El ministro Víctor Rossi ve al Frente Amplio “precipitado”, “desordenando” y perdiendo de vista su razón de ser por las pujas entre sectores y dirigentes
UPM fue “fundamental” para que Uruguay pudiera “zafar” de la crisis regional; los negociadores del gobierno no fueron “nabos”
Entrevista de Martín Mocoroa
“El tiempo es un gentil hombre, que es un protagonista a veces bastante incómodo”, dice el ministro de Transporte, Víctor Rossi. Lo hace al hablar de lo que demora construir una vía ferroviaria y, en ese contexto, la frase sorprende y hasta suena algo caprichosa. Sin embargo, aunque la pronuncia solo una vez, termina haciendo mella y hasta sobrevuela como un leit motiv toda la charla.
Quizás porque el ministro de 76 años sufrió a fines del año pasado un pequeño accidente cerebrovascular del que ya está recuperado pero que le dejó una secuela menor. La mantiene a raya con tenacidad mientras habla, pero —como un protagonista incómodo— cada tanto se le cuela y lo lleva a equivocar palabras.
Al margen de ese detalle, la frase está latente en los principales aspectos de la gestión del ministerio. Está en la pelea que dice haber dado desde el primer día por poner en marcha los contratos de participación público privada (PPP) y que se mantiene hasta hoy, con más de la mitad de los proyectos sin empezar. El resultado de esas horas de trabajo lo cosechará el nuevo ministro, Luis Alberto Heber.
Aún así, asegura que deja una red de carreteras en un estándar superior al que recibió. El gobierno entrante no puede hablar de “colapsos ni apagones logísticos”, advierte. A su sucesor ya le habló del asunto del tiempo: si no invierte como mínimo US$ 450 millones anuales, la red se irá cayendo.
También vuelve a surgir como un protagonista al abordar las negociaciones con UPM, uno de los aspectos más cuestionados por la oposición y los movimientos sociales. Rossi defiende el trabajo. El partido había que jugarlo en esa coyuntura, con Brasil y Argentina cayéndose y con el riesgo de que Uruguay siguiera el mismo camino. UPM “fue una contribución fundamental” para “zafar”, dice.
La frase sigue resonando en el cierre, al hablar del Frente Amplio. Porque Rossi, que fue parte del primer período de Tabaré Vázquez en la Intendencia de Montevideo, que abrió la era progresista, ve 30 años después un partido “precipitado”, “desordenado”, que no “jerarquiza objetivos” y que en la puja de dirigentes y sectores pierde de vista “lo principal”, su razón de ser.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista.
—Hay quienes describen a este tercer período como cansino, y señalan que no tuvo buques insignia ni grandes transformaciones. ¿Cómo lo vivió usted?
—La entrega y el esfuerzo que marcaron mi participación en estos cinco años fueron más intensos y más exigentes que en los primeros cinco años. Fueron períodos claramente diferentes. En el primer período se pudo probar que era posible hacer cosas, pero eran hechos puntuales. Por ejemplo, fue un gran logro terminar el puente sobre el río Santa Lucía que estaba paralizado hacía siete años y que era la razón por la que no se concretaba la doble vía de la ruta 1. Es un hecho puntual que la gente recuerda, pero no era la política de toda la vialidad y la caminería del país. Segundo, pudimos terminar en cinco años la perimetral entre la ruta 5 y la 8, que eran 22 kilómetros de ruta nueva imprescindibles para la circulación. Celebramos hace poco tiempo los 10 años de la inauguración de la Torre Ejecutiva, que cuando asumimos era un cascajo que tenía 46 años de obra paralizada. Terminamos el Sodre. Bueno, eso fue un trabajo que hicimos en ese período del que realmente me siento muy orgulloso.
—Fue un período más de señales.
