La industria antes del ingreso de la pandemia
Las ramas que venden al exterior registraron un descenso en su actividad en el primer bimestre del año, mientras que las volcadas al mercado interno permanecieron relativamente estancadas.
La crisis del COVID-19 supuso un freno en la actividad económica a nivel planetario, del que Uruguay no puede permanecer ajeno. Pero la marcha de los negocios ya venía registrando dificultades antes de que se desatase la pandemia. El aumento que registró la tasa de desempleo al mes de febrero, ubicándose en el 10,5% es un claro síntoma de ello.
En el mismo tenor se encuentra el desempeño de la industria manufacturera al cabo de los dos primeros meses del año. Entre enero y febrero de 2020 el índice de volumen físico (IVF) de la manufactura, sin considerar la refinería, se contrajo 1,5% respecto a igual período de 2019.
De hecho, y tal como se muestra en el gráfico que ilustra la parte de arriba del cuadro, el IVF considerando períodos de años móviles viene retrocediendo desde fines de 2017, lo que habla a las claras de dificultades que van más allá de lo que traerá en los próximos meses la crisis puntual del COVID-19.
Los problemas del sector, hasta el momento, estaban centrados en la pérdida de competitividad, que se realza en momentos en que el mundo atraviesa por una crisis que se va a manifestar en una caída del comercio internacional. Frente al pronóstico de menor volumen de exportaciones, hay que considerar que el impacto negativo alcanza en nuestro país a las distintas ramas que conforman el entramado de la manufactura uruguaya.
Más allá de estas dificultades de larga data, el sector recibió algunas inversiones muy importantes atraídas por una serie de beneficios fiscales, que se consolidaron y posibilitaron el desarrollo de nuevas ramas. El ejemplo más notorio es la fabricación de pulpa de celulosa, pero también cabe mencionar a la fabricación de concentrados para bebidas refrescantes y a la industria farmacéutica. Todas estas actividades están radicadas en zona franca.
En tal sentido, un primer análisis del desempeño de la industria uruguaya consiste en distinguir a la producción radicada en territorio fiscal de la ubicada en enclaves especiales. El corazón o núcleo de la producción es aquel que no disfruta de beneficios fiscales. En el primer bimestre del presente año la producción de estas ramas cayó 4,4% respecto a igual período de 2019. Por su parte, la actividad industrial en las zonas francas (celulosa y concentrados), se incrementó 6,3%. La evolución de ambas se ilustra en el gráfico que aparece en la parte media del cuadro
También se puede analizar el sector según el destino principal de las ventas de cada rama, sean en plaza o en el exterior. A su vez, las ramas exportadoras las podemos dividir entre aquellas que procesan materias primas de base agropecuaria, básicamente de origen nacional, de las que transforman insumos de base industrial, donde los componentes importados tienen un peso muy elevado.
El análisis por destino de ventas muestra comportamientos distintos. Mientras que las actividades exportadoras registraron un descenso importante en su actividad en el primer bimestre del año (3,2% en el caso de las procesadoras de materias primas agropecuarias y 5,5% en las de base industrial) las actividades volcadas al mercado interno permanecieron en su conjunto relativamente estancadas (-0,3%), lo que se puede observar en los gráficos en la parte de abajo del cuadro.
El descenso en el IVF de las ramas exportadoras de base agropecuaria se explica por la menor actividad exhibida por la industria frigorífica, cuya producción se contrajo 15%. Esta caída está muy vinculada a las exportaciones a China, que se frenaron luego de las festividades del fin de año chino, y recién en los últimos días están comenzando a reanudarse. En términos físicos, las exportaciones de carne disminuyeron 11,8% en enero del presente año con respecto a igual mes de 2019 según se desprende del índice de volumen físico de exportaciones que elabora el BCU.
Las curtiembres también mostraron un comportamiento negativo, ante la escasez de materia prima, ya que la misma proviene de los frigoríficos. Debido a ello las exportaciones cayeron 36,9% en volumen físico. Los aserraderos igualmente registraron un menor nivel de actividad, debido a una caída de las exportaciones que en el mes de enero ascendió al 42% respecto al primer mes de 2019.
Por su parte, aumentó el nivel de actividad de la producción de celulosa y la de los molinos arroceros. En el primer bimestre del presente año la producción de los molinos se incrementó 10,4% respecto a igual período de 2019, de la mano de mayores exportaciones. Cabe mencionar que se reabrió el mercado mexicano para el arroz, que se había cerrado por temas sanitarios. Se trata de un destino muy importante que, unido a una cosecha muy buena, augura un buen año para esta actividad.
El menor nivel de actividad de las ramas exportadoras de base industrial se explica por las dificultades por las que atraviesan los principales mercados de destino de estos productos. Por un lado, están los problemas que tienen los socios del Mercosur, uno de los principales destinos para nuestros productos industrializados que no tienen origen en recursos naturales.
Asimismo, las actividades volcadas mayormente al mercado interno detuvieron su caída en el primer bimestre del año de la mano de algunas ramas de consumo masivo como las bebidas no alcohólicas y las cervezas y los aceites.
Pensando en el futuro, vemos que el mundo ingresó en una crisis profunda y que la caída en marzo impacta en el primer trimestre, pero el peor momento viene en abril y por eso también se verá afectado el segundo trimestre. Las proyecciones de los organismos multilaterales de crédito son de una recuperación en la segunda mitad del año, pero todo está sujeto todavía a la evolución de la pandemia. Por lo pronto, hay un corte en la cadena de suministros en varias industrias y cuellos de botella en todos lados. Todo se hace más lento y el volumen de nivel de actividad es inferior al de tiempos normales.
La nueva normalidad hacia la que vamos todavía no es clara, pero ciertamente hay un espacio para la oferta de alimentos y productos básicos como la celulosa. La demanda por estos productos en todo el mundo se va a sostener y solo sufrirá la caída en el ingreso permanente de los ciudadanos del mundo.
En la región, la situación es distinta. Argentina, además del impacto de la pandemia tiene grandes problemas que la colocan en una profunda recesión, de la cual no se ve salida cercana ni suficiente. Para tomar como referencia, están al borde del default, sin crédito y estatizando empresas o sobre-regulando actividades hasta limitarlas al máximo. En el caso de Brasil, había alguna expectativa de crecimiento, pero una fuerte crisis política frena ese impulso y quita poder de acción para enfrentar la pandemia.
Claramente, es un escenario con señales positivas para los alimentos exportables y para algunos sustituidores de importaciones y una perspectiva negativa para quienes dependen de la región.