Innovación a cielo abierto: estos son los posibles destinos para el dique Mauá
Conocé los proyectos premiados en el concurso de ideas urbano-arquitectónicas que convocó el MIEM con apoyo de la Facultad de Arquitectura
Cuando en diciembre de 2017 la cámara de Senadores aprobó un proyecto de ley que habilitaba la enajenación de dos predios del dique Mauá para que Juan Carlos López Mena construyera una nueva terminal portuaria para pasajeros, muchos de los actores políticos que levantaron la mano en el Parlamento de seguro no se imaginaban toda la polvareda que se iba a levantar después.
Porque la sociedad civil organizada –los vecinos del barrio, la Sociedad de Arquitectos del Uruguay y la Facultad de Arquitectura– se pronunció en contra y con varias idas y vueltas de por medio, la propuesta del empresario argentino fracasó.
Pero más allá de todos los dilemas que se despertaron con la posible enajenación, la pregunta que quedó abierta fue: ¿Qué se hace, entonces, con los kilómetros en deterioro de la rambla Sur? Porque en una zona empapada en cultura popular, con una ubicación estratégica con el centro de Montevideo a pocos kilómetros y con la potencia para convertirse en un espacio público de calidad por excelencia, el dique Mauá no debería estancarse en el tiempo como el “nido de ratas” que es hoy, como lo definió el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi. Es por eso que el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) en conjunto con la Facultad de Arquitectura organizaron un concurso de ideas urbano-arquitectónicas para el área Dique Mauá.
Entre los más de 50 trabajos presentados, tres fueron premiados por el MIEM y uno por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Una vez gratificadas, estas ideas pasaron a ser propiedad del ministerio organizador que puede hacer uso de ellas aisladamente o en conjunto. Pero en todos los casos, se trató de iniciativas de largo aliento que buscan incorporar nuevos usos a los edificios en desuso y sus alrededores, conservando su valor patrimonial e integrándolos al espacio público que lo rodea. A su vez, se incluyen propuestas para el ex Gasómetro.
Los proyectos ganadores del primer premio del concurso fueron Patio Mauá y Biosur. El primero, a cargo de los arquitectos Julio Pereira Arbiza, Gerardo Martínez, Camila Belén Rocha Branca, Germán Menditegui Pereyra, Gonzalo Núñez Bonjour, Gastón Vaiture Azzi, Lucía Bacque Viviano, Lucía Pucci, Garmendia y Julia Costa Osimani. El segundo, creado por los arquitectos Andrés Gómez y Pablo Ferreiro del estudio Afra y Marcos Amadeo, Fernando Cynowiec, Juan Granara, Adrián Russo y Alexis Schächter de Monoblock. Cada proyecto recibió US$ 20 mil.
Postproducción de un dique, que obtuvo la primera mención y Plataforma de Urbanidades, que ganó el premio de la ANII por la idea más novedosa, recibieron US$ 10 mil.
Patio Mauá
Partiendo de la idea de que esta porción de la rambla montevideana es protagónica para el barrio y para la ciudad en sí misma, el equipo responsable de Patio Mauá consideró necesario reivindicar el espacio público y el valor paisajístico que se ha perdido allí, recuperar ciertas estructuras que poseen un alto valor patrimonial –el reloj, las carboneras y parte de la muralla que da al río– y congeniar toda una propuesta que fusione programas públicos y privados para hacer de todo esto algo rentable.
El proyecto se plantea en distintas fases. La primera de ellas propone que detrás (hacia el este) del emblemático edificio del reloj se realice la Plaza del Reloj que esté vinculada con la rambla. En tanto el edificio, sería intervenido y readecuado para la posterior instalación de oficinas de ciertos organismos del estado y de capacitación laboral, además de espacios dedicados al desarrollo de las artes. Pereira Arbiza explicó que esta fase tiene asignados programas (e inversión) de carácter público y que la idea de las oficinas se evaluó considerando las condiciones del barrio –“con una impronta que habilita espacios para formación permanente del empleo”– y tomando en cuenta que el propietario es el MIEM. “Consideramos que el espacio público no solamente es espacio de ocupación y disfrute sino también un espacio activo que proponga y forme a la población”, sostuvo el arquitecto para explicar el por qué detrás de las oficinas de capacitación.
La Plaza del Reloj, hacia el este, se conecta con un espacio conformado por el edificio de las carboneras y por otro que está por debajo del nivel de la rambla denominado Paseo Público. En toda esta parte se genera una espacialidad contenida (del viento, por ejemplo) que incluye venta de pequeños emprendimientos, servicios gastronómicos y plazas de comida adentro y a cielo abierto.
La novedad edilicia (todo lo demás supone recuperación) sería la construcción de un edificio de 12 niveles que, según Pereira Arbiza, está por debajo de la altura de los que están en la vuelta. “Trabajamos mucho la topografía para poder habilitar todas las visuales de la rambla y no perder ningún tipo de horizonte”, agregó el profesional.
El nuevo edificio tendría niveles públicos, una plaza elevada con un mirador y otros pisos con oficinas rentadas por el Estado para espacios de coworking, con desarrollo de nuevas modalidades de trabajo.
Considerando que en la actualidad, la rambla en la zona del dique se volvió un estacionamiento gratuito que contamina visualmente el horizonte hacia el mar, los arquitectos pensaron que lo ideal sería que se prohibiera estacionar en esa parte de la rambla. Entonces, idearon un espacio verde (al lado del edificio nuevo) que por debajo tendría dos niveles de estacionamiento pago.
