por el medioambiente, por el bienestar animal, tenemos mucho para ofrecerle.