Nicolás Lussich8OPINIÓN-Por Nicolás Lussich
Más crecimiento

Los precios internacionales de productos del campo se afirman y las proyecciones de crecimiento de la economía suben, lo que abre un escenario más auspicioso para este 2022. El virus, el clima y un contexto internacional movido son los factores que pueden entreverar las perspectivas.La economía uruguaya habría crecido 4,5% en 2021 según las nuevas proyecciones del ministerio de Economía, que además estima que crecerá 3,8% este año.

Son tasas bastante mayores a las previstas tan solo hace pocos meses, y se explican por el mayor empuje de los agronegocios y la recuperación de sectores de servicios que habían estado muy complicados por la pandemia. La tasa de 3,8% para este año tiene algo de efecto estadístico o “arrastre” como se denomina en la jerga económica: solamente con mantenerse la actividad en los primeros trimestres de este año, habrá aumentos interanuales importantes respecto a 2021.

Pero hay más: el aumento en la inversión y en el ingreso (mucho de esto vinculado al agro) permiten proyectar un aumento del empleo y el consumo este año, lo que fundamenta también que el PBI seguirá avanzando. Aumentar la inversión y el empleo fué el objetivo del cambio transitorio en la reglamentación de la Ley de Inversiones (Nº 16.906) a través del decreto 268/20 (vigente desde el 7 de octubre de 2020) , que impulsó un fuerte aumento en la cantidad y monto de los proyectos de inversión presentados a la COMAP (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones). Fue una de las herramientas que puso en juego el gobierno para contrarrestar los efectos de la pandemia e implica una mayor exoneración de impuestos (90% del IRAE por año) y una extensión del plazo de exoneración.

Los resultados fueron expresivos (gráficas): los proyectos presentados aumentaron en todos los rubros, especialmente en el agro. Allí el mayor monto de inversión a promover se vincula a proyectos de gestión del agua (tajamares, conducción, riego, bebederos, etc.).

Por supuesto que la situación económica aún está lejos de configurar una plena expansión. Por un lado, la temporada turística ha resultado mejor que la del año pasado -bueno fuera- pero viene siendo muy magra, de todas maneras. El semanario Búsqueda informó que en enero ingresaron al país sólo 30% de los visitantes que habían ingresado en enero de 2020 (pre pandemia).

Por otra parte, las ventas del comercio aumentaron 5,4% interanual en el último trimestre, según la encuesta trimestral de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CNCS). El aumento se dió particularmente en el comercio del Interior (cuadro), confirmando lo que hemos ya planteado en esta columna: el empuje de los agronegocios está expresándose en el propio sector y a través de su impacto directo e indirecto. De todas formas, las ventas totales del comercio aún están 10% por debajo de su nivel pre pandemia a nivel general (gráfica). Hay sectores (venta de bienes durables, shoppings, etc.), que ya han retomado sus niveles de venta previos a la llegada del coronavirus, pero otros aún están claramente por debajo (gastronomía, hotelería, shows, etc.).

Las peripecias del consumo en la pandemia han sido intensas. Entre otras cosas, parece claro que el impacto inicial de las restricciones (en especial durante 2020) implicó un cambio, giro, en el consumo desde los servicios presenciales (restaurantes, espectáculos, turismo, etc.) a los bienes, con algunos analistas argumentando que esta es parte de la explicación del aumento en la inflación global. En ese mar agitado, el agronegocio uruguayo busca seguir navegando sin perder el rumbo. Los altos precios son una excelente noticia, pero vienen acompañados de mayores costos. El aumento del petróleo hace subir los fertilizantes e insumos, y se cuela en las tarifas de transporte (los transportistas plantean subirlas 10 a 15%). Y además, baja el dólar.

Dilemas difíciles

El aumento global de la inflación está llevando a subas en las tasas de interés por parte de los Bancos Centrales, entre ellos los de Brasil y Uruguay. Subir la tasa de interés busca reducir la circulación de dinero y con eso la suba de precios. El riesgo es ir demasiado a fondo y afectar la propia actividad económica.

Después de bajar la tasa a casi 4% para sortear la pandemia, el BCU prosigue con su adecuación de la política monetaria a las nuevas circunstancias de una economía que crece más de lo esperado, y aumentó nuevamente la tasa de referencia llevándola a 7,25%, con un nuevo aumento previsto para abril.

La inflación (en torno a 8% anual) es seguramente hoy uno de los principales problemas de la economía. Sí bien es algo menor a la de un año atrás, no se la ha logrado ubicar en el rango meta (3 a 7%) y las expectativas empresariales de inflación siguen inamovibles en el 8% anual. Con este nivel de inflación la recuperación salarial es difícil.

Al subir la tasa de interés, el BCU también afecta el tipo de cambio: la colocación en pesos es más atractiva y se venden dólares (o se compran menos) para colocar en pesos a tasas mejores. Lo mismo sucede (incluso con más fuerza) en Brasil, socio comercial clave de Uruguay. Al día de hoy la cotización del dólar ha caído a niveles casi iguales a la de un año atrás, lo que implica una caída real de casi 7%. El dólar no está muy alejado del promedio de los últimos años en términos reales (gráfica) pero hay un riesgo de retraso cambiario que hay que vigilar. La baja del dólar ayudará a moderar la inflación, pero hace subir los costos locales medidos en dólares y eso hay que incorporarlo en las cuentas de los establecimientos.

En cualquier caso, en la medida que hoy buena parte de la alta inflación se explica por el aumento de los precios internacionales, tanto de los bienes que vendemos como de aquellos que compramos (carne, granos, fertilizantes, petróleo), parece inevitable una caída del tipo de cambio si se quiere combatir la inflación. La mejor situación fiscal ayuda: la deuda dejaría de crecer en relación al PBI este año (gráfica), moderando las necesidades de financiamiento del Estado y -por tanto- ayudando a que la política monetaria sea más efectiva.

En este difícil equilibrio se andará los próximos meses. Sí la baja del tipo de cambio es exagerada puede haber problemas de competitividad, en particular en aquellos rubros donde los aumentos de precios de los productos no han sido tan contundentes, así como para el turismo (hay que recordar que Argentina es un competidor latente, ávido de dólares). Pero para la ganadería, la agricultura y la lechería, entre otros rubros, el escenario es estimulante. Solo falta que llueva más y que China siga su marcha.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 20 Febrero 2022