Tanto el alquiler de las oficinas como el estacionamiento y la instalación de los emprendimientos privados en el sector gastronómico tienen entre sus objetivos generar una ecuación económica que lo vuelva sostenible y no genere mayores gastos a la administración pública.
Por otro lado, a la vieja estructura cilíndrica en desuso del ex Gasómetro se le colocaría una cúpula esférica para realizar proyecciones 3D con imágenes que remitan a la historia del barrio. Este lugar también podría funcionar ocasionalmente bajo el involucramiento de emprendimientos privados de cine.
La propuesta, dijo el realizador, busca reafirmar la identidad barrial de Barrio Sur y Palermo. Pero además, tiene la potencia para impactar la zona de la Ciudad Vieja y contempla toda una agenda que tiene que ver con lo civil, la diversidad y lo cultural.
Biosur
Más allá de incorporar varias aristas interesantes desde la arquitectura, Biosur vuelca conceptos novedosos como la creación de una entidad regional y la construcción de una rambla balcón, que extendería el paseo costero por encima del nivel cero de la vereda.
Este proyecto consigna a partir de 2020 la recuperación y ampliación de los edificios de las carboneras junto con la activación de programas gastronómicos y distintos servicios (a través de concesiones). Al igual que en Patio Mauá, se propone un parking subterráneo con capacidad para 400 vehículos que aproveche las condiciones de desnivel que presenta el terreno y evite el conflicto que representa el estacionamiento gratuito actualmente utilizado para ingresar a Ciudad Vieja.
“Cuando llueve en Montevideo, no hay lugares cerrados públicos como para ir más allá de un shopping, y mucho menos en la rambla”, dijo el arquitecto Andrés Gómez quien entendió que crear estos espacios amplia el valor de lo público.
Otro de los puntos de Biosur supone crear incubadoras para la investigación e innovación que estarían detrás del edificio de las carboneras. Para 2030, comenzaría la refuncionalización del edificio del reloj con oficinas y salas relacionadas al MIEM y se crearía el Edificio Blanco, destinado a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. En esta porción del predio se plantea un primer patio con un espacio central de encuentro que enmarca los recursos minerales del país. El segundo patio, es el que contiene a su alrededor las incubadoras y las carboneras. Todos estos sectores, rodeados de espacios verdes con vegetación.
Entre 2040 y 2050 se pondría en marcha el edifico del ex Gasómetro y se incorporaría la rambla- balcón. Además de crear un nivel elevado, Biosur propone un ensanchamiento de la Rambla Mauá (así la llaman) que agrega 25.000 metros cuadrados de nuevo espacio público.
Por su parte, la infraestructura cilíndrica del tanque de gas devendría en un edificio. Y allí se alojarían un museo de arte popular local, un pequeño auditorio y la sede de Biosur, una operación regional que centralizaría “la gestión del territorio administrado en términos de recursos naturales y culturales, producción y paisaje” y concentraría a la comunidad científica y a la sociedad entera a través de la educación y concientización, según se explica en la memoria del proyecto. El arquitecto explicó que se trata de una entidad que tome decisiones en materia ambiental y posicione Montevideo en la región.
Primera mención y Premio ANII
Postproducción de un Dique fue el trabajo en conjunto de los estudios MAPA y Bulla que obtuvo la primera mención en el concurso del MIEM. Con un fuerte tinte ecológico y sustentable, este proyecto propone que toda nueva construcción sea de madera, que se eliminen barreras físicas para asegurar la accesibilidad pública y que se creen nuevos paisajes con espacios verdes. Además, se apoya en la noción de postporducción para abordar la complejidad del área del Dique Mauá desde tres dimensiones complementarias: superar la obsolescencia del dique y el ex Gasómetro y transformarlos para integrarlos a la ciudad desde la productividad, considerar que se trata de una era global e hiperconectada y renunciar a la idea de que se trata de un proyecto acabado.Primera mención y Premio ANII
Postproducción de un Dique fue el trabajo en conjunto de los estudios MAPA y Bulla que obtuvo la primera mención en el concurso del MIEM. Con un fuerte tinte ecológico y sustentable, este proyecto propone que toda nueva construcción sea de madera, que se eliminen barreras físicas para asegurar la accesibilidad pública y que se creen nuevos paisajes con espacios verdes. Además, se apoya en la noción de postporducción para abordar la complejidad del área del Dique Mauá desde tres dimensiones complementarias: superar la obsolescencia del dique y el ex Gasómetro y transformarlos para integrarlos a la ciudad desde la productividad, considerar que se trata de una era global e hiperconectada y renunciar a la idea de que se trata de un proyecto acabado.
¿Se imagina una plataforma peatonal kilométrica superpuesta con los flujos vehiculares? Plataforma de urbanidades, la idea más novedosa que ganó el premio ANII lo propuso. El proyecto establece, entre otras cosas, la creación de una placa de 70 metros de ancho extendida sobre la rambla, desde la calle Carlos Gardel (donde está el ex Gasómetro) hasta la escollera. Se trataría de un soporte público con espacios destinados al ocio, el deporte y a la cultura. Además, se propone demoler el borde que está sobre la playa del Gas para crear una nueva playa.
Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 01 noviembre 2019