El diputado Eduardo Lust no cree que la Justicia se quiera vengar de los militares retirados como dice Manini Ríos, quien “muchas veces” declara “desde lo emocional” cosas que miradas “desde un punto de vista racional” pueden parecer “un disparate”
Cabildo Abierto captó muchos votos del MPP porque logró convencer de que “había fracasado” en su defensa de los pobres
Se sumó a Cabildo Abierto (CA) “casi sin querer”. Antes de eso tuvo una actividad pública notoria con unos audios difundidos a través de WhatsApp en los que cuestionaba el contrato entre el Estado uruguayo y la compañía UPM por la segunda planta de celulosa. Guido Manini Ríos, entonces presidenciable de CA, lo citó en su oficina a mediados de 2019 para hablar del “tema UPM”.
A los días recibió una llamada para sumarse al nuevo partido, pero dudó si contaminar su activismo con la política partidaria. Recién a 15 días de las parlamentarias de octubre le insistieron desde la agrupación menos votada de CA en Montevideo (Lista 84) para que la encabezara, y dijo que sí. Hasta ese momento había militado en el Partido Nacional, al que hoy llama “partido blanco” porque de su impronta nacionalista y wilsonista —dice hoy, “con dolor”— ya “no le queda nada”.
Además de “enemigo” de UPM, Eduardo Lust Hitta es abogado constitucionalista, profesor grado 4 de Derecho y flamante diputado. También asesora al senador Manini Ríos para enfrentar a la Justicia por presuntamente no haber denunciado cuando era comandante en jefe del Ejército que José Nino Gavazzo confesó ante un tribunal de honor que había arrojado el cuerpo del comunista Roberto Gomensoro al río Negro en 1973.
A sus 60 años, este hijo de mecánico y maestra, padre de tres, es visto entre propios y extraños como “el diputado rebelde” de la coalición. Lust se define librepensador, humanista y católico, de formación salesiana, aunque “contrario a la burocracia de la Iglesia que le dio más valor a la estructura del catolicismo que a la fe”. Y, como sea, descarta abandonar su banca por CA.
Conocido por su colección de más de 3.000 latas de cervezas del mundo que tapizan su despacho, tanto como por su tendencia a explicarse con frases clásicas y dichos populares, Lust dice inspirarse para su actividad pública en la película Hermano Sol, hermana Luna, que retrata la vida de Francisco de Asís. Y para explicar su incursión en la política, cita a la Divina comedia, de Dante Alighieri. Sobre su origen sanducero dirá: “De allá vengo sin haberme ido nunca” (citando al cantautor argentino José Larralde). Del pasado reciente que divide a muchos pueblos: “Mientras España tenga a García Lorca en una cuneta, y a Franco en un mausoleo, el país entero seguirá siendo un monumento a la ignorancia”. Y del procesamiento “anticonstitucional” de Manini Ríos: “Los peregrinos utilizan distintos caminos pero todos terminan en la Iglesia”.
Sigue un resumen de dos horas de entrevista con Búsqueda.
—¿Qué acordó para sumarse a CA?
—Yo siempre cito a San Agustín, que se preguntó qué debo hacer cuando hay algo que la ley manda y la conciencia me impide. ¡Una buena pregunta! Y él dijo que debía hacer lo que la conciencia le dictara y asumir las consecuencias de incumplir la ley. Eso que dijo San Agustín hace más de 1.500 años tiene una consagración acá en el derecho positivo, que es la ley de interrupción voluntaria del embarazo, o ley del aborto. Cuando se aprueba la ley algunos médicos se negaron a aplicarla y el Ministerio de Salud Pública los intimó a cumplirla. Los médicos ganaron el juicio al ministerio y el fallo del Tribunal de lo Contencioso Administrativo cita a San Agustín, donde dice que en temas de conciencia se puede incumplir la ley.
—¿Y cómo aplica eso a CA, donde usted ya ha marcado diferencias con varias líneas políticas?
