Dos empresas ganaron desafío de ANII y desarrollarán y fabricarán 50 respiradores para antes del 1° de mayo
El desafío de la ANII, lanzado en conjunto con el MIEM y el Ceibal, entrega seis millones de pesos para la fabricación rápida de respiradores pulmonares a los proyectos RESPIRONE y Respiradores Neumáticos Modulares de Emergencia (RNME)
El pasado 23 de marzo la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) lanzó un desafío conjunto con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y el Ceibal, dirigido a empresas y organizaciones para “el diseño y producción de respiradores para atender a 50 personas” especificando que los aparatos propuestos debían ser “de fabricación rápida, completos, en funcionamiento comprobado y avalados por los estándares de las organizaciones médicas correspondientes”, y que deberían estar “funcionando y disponibles para su transferencia a la autoridad sanitaria antes del 1° de mayo”.
A los 15 días de lanzada la convocatoria, la ANII anunció que, de los 19 proyectos presentados, en lugar de uno, los proyectos ganadores fueron dos y cada uno de ellos fabricará 25 dispositivos. Por un lado ganó una asociación de empresas integrada por Ingenca, Pensur, Tadomer y Note, que presentaron el proyecto RESPIRONE. Al respecto de sus aparatos, los ganadores afirman que “serán de fácil construcción y replicables, con componentes que se encuentran en plaza y a bajo costo, de fácil limpieza y esterilización”. Para su fabricación contarán con un apoyo de $ 1.500.000.
El otro proyecto ganador, presentado por las empresas Vivestar y Spectrum Uruguay, junto con la Fundación Latitud del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), lleva por nombre “Respiradores Neumáticos Modulares de Emergencia (RNME) para conexiones individuales o colectivas”. A este proyecto la ANII le asignó $ 4.500.000 y, según sus responsables, posibilitará la “instalación versátil y fácil operación para el personal de salud” de aparatos que “permiten realizar conexiones individuales o colectivas en las instalaciones neumáticas de los nosocomios existentes, así como en las instalaciones de subestructuras que puedan improvisarse, incluyendo aquellos lugares donde no existan instalaciones para el suministro de aire y oxígeno”.
Hoy los ventiladores existentes en las salas de cuidados intensivos han sido suficientes para atender a los enfermos de coronavirus, y si bien todos deseamos que así siga siendo, tranquiliza saber que 50 respiradores extra vienen en camino. Dijera el dicho, más vale prevenir que lamentar. Y aun en caso de que estos respiradores nunca llegaran a ser utilizados –o al menos no hoy para la pandemia, aunque podrían destinarse a localidades o instituciones que hoy no cuentan con uno–, es ya positivo ver como ingenieros y las capacidades de producción de aparatos médicos responden al desafío. La epidemia va a pasar, pero seguro de este desafío queden varias enseñanzas. Nada nos obliga a esperar la próxima pandemia para desarrollar equipos médicos más económicos utilizando ideas y manos de obra local. De eso y de otras cosas conversamos con Pablo Díaz, responsable de Vivestar, y también con Germán Bardier, de la empresa Ingenca.
¿De qué sirve una buena idea si no se plasma?
Pablo Díaz, de la empresa Vivestar, explicó que su equipo “es neumático, a diferencia de muchos otros prototipos que se han propuesto y que son mecánicos”. Díaz señala que en el desarrollo de este ventilador, que es modular y puede ser instalado tanto en un hospital como en un hospital de campaña o gimnasio, “han participado muchos ingenieros, médicos y técnicos de distintas ramas que formamos un equipo multidisciplinario”. También agrega que mucho de ese trabajo “hubo que hacerlo a distancia, ya que cada uno estaba en su cuarentena”. Para Díaz es necesario destacar que “todos participaron con una intención solidaria, como aporte a la sociedad”, y enfatiza que los RNME “van a quedar libres para que puedan ser accesibles desde otros países u otros lugares”.
En el proyecto participan tres empresas, “podríamos decir, sin ánimo de lucro, porque solamente se está considerando el costo de los insumos y materiales”, señala. Una de ellas es Spectrum; Díaz explica que es una empresa que “trabaja en la provisión de material médico”. Luego está Inteca, “que se especializa en la parte de ingeniería electrónica y programación de automatismos”, mientras que Vivestar “se encarga de la consultoría y gestión de instrumentación de proyecto”. También forma parte del proyecto la Fundación Latitud del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) que fueron quienes, según Díaz, “los pincharon con la idea de presentarse” y que les permitirá hacer pruebas y testeos de protocolos.
“Esas tres empresas, sumadas a un grupo de voluntarios, ingenieros, médicos, liderados en la parte médica por el doctor Daniel Chaffes, internista con mucha experiencia, diseñamos un equipo para las características de lo que consideramos puede ser la realidad del Uruguay. Sabiendo la realidad de nuestro país y otros países cercanos, partimos de la idea de hacer público lo que vamos a estar diseñando para que pueda ser utilizado en cualquier lugar del exterior y se pueda replicar en otros lugares”.
Pablo Díaz cuenta que el fin de semana se elaboró un protocolo para hacer los ensayos en la Facultad de Medicina, para lo que estuvieron “en coordinación con el catedrático de cirugía, el doctor Fernández”. En la Facultad de Medicina harán una prueba del prototipo trabajando con un cerdo, tanto en condiciones normales como de distrés pulmonar. “Se va a hacer un ensayo para replicar condiciones, de manera de que, antes de que esto pueda llegar a ser utilizado, y esperemos que no lo sea, por un ser humano, esté probado también con animales”.