—Este segundo período fue absolutamente diferente. Necesitábamos avanzar para consolidar determinados crecimientos. Es mucho más difícil que se visualice un paso estratégico como ese. Es muy fácil mostrar un puente, pero muy difícil mejorar toda la red de rutas. Poner en marcha todo eso y lograr un mejor nivel era una tarea estratégica. Creo que dimos un paso. Intervinimos en más de 4.000 kilómetros, es el 50% de toda la red. En algunos casos con intervenciones de muy alto nivel. Es poco lo que quedó mal. Entonces, necesitábamos avanzar en infraestructura para terminar el período a un nivel mayor del estándar, y eso hoy nadie lo discute. La gente lo ve, y lo ven los sectores políticos opositores. Lo ven.
—Las autoridades entrantes también se quejan de que usted les deja un ministerio muy comprometido en cuanto a los recursos económicos porque heredan un montón de proyectos.…
—Y bueno, porque esto va a ser así. Así va a ser. No está todo hecho, hay que seguir haciendo. El que venga va a tener seguir construyendo y buscar los recursos. No crean que yo llegué con todos los problemas resueltos, y que no tenía el dinero comprometido. Así vinieron las discusiones sobre las PPP. Si hubiéramos apostado solo a lo que Economía nos proponía hubiéramos sucumbido. Porque en realidad las PPP, por las que yo trabajé desde el primer día hasta hoy, recién le van a dar fruto a Heber. ¡Recién! Solo tres PPP están en funcionamiento. Las otras cuatro están en trámite. Nosotros peleamos los cinco años, pero mientras peleábamos y discutíamos para corregir las PPP buscábamos otros canales que pudieran complementar los recursos presupuestales insuficientes. En ese sentido, logramos un excelente relacionamiento con la Corporación Nacional para el Desarrollo y la Corporación Vial del Uruguay, que asumió en buena medida nuestro programa y nos ayudó a buscar los recursos y los mecanismos de financiamiento a través de la mejor utilización de los peajes, de la emisión de títulos y el financiamiento bancario.
—Entonces, ¿qué responde a las quejas de las autoridades entrantes?
—No es la misma red la que tiene hoy el Uruguay que la que recibí yo, y eso se los dejo. Habrá que seguir reparando, reforzando rutas y seguir invirtiendo. Heredan una red funcionando. No se puede hablar de colapso ni de apagones logísticos acá. Nosotros más que duplicamos los niveles de inversión tradicionales. Estuvimos por encima de los US$ 500 millones anuales. Le transmití al ministro entrante que tiene que buscar invertir de US$ 450 millones para arriba todos los años para poder mantener este ritmo y seguir avanzando, porque hay muchas cosas que mejoraron pero hay mucho más por hacer. Escuché a Heber decir que pensaba en la doble vía para la ruta 5 y estoy totalmente de acuerdo. El Uruguay necesita transformar esa ruta. Lo que hoy existe no es suficiente. Va a haber que invertir más porque va a más que duplicarse el tránsito en poco tiempo. Se está duplicando ya naturalmente y a eso hay que sumarle a UPM.
—¿Y es posible con los recortes económicos que prevé el gobierno entrante?
—Creo que se debe. Es imprescindible. Podemos jugar al achique, pero todo va a ir a menos. El país podrá hacer el mejor esfuerzo de administrar sus riquezas, yo no me niego a eso, pero no puede dejar de invertir en el crecimiento de toda esta infraestructura que es la condición para que haya actividad económica. No es ahorro. Si no seguimos invirtiendo, perdemos.
—Describió más de una vez al ferrocarril como la piedra en el zapato de su primera gestión. ¿Ahora con qué sensación se va?
—Tenemos un proyecto. Ahora sí realmente estamos construyendo el futuro. Trabajamos en la línea a Rivera, estamos trabajando en Paysandú con la línea que va a Salto, y habrán visto que cada vez se pone más en marcha el Ferrocarril Central. En julio de 2020 se va a ver la fuerza y la cantidad de gente que va a estar trabajando en esa obra.
—¿La situación de las empresas de transporte ferroviario —la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) y Servicios Logísticos Ferroviarios (Self)— no contrasta un poco con el empuje de la megaobra del Ferrocarril Central?
—Ah, bueno. Pero eso es lo que tenía que quedar atrás, porque lo que nosotros no nos propusimos fue reconstruir el ferrocarril de los ingleses. No queremos hacer el ferrocarril del siglo XIX. Es esto lo que queremos hacer. Es la oportunidad que va a permitir el desarrollo.