—Desde el principio les dije a quienes me invitaron a Cabildo que yo no iba a ser una piedra en el zapato. Pero en temas de conciencia, en los cuales hace 27 años digo que dos más dos son cuatro, no voy a decir, porque lo digan los políticos, que dos más dos son cinco. Durante años he dado la misma posición sobre el gobierno militar, contraria a los golpes de Estado, porque no hay golpes buenos y malos. También les transmití que no soy militante ni tengo cualidades para militar. Ni voy a los actos políticos como orador porque la gente se aburre si hablo, porque no tengo un discurso de tribuna. Y me dijeron que sí, que eran cosas secundarias, y que creían que podía aportar algo desde lo jurídico, donde Cabildo estaba un poco flojo en eso. En mi caso, salvo a Manini Ríos y al escribano (Guillermo) Domenech, no conocía prácticamente a nadie, ni a los de mi propia lista. Así es que casi sin hacer campaña, de casualidad, llegué al Parlamento.
—A dos meses de estrenarse como diputado, ¿cómo evalúa el trabajo parlamentario?
—En el Parlamento me llevo bien con todo el espectro político, con la coalición multicolor y también con el Frente Amplio. Y dentro de Cabildo Abierto he conocido un poco más a la gente, y desde el punto de vista humano estoy muy cómodo. Todos los diputados son gente nueva, sin experiencia, partimos de cero y de todos los perfiles: empresarios, empleados, gente sencilla, humilde, otros con mejor pasar económico, y convivimos perfectamente.
—¿Qué hará si sus planteos sobre UPM, que fueron bandera electoral, no resultan atendidos por CA ni por la coalición?
—Cuando yo planteo lo que debía hacerse sobre UPM, una persona que yo aprecio mucho en el “partido blanco” me dijo: “Lo que vos decís es cierto, pero no nos sirve”. Esa respuesta me quedó grabada. Y cuando en Cabildo dije lo que pensaba, al contrario de mi amigo blanco, respondieron: “Lo que usted dice no sabemos si es cierto, pero eso no nos afecta”.
—Pero han habido chisporroteos, ya sea por su pretendida convocatoria a ministros por UMP o por su voto en contra de aplazar las elecciones departamentales. El presidente de CA dijo que la suya fue una posición “desgraciada” y “absolutamente equivocada”. ¿Cómo asimila esas críticas?
—Tengo mi forma de pensar frente a distintos temas, que no quiere decir que sea la que está bien: es mi manera de pensar. Hasta ahora con Cabildo no he tenido problemas por mis decisiones. Y aquello que he votado que no ha coincidido con la mayoría tampoco ha sido muy grave.
—¿Pensó en irse de CA o en dejar la banca, como ha trascendido en la prensa?
—No.
—“Somos lo mismo que CA, que representa a la familia militar”, dijo a Búsqueda el presidente del Centro Militar, Carlos Silva. ¿Qué dice de eso?
—Que los militares se sientan identificados con Cabildo es lógico. Su líder es un general, que además fue comandante en jefe del Ejército hasta hace poco tiempo. Los generales en la política uruguaya tienen una larga historia: Gabriel Terra, Óscar Gestido, Víctor Licandro, Liber Seregni... Pero Manini viene de ser el comandante en jefe. Que el Ejército se sienta identificado es lógico, y más porque Manini defiende temas que atacan el estatuto militar. En ese aspecto no habría ninguna incompatibilidad.
—¿Pero cree CA es “un partido militar”?
—En lo personal, yo no lo siento como un partido militar. Primero porque el número de la familia militar dista mucho de los 280.000 votos que tuvo Cabildo. Y un altísimo porcentaje de los votantes, alrededor del 30%, vino de donde históricamente votó muy bien el MPP. Es decir, que hay mucha gente del senador (José) Mujica que votó a Cabildo. Eso es algo indiscutible.
—¿Cómo se dio ese trasvase del MPP a CA?
—A nivel de cúpula, si se va a la historia real del MPP y los militares, se verá mucho contacto entre ellos. Incluso en la dictadura había una relación un poco más allá entre el captor y el detenido. El propio (exdirigente tupamaro Eleuterio) Fernández Huidobro admitió que en muchos temas coincidían filosófica e intelectualmente. Y Fernández Huidobro es uno de los más recordados positivamente por la familia militar en su pasaje por el Ministerio de Defensa. Él hizo mucho por los militares.
