Un tren llamado deseo
Tenessee Williams se consolida como un dramaturgo exitoso finalizada la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos, con un drama titulado Un Tranvía Llamado Deseo, distinguido con el premio Pullitzer.
La obra fue estrenada en un teatro de Broadway en 1947, y poco tiempo después, fue llevada con gran suceso al cine bajo la dirección de Elia Kazan y una impecable actuación de Vivien Leigh junto a Marlon Brandon.
La trama plantea un tema recurrente en los personajes de este sutil escritor sureño: la lucha entre un mundo interior que se confronta con la realidad.
“Con esta obra de recuerdos, el autor nos transporta a universos íntimos en los que el deseo choca con la obstinada realidad, en los que la pérdida sustituye a la esperanza…”, comenta Robert Bray, un estudioso de este género literario.
Pero bajando a la cruda realidad que hoy nos circunda, despojemos de todo el romanticismo literario que encierra esta historia de exploración del alma humana que después de medio siglo sigue despertando interés. Y usando este lúdico simil, podríamos decir que la negociación “en situación de debilidad” del gobierno del FA con la multinacional UPM, esconde al menos un prodigioso misterio que cuesta mucho entender.
En la interpelación, los ministros de Economía y de Transporte dijeron -y así quedó reflejado en la moción votada por amplia mayoría- que la anterior administración negoció con la empresa UPM desde una posición de debilidad, generando excesivos costos al Estado uruguayo.
El Estado negoció desde una posición de debilidad porque:
– Aceptó el trazado de la vía de ferrocarril que le impuso la empresa. Este trazado obedece a un mejor negocio para UPM, no para el país. La empresa aduce que en un puerto de Colonia (¿Martín Chico?) no puede completar la carga de los buques, lo que aumenta sus costos. Por otra parte, el trazado aceptado afecta a miles de uruguayos que, para cambiarlo, están recurriendo a acciones judiciales. Algunos todavía fundamentan lo acertado del trazado en la “sabiduría británica” de hace siglo y medio…
– El costo del ferrocarril lo asume íntegramente el Estado uruguayo, siendo que el 80% de su uso será de UPM. Dado los números del negocio se le pudo haber exigido a la empresa al menos compartir los costos.
– El Estado se compromete a comprarle a UPM el excedente de su producción de electricidad, a un precio superior al del actual mercado. En principio Uruguay no la necesita, ya que su demanda de energía eléctrica está cubierta y, salvo un pico de consumo, estamos exportando importantes excedentes a precios marginales a la región; sin tomar en cuenta aquella energía que pagamos para que no se genere…
Pero esto tampoco es una comedia, y por primera vez en años quedará a la ciudadanía un registro claro e inadulterable en el Parlamento sobre lo negociado por las anteriores autoridades. Se acabaron las actuaciones públicas de ministros anunciando generalidades y expresiones de deseo en hoteles y restoranes. Los ministros del gobierno actual fueron al único lugar previsto en la constitución: el Parlamento.
Cuando se asumen cargos de defensa de los intereses nacionales, no hay espacio para la fantasía. No se puede confundir sueños con realidades.
El Bien Común exige que prevalezca la fortaleza ante la debilidad.
Con la soberanía no se juega.