Expectativa por el impacto de UPM 2 en el mercado de tierras
En tanto la compañía priorizará asociaciones con productores para lo que deba comenzar a forestar, operadores entienden que la nueva planta igual dinamizará el mercado, al menos en forma leve
Apenas UPM anunció que instalará una segunda planta de producción de celulosa en Uruguay –en pueblo Centenario, en el sur de Tacuarembó–, se generó expectativa sobre cómo puede impactar eso en el mercado de compra-venta y arrendamiento de campos, principalmente en superficies próximas a esa zona céntrica del país.
La compañía adelantó que para abastecerse de materia prima –madera de eucaliptus– potenciará el recurso que más ha utilizado en los últimos años, la asociación con productores dueños o tenedores de superficies forestables, dejando en claro que la compra o arrendamientos de nuevas tierras no es el camino prioritario para una firma que ya dispone de unas 300 mil hectáreas, lo que le permite estar no lejos de satisfacer su mayor demanda.
Diversos operadores, consultados por El Observador, estiman que el mercado igual puede dinamizarse, al menos en forma leve.
Eso dependerá de diversos factores y entre ellos sobresale uno, con base en que cerca de la futura planta no sobran campos apropiados en los que invertir: la eventual recategorización de la aptitud de los suelos que se puede lograr por parte de dueños y otros tenedores de los mismos, dado que todo desarrollo forestal debe cumplirse en superficies autorizadas, conforme se estableció por ley, estando ya definido en todo el territorio cuáles son los suelos habilitados para la instalación de nuevos bosques.
Fuentes del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) precisaron que si un productor quiere revisar lo dispuesto para su propiedad, porque entienda que áreas de su campo puedan ser recategorizadas, debe tramitarlo ante la Dirección General de Recursos Naturales Renovables del mencionado ministerio. También dijeron que no es esperable un aluvión de solicitudes y, especialmente, de respuestas favorables, básicamente porque a nivel oficial se entiende que aún queda en el país mucho campo de aptitud forestal declarada sin ser forestado.
Por otro lado, desde el sector productivo se entiende que el camino de la recategorización se ha emprendido en otras instancias y puede volverse a recorrer dado este nuevo emprendimiento agroindustrial, sobre todo cerca del emplazamiento de UPM 2.
Los negocios son puntuales
En un escenario de actividad retraída, especialmente en los últimos cinco años, la existencia de nuevos negocios por disponibilidad de tierras vinculadas a la agroindustria forestal es algo que sucede en forma “muy puntual”, precisó Gustavo Blanco, responsable del área de comercialización de campos en el escritorio Valdez y Cía, ubicado en Tacuarembó.
Pablo Valdez, director de dicho escritorio, admitió que tras el anuncio de UPM –sucedió el martes de la semana pasada– “hay expectativa” y que, a la vez, “se sabe que ya hubo algún negocio, que operó gente que lógicamente no iba a esperar a que se apruebe lo de la planta para salir a invertir, pasó y no es ninguna sorpresa”.
Sobre la fluidez que pueda surgir en el señalado mercado, Valdez entiende que dependerá en gran medida de los negocios que la compañía finlandesa proponga a la hora de abastecerse de materia prima.
Blanco y Valdez coincidieron al señalar la relevancia de una eventual recategorización de los suelos, especialmente los próximos a la nueva planta, que son los más atractivos considerando “los altos costos que hay en el país, entre ellos el de los fletes”, puntualizó Valdez, quien admitió que en el sur de Tacuarembó hay muchos campos donde no se permitió en su momento forestar, “pero capaz ahora eso cambia en el marco de las negociaciones de la empresa con el gobierno”.
La realidad es que campos disponibles con suelos de aptitud forestal quedan muy pocos en la zona donde accionará UPM 2, por lo tanto se entiende que es relevante “agrandar el espectro”, indicó Blanco.
La demanda
En declaraciones a Tiempo de Cambio, en radio Rural, Javier Solari –vicepresidente de UPM– informó que la producción de las dos plantas de UPM –la ya existente en Fray Bentos y la proyectada en pueblo Centenario– requerirá el abasto de materia prima desde un área de bosque de 389 mil hectáreas, entre tierras propias y las involucradas en el programa de fomento que la empresa ha emprendido.
Ese programa, básicamente, establece que el productor pone las tierras y la empresa la tecnología del cultivo, genética, manejo y cosecha, con diversos modelos de negocios que los vincula.
En tanto, en Valor Agregado, en radio Carve, Solari dijo que de acuerdo a la demanda de materia prima proyectada “el área deberá crecer en unas 60 mil hectáreas (para llegar a esas 389 mil)” y que eso será desarrollado “a través de nuestro programa de fomento”.
Aclaró que la compra de tierra “no es algo que estemos utilizando en los últimos cinco años como modalidad de crecimiento. En general se hace bajo la alianza con los productores”.
Añadió que el área prioritaria para sumar tierras para la forestación, bajo ese sistema de alianza, es de unos 50 a 60 kilómetros a la redonda de Paso de los Toros.
También expresó, en el caso de los arrendamientos, los valores se ubican entre los de una renta agrícola y una ganadera, en un rango de US$ 150 por hectárea al año, aunque precisó que el precio “siempre depende de muchas variables”.
“Ofertas hay, faltan interesados”
Blanco comentó que si bien hay pocos negocios por campos, “oferta hay, faltan interesados”. Y admitió que últimamente la mayoría de lo que se comercializa es con destino a uso ganadero, con menos participación del rubro forestal y del agrícola, en esa zona del país.
Valdez dijo que, también, puede haber “privados” que decidan, “a su riesgo”, adquirir campos o arrendarlos para darles un uso forestal, por ejemplo pensando en vender el monte dentro de unos años.
Otro detalle, señalado por Blanco como una limitante, es que a veces el traspaso de un campo que tenga suelos de aptitud forestal se demora porque la mayoría de los que venden aspiran a seguir en el negocio y deben ubicar, para ello, otro campo en el que invertir, que esté al alcance de su bolsillo, por ejemplo en el basalto profundo, campos que