Cómo es Lacalle en las reuniones: detalles del presidente en el mano a mano
El mandatario repite algunos en reuniones del día a día, como apelar al pragmatismo
Los Traidores y Zero son dos bandas uruguayas de rock de la década de 1980 que el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, menciona cada vez que puede. Y la reunión con productores musicales el miércoles 22 por la emergencia sanitaria y la crisis económica que está generando no fue la excepción.
Lea Bensasson, que es cantante y responsable de la agencia de management y producción Glamity; Nicolás Fervenza, mánager de la banda No Te Va Gustar, y Gustavo Martínez, de Montevideo Music Group, fueron en la semana hasta el piso 11 de la Torre Ejecutiva para plantear en representación de la Asociación de Productores y Managers del Uruguay los problemas que está trayendo la pandemia a su sector.
La reunión duró unos 45 minutos y el mandatario no quiso dejar de mencionar a sus grupos musicales favoritos. Tampoco dejar de lado su fanatismo por el dúo Larbanois-Carrero y demostró que conoce a fondo su repertorio.
Los diálogos sobre sus gustos musicales tuvieron lugar durante una pequeña pausa al tema por el que se le había pedido la audiencia. En el resto de la reunión tomó apuntes en hojas blancas sueltas y, según manifestaron algunos participantes del encuentro, mostró preocupación y prometió ocuparse del tema a la brevedad.
La oficina del presidente ha sido pasarela de delegaciones y gremios que piden audiencias o que son convocados por el gobierno. El 23 de marzo, Luis Lacalle Pou tenía claro lo que iba a plantearle al Sindicato Médico del Uruguay (SMU) cuando los recibiera en el piso 11. Habían pasado diez días desde que se anunciaron los primeros cuatro casos de coronavirus covid-19 en Uruguay y el término “cuarentena obligatoria” reclamado por los profesionales estaba lejos de los planes del mandatario. Por eso, luego de escuchar los argumentos de los médicos, Lacalle Pou fue al grano.
“Es importante que tomemos esto con mucha responsabilidad”, le dijo a los representantes del gremio y argumentó que no estaba dispuesto, como ha dicho públicamente, a sancionar a nadie por tener que salir de su casa para trabajar. Fue una reunión con focos de tensión pero que, según algunos de sus participantes, culminó con “un clima de diálogo y confraternidad”.
La forma en la que Lacalle Pou se comportó en ese encuentro fue muy similar a la postura que tuvo con diferentes gremios y delegaciones desde que asumió la Presidencia, y más que nada desde que a su gobierno le tocó afrontar una emergencia sanitaria prácticamente inédita en el mundo. Varios participantes de distintas reuniones con el presidente consultados por El Observador coincidieron en que el mandatario les ha transmitido seguridad cuando habla, ha sido directo en sus planteos y un interlocutor atento.
Sin embargo, escuchar no significa complacer. El presidente deja claro en las reuniones que quien tiene el timón del barco es él y, por ende, es quien toma la última palabra. “Cuando las medidas son exitosas es porque el equipo actuó bien y si hay algún inconveniente yo me voy a hacer responsable”, dijo en declaraciones públicas estas semanas y es algo que suele repetir.
La de fines de marzo no fue la única reunión que el mandatario mantuvo con el SMU. A principios de abril, hubo otro encuentro del que participaron otras gremiales médicas –como la Federación Médica del Interior y delegados del Sindicato Anestésico Quirúrgico– así como representantes de la cámara de emergencias móviles, de mutualistas y jerarcas de la Administración de los Servicios de Salud del Estado. El presidente no quiso perder el tiempo. Su presencia fue de pocos minutos pero marcó la línea sobre la que se siguió trabajando. En medio de discusiones sobre a quién hacerle un test diagnóstico, el mandatario pidió que se elaborara una guía común entre todo el sistema de salud. Y así se acordó.
El pragmatismo de esa participación fue otra de las características mencionadas por quienes se han reunido con él desde que es presidente. Integrantes de la Confederación de Cámaras Empresariales señalaron a El Observador que luego de reunirse por una hora y media habían logrado avances concretos, un mes después de que se confirmaran los primeros casos de coronavirus. También, en esos 90 minutos, tanto el gobierno como los empresarios coincidieron en que los motores de la economía no podían frenarse por la emergencia sanitaria.
