El empresario uruguayo que ilumina aeropuertos, hoteles y estadios en todo el mundo
Darko Lighting cuenta con filiales en Argentina, Costa Rica, Ecuador y Uruguay, y proyectos realizados en más de 19 países para marcas como Amazon, IBM, Botnia, Techint, Itaú, HSBC, Audi, Adidas, Nike y Forever 21
Por Andrea Sallé
Especial para El Observador
Roberto Rosenblatt sabía desde los 11 años que quería ser ingeniero en aeronáutica para trabajar con cohetes, y aunque se licenció con ese título en Israel, las vueltas de la vida lo llevaron por otros caminos. Trabajó 12 años como ingeniero responsable de desarrollo de nuevos productos en la empresa uruguaya Conatel, donde generó su background y donde vio que era posible trabajar desde Uruguay para el mundo. A fines de los años de 1980 decidió emprender por su cuenta y, tras un año y medio de transición, dejó Conatel para asociarse con su amigo de toda la vida, el ingeniero en electrónica Daniel Ascher y liderar juntos Darko Lighting, empresa dedicada a generar proyectos de iluminación.
Desde el comienzo decidieron que no se centrarían en la iluminación comercial, sino en vender proyectos técnicos, un concepto innovador para la época y que les permitió estar a la vanguardia del negocio en Uruguay durante diez años. Visitaban ferias en Europa e importaban los productos desde Italia, por el buen diseño, la innovación, la calidad y el bajo costo de aquel momento. Esos primeros años de ventaja les permitieron formar una base sólida en conocimientos, experiencia y prestigio. Hoy, con 30 años en el mercado, Darko Lighting cuenta con un equipo de 60 personas, filiales en Argentina, Costa Rica, Ecuador y Uruguay, y proyectos realizados en más de 19 países para marcas como Amazon, IBM, Botnia, Techint, Itaú, HSBC, Equifax, Audi, Unilever, Adidas, Nike, GAP, Forever 21 y Sodimac. Entre los proyectos más importantes realizados en Uruguay se incluyen el aeropuerto de Carrasco, el edificio Celebra de Zonamerica, la Torre de Antel, el Antel Arena, las torres del World Trade Center, los hoteles Aloft, Hampton by Hilton y Hyatt Centric, los shoppings Costa Urbana y Nuevocentro, la rambla de Piriápolis y el Centro de Convenciones de Punta del Este.
¿Cómo fueron esos primeros años de Darko?
Cuando empezamos éramos dos, mi socio y yo. Trabajábamos en un lugar chiquito y hasta cualquier hora. Nuestra primera obra importante fue el McDonald’s de 18 de Julio y Ejido, y nuestra primera obra grande el hotel Lafayette, que fue una enseñanza desde todo punto de vista. Lo que cambió todo fue el año 1994, porque fue cuando abrieron los shoppings Punta Carretas, Portones y Tres Cruces. Era un pico de trabajo nunca visto para nosotros. Armamos un grupo junto con una agencia de publicidad para captar la mayor cantidad de locales posibles y eso nos permitió, más allá de tener muchísimo trabajo en un período de seis meses, conocer a un montón de clientes nuevos. Tuvimos la “desgracia” de cotizar para los tres shoppings y perder los tres, lo cual fue dramático porque creíamos que era una barrera infranqueable.
Pero el haber perdido nos dio tiempo para dedicarnos a los locatarios, así que, en vez de tener un cliente tuvimos doscientos y eso nos catapultó muy fuerte hacia adelante, porque muchos eran gente nueva que empezaba a abrir nuevos locales y nuevas sucursales, y nos creó una base de trabajo infinita. Después aparecieron otros proyectos como el Radisson Victoria Plaza, que fue una obra gigantesca que nos permitió entender cómo se maneja una obra grande. No es lo mismo manejar un local comercial de 40 m2 que una torre de 25 pisos.
¿En qué momento se internacionalizaron y cómo fue ese proceso?
En el año 2002, con la crisis, nos quedamos con cero trabajo. Éramos 15 y en un momento no sonaba el teléfono, no había obras, no había dinero para nada. Nos vimos en la disyuntiva de cerrar y nos dolía mucho porque formar gente acá adentro te lleva años. Justo una persona que era socia nuestra en determinados emprendimientos colaterales comentó sobre un arquitecto uruguayo que estaba trabajando en Costa Rica; nos contactamos y nos dijo que fuéramos. Él estaba trabajando en el hotel Four Seasons en la frontera norte de Costa Rica, un proyecto muy grande. En la segunda mitad del 2002 yo viajaba tres semanas para allá y volvía una. Fue un período muy complicado porque no teníamos prácticamente dinero. Fuimos peleando por ese hotel hasta que salió la obra y esa fue la semilla que generó la primera incursión en el exterior. En 2003 sumamos Argentina, en 2004 Almería (España), en 2007 empezamos las incursiones en Colombia y abrimos en 2009, y en 2015 México. De todo ese paquete se cayeron México, España y Colombia por distintas razones.
¿Planean seguir creciendo en el exterior?
Estamos olisqueando distintos países pero para ir a otro país primero tiene que haber una oportunidad, tener a las personas apropiadas para eso —los primeros años son una época de muchísimo trabajo y pocos recursos de todo tipo— y normalmente decimos que tenemos que tener un padrino, alguien que valore lo que hacemos, que nos abra las primeras puertas.
¿En qué proyectos están trabajando ahora?
Estamos trabajando en la torre nueva del WTC, en la embajada de Estados Unidos en Uruguay, en un par de torres en Punta del Este, en el aeropuerto de Laguna de Sauce y para el puerto de Montevideo, entre otros. El año pasado trabajamos en el freeshop de Río Branco, en varios hoteles Westin de Costa Rica, en los bancos de Costa Rica y Guayaquil y en el estadio de Boca Juniors en Argentina.
Estamos olisqueando distintos países pero para ir a otro país primero tiene que haber una oportunidad, tener a las personas apropiadas para eso
¿Proyecciones para el 2020?
Por formación y deformación vamos por todo lo que podamos. No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando a que nos caigan las cosas —por suerte nos caen muchas—, tenemos que salir a buscarlas.
Todo el tiempo estamos viajando, contactando, buscando oportunidades y el límite que tenemos hoy es nuestra capacidad instalada. Nuestro mercado no es la iluminación en Uruguay, nuestro mercado es la iluminación.