—Pero también decidieron que AFE se tenía que encargar de la infraestructura y Self de la carga.…
—No hemos dicho que no.
—¿Sigue creyendo que esas dos empresas son necesarias?
—Bueno, eh…… Vamos a ver cómo se va evolucionando. AFE es el ente especializado ferroviario y nosotros no nos hemos planteado su eliminación. Es obvio que no tiene muchas posibilidades en la medida que no tenga qué hacer. Y en el caso de Self, nosotros no queremos que en el ferrocarril operen solo los privados. Queremos que exista la opción estatal porque tenemos potencialidad de clientes, tenemos lo útil que queda de la tradición ferroviaria y algunos equipos recuperados. Self estuvo y está trabajando en la recuperación de maquinas y de los talleres. El taller es una demostración de cómo se está procurando abrir camino. Pero para demostrar que es posible hay que tener vías y eso lleva el tiempo que lleva. El tiempo es un gentil hombre, que es un protagonista a veces bastante incómodo.
—¿Qué balance hace de las negociaciones que mantuvieron con UPM? Es una de las críticas más duras que les hicieron la oposición y algunos movimientos sociales. ¿Cómo cree que actuó este gobierno?
—El partido había que jugarlo. Uruguay, concretado este proyecto de UPM, va a pasar a ser de los productores más importantes del mundo de celulosa, siendo un país pequeño, que no juega solo en la cancha. Por ejemplo, el ferrocarril del siglo XXI es posible porque vamos a tener dos millones de toneladas de celulosa todos los años. Entonces, era una posibilidad. He escuchado a muchas personas que nos dicen que “si fuera tan buen negocio, ¿por qué la planta no la ponen en Finlandia?”.
—Finlandia les rechazó una similar...
—Para nosotros es un salto cualitativo lo que pasó con la primera, con la segunda y lo que va a pasar con esta tercera planta. Se discute si se la bochan o no se la bochan allá en Finlandia. Bueno, en Brasil no bochan la planta. Y ellos podían ir a Brasil y Brasil es el primer o segundo de los países productores de celulosa. Y querían que la planta fuera ahí. Nuestros vecinos argentinos tampoco serían indiferentes en esto. Nosotros hicimos todo lo posible para que esta iniciativa pudiera sumar a las necesidades de desarrollo y crecimiento de Uruguay. Procuramos el mejor resultado en el proceso de negociación y creo que, mirando el Uruguay de hoy y el del futuro, dimos un paso importante. Con el diario del lunes todos saben el resultado, pero cuando se está desarrollando un proceso de negociación las incertidumbres después se analizan a la luz de los resultados.
—Ahora que ya tiene esa distancia, ¿se cedió de más?
—¿Y todo lo que está pasando? Desde el momento en que se desarrolló la negociación hasta ahora, ¿se dinamizó el Uruguay o no se dinamizó? Acuérdense la coyuntura, las dificultades de la región, la realidad que vivía y vive Argentina, la que todavía sigue viviendo en buena medida Brasil, aunque está un poco más recuperado. Desde entonces hasta acá, Uruguay logró zafar de la amenaza de ser arrastrado a esa tendencia.
—¿UPM fue clave para no caer en ese arrastre?
—Fue una contribución fundamental. Me parece que muchas expectativas se sostuvieron por esa perspectiva. No solo por lo que puede aportar al desarrollo. Es cierto que también fue muy importante la estabilidad institucional de la que todos nos sentimos orgullosos. Es cierta la seriedad y la previsibilidad de nuestras políticas económicas, la actitud de honrar los compromisos. No fue solo un mérito de la negociación. Pero tampoco es muy equilibrado decir que todas virtudes las pusimos todos y los defectos y las culpas la tienen los nabos que negociaron con UPM.
—¿Cree que la oposición trabajó livianamente este tema?
—Trabajaron poco. Y te diría más, siguen trabajando poco. Pero a partir del 1° de marzo la ciudadanía les ha concedido el gobierno y, por lo tanto, van a tener que asumir las responsabilidades que les corresponden. En este tema, profundizaron poco y lo utilizaron como una herramienta de ataque y de descalificación, sin profundidad y sin solidez.