El presidente tomaba nota ese 13 de abril en una libreta que no siempre tiene consigo. No en vano, este miércoles su block fueron unos papeles sueltos. En algunas reuniones saca apuntes, aunque en otras prefiere apelar a su memoria.
Lacalle Pou también entiende que en situaciones de tensión o preocupantes, hay que poner un poco de humor para distender el ambiente. Así lo hizo, por ejemplo, en el encuentro con la Comisión Nacional Pro Reforma Constitucional Uruguay Soberano, integrada por el Movimiento Ciudadano UPM2NO.
Entre los participantes de ese encuentro estaba el diputado del PERI, César Vega, que ya se había reunido con el líder nacionalista antes de que asumiera la Presidencia. Vega siempre recuerda que a Lacalle Pou le quedó grabado en su memoria un dulce de membrillo que el ahora legislador estaba haciendo una vez que había ido a su chacra de Punta Espinillo. Por eso, llegó a la Torre Ejecutiva con un frasco de ese dulce, que venía a suplantar otro que también le había dado cuando lo recibió durante la transición en su sede de campaña de bulevar Artigas y Chaná.
Vega y otros representantes del movimiento anti UPM llegaron a la Torre Ejecutiva hace algunas semanas con varios cajones de lechugas, idea también por supuesto del diputado ecologista, que las cosechó con sus propias manos.
Más allá de alguna risa provocada por unos comentarios del presidente que los participantes prefirieron dejar en la intimidad del encuentro, Lacalle Pou fue al grano otra vez. Les transmitió a los representantes de quienes pretenden frenar el proyecto de UPM que él estaba de acuerdo con seguir adelante y que lo continuaría. El movimiento había ido a plantearle que el Poder Ejecutivo se amparara en un artículo del contrato con la empresa finlandesa que permite, ante situaciones como la de una emergencia sanitaria, suspender el proyecto. Esa vez Lacalle Pou también tomó nota pero les aclaró que iría por otro camino.
El presidente no solamente tiene reuniones porque delegaciones se lo solicitan. A veces es él quien pide tener determinados encuentros. Eso ocurrió cuando se reunió con Martín Pereira y José Lorenzo López, dirigentes de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE). A los sindicalistas los convocó porque quiso que fueran los primeros en enterarse que en el gobierno habían ideado un descuento por dos meses a funcionarios públicos que ganen como mínimo $ 80 mil, de entre 5% y 20%.
Pereira recordó en diálogo con El Observador que el presidente se había comprometido con los sindicatos antes de asumir, que mantendría un diálogo directo. Pereira destacó que así lo hizo cuando fueron convocados a la Torre Ejecutiva y que fue “franco”. También remarcó que en esa reunión no hubo negociación alguna, porque Lacalle Pou dejó claro que era una decisión tomada en tiempos de emergencia sanitaria y que entendía que no se trataba de una buena noticia.
Un choque de codos
Habían pasado algo más de dos semanas desde la declaración de la emergencia sanitaria cuando cuatro representantes del Frente Amplio fueron hasta la Torre Ejecutiva a reunirse con Lacalle Pou. El partido mayoritario de la oposición le llevó una propuesta al gobierno para afrontar las consecuencias de la pandemia.
La reunión comenzó a las risas por el “choque de codos” que debía suplantar al tradicional apretón de manos, casi olvidado por el coronavirus. Esos leves codazos sirvieron para bajar tensiones y crear un ambiente de diálogo más ameno.
Si bien la idea era presentar todas las propuestas, aunque fue un pantallazo general, el presidente quiso que se enfocaran en una en particular y así se lo pidió a Daniel Olesker (Partido Socialista). Se trataba de la creación de un subsidio equivalente al salario mínimo nacional para todos aquellos hogares a los que no llega ninguna prestación de seguridad social.
El exministro de Desarrollo Social estuvo más de 20 minutos explicando esa iniciativa, que si bien llamó la atención del presidente, por ahora no ha visto la luz en el Poder Ejecutivo.
En las reuniones con su equipo no es tan diferente. Aunque prefiere hacer un choque de puños que de codos, allegados al mandatario indicaron a El Observador que durante los encuentros con el círculo más cercano mantiene algunas rutinas: escucha, toma apuntes –a veces en su cabeza– y, luego de los comentarios de sus asesores, ejecuta decisiones.