—¿Pero eso solo explica el auge de CA, que en meses pasó a ser la cuarta fuerza del país?
—A nivel del votante, Cabildo hizo una gran campaña en zonas deprimidas. Y le hizo ver a mucha gente que el discurso del Frente de atender a los más necesitados había fracasado, porque muchos seguían igual o peor. Y otra cosa: el discurso contra las consecuencias muy malas del gobierno militar de hace 50 años ya le es indiferente a mucha gente. El pasado es muy importante, pero los militares de hoy tienen otro perfil y el electorado se renovó. Todo eso influyó para que Cabildo tuviera tantos votos.
—En la cúpula de CA hay militares retirados, algunos cuestionados por su participación en la dictadura, y decenas pasaron a ocupar cargos en el gobierno. Desde el oficialismo ven esto con recelo. ¿Qué le parece a usted?
—No me parecen mal las designaciones de CA, más que en los partidos tradicionales. En general, los seleccionados tienen el perfil y la idoneidad. Hablo de gente como Ignacio Curbelo en la Secretaría de Turismo o del arquitecto Jorge Perini en la Dirección de Vivienda. Respecto a los militares retirados, para mí no cambia nada mientras cumplan su tarea.
—El senador Manini Ríos volvió a criticar, ahora en el Parlamento, la acción del Poder Judicial sobre casos de militares juzgados por crímenes durante la dictadura. ¿Comparte sus cuestionamientos?
—Yo leo por hobby bastante a los psicoanalistas para entender la conducta humana, y ellos suelen decir que el ser humano tiene una mitad emocional y otra mitad racional. Y usted cuando anda por la vida, en el Parlamento, en un bar, en la calle, en un club, convive con estas dos mitades. Y cuando usted habla a veces lo hace desde lo emocional y a veces desde lo racional, y a veces es una mezcla de los dos. Manini muchas veces ha hecho declaraciones que para mí salen desde lo emocional, por un sentimiento. Y si lo analizo desde lo racional o ideológico digo que lo que dice es un disparate. Pero, en última instancia, lo importante es que diga lo que piensa.
—¿Coincide con la crítica al Poder Judicial?
—Que el Poder Judicial no ha sido justo en algunas situaciones tiene razón. Manini no se refirió a que mientras todos los jueces mandan a prisión domiciliaria a personas de edad avanzada o por enfermedad, a un militar procesado por su actividad como juez militar, no por asesinato ni torturas, lo enviaron a un establecimiento penitenciario. Él habló de una diferencia de criterios.
—Y también habló de “venganza”. ¿Coincide?
—No. En eso no coincido. No creo que los jueces se estén vengando. Lo que sí sé es que hay jueces que no se pueden despojar de lo que sienten y piensan. Hay quienes han salido del Poder Judicial y que han ido a instituciones de derechos humanos, y allí se han expresado con cierto perfil frente a ciertas personas. Ahora, no creo que se estén vengando de nadie. Ellos se equivocan como cualquier persona en el 99% de los casos.
—“¿Hasta cuándo deben juzgarse los hechos que pasaron hace 50 años?”, planteó Manini. ¿Qué responde usted?
—Todos los delitos prescriben, esa es la filosofía del derecho penal. Ahora, según tratados recientes, de la década del 90, los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Ahora, cuando los militares cometieron esos crímenes en Uruguay no existía el concepto de crimen de lesa humanidad, y hay otro principio del derecho penal que dice que una ley posterior que crea una figura penal no se puede imputar a alguien que cometió ese delito cuando no existía figura penal.
—¿Y entonces?
—Los delitos que cometieron los militares hay que juzgarlos a todos en la estructura de un proceso penal. Si el proceso dice que los delitos prescribieron, se esté o no de acuerdo, son las reglas del derecho, y es una garantía. Lo que ha pasado acá es que a los militares que cometieron delitos durante muchos años no se los juzgó. Las causas hay que buscarlas en el Pacto del Club Naval, donde también participó el Frente Amplio. Esa es la realidad.