—¿En qué los ve trabajando poco?
—Siempre he dicho que es mucho más fácil hablar que hacer. No voy a cometer el error de hablar de más antes de tiempo.
—¿Por qué perdió el Frente Amplio si transformó al país y a Montevideo como usted dice que los transformó?
—Siempre hay un porqué. Las cosas no suceden porque sí. En algún lugar debe estar la razón. Seguramente todos tenemos algo de responsabilidad y la política también tiene elementos subjetivos, sentimientos. Influyen otros aspectos.
—¿Qué errores hubo? ¿Identifica algunos mojones claros?
—Sí, pero no es un tema del que quiera hablar en este momento. No he madurado suficientemente algunos aspectos. Prefiero meditar un poco más.
—¿Hay una crisis de liderazgos en el Frente Amplio?
—Algunos dirigentes muy muy importantes hoy están culminando su ciclo o limitando claramente su influencia. Hay un proceso de sucesión que no está maduro y no está pronto para sustituir a esas figuras.
—¿La carencia está en los relevos o en los liderazgos que no encontraron la forma de abrir cancha?
—Es una viejísima discusión. No es fácil para ningún gran líder crear su sucesión, y es muy común que fracasen al hacerlo. Eso se puede comprobar en cualquier rincón de la historia. Incluso en nuestra historia política reciente. O no dejan crecer el pasto o eligen mal.
—¿Qué espera para este gobierno que empieza? ¿Ve similitudes entre Lacalle Pou y su padre? ¿Se puede esperar un gobierno como aquel de 1990?
—Lacalle creció, maduró respecto a su postura y a su pose anterior y se mostró como un dirigente consolidado en su espacio de influencia y con una visión estratégica. Tengo, por cierto, preocupaciones. Veo en algunos aspectos la influencia de determinadas opiniones que me preocupan y no comparto. Al repasar la ley de urgencia podemos comprender el porqué de algunas propuestas, pero en otros casos se pone de manifiesto superficialidad. Los temas no están suficientemente estudiados y conocidos. Estoy esperando que llegue la propuesta finalizada para poder sacar conclusiones.
—¿Qué temas le preocupan y no están suficientemente estudiados?
—Debemos actuar con serenidad y no precipitarnos a sacar conclusiones hasta que no estén mejor definidas las propuestas. Este momento del país merece tener paciencia y serenidad.
—¿En ese sentido, cómo ve al Frente Amplio? ¿Prudente o precipitado?
—El Frente tiene que serenarse. Estamos ansiosos en todas las cosas. Nos precipitamos rápidamente para mirar a la oposición y también para conversar entre nosotros mismos.
—¿Ve problemas en la dirección del Frente Amplio?
—Tenemos que ayudarnos a valorar todas las iniciativas, todas las preocupaciones de todos los compañeros, pero sin precipitarnos a sacar conclusiones que no nos permiten definir claramente lo principal. El Frente necesita jerarquizar objetivos.
—Están golpeando en todos los sentidos con la misma intensidad...
—Sí. Demasiado. Estamos desordenados.
—¿Las candidaturas a la Intendencia de Montevideo son parte de ese desorden?
—Es notorio. Son muy buenos los candidatos, muy buenas las tres personas. Incluso con fortalezas respecto a la elección nacional, porque en el departamento son conocidos los tres. Pero ninguno de los tres necesitaba pasar por ese proceso tan desordenado.
—¿Y qué es “lo principal” de lo que hablaba?
—Lo principal siempre es la razón que hace necesaria la propuesta frenteamplista y la existencia del propio Frente Amplio. Eso siempre es lo primero. Más importante que muchas cosas y más importante que cada uno de los sectores y movimientos. Y también más importante que cada uno de los dirigentes.
—¿Los dirigentes y los sectores se están anteponiendo a la razón de ser del Frente Amplio?
—Creo que lo pude decir claro. No es fácil a veces, pero creo que lo pude hacer. Lo principal primero, después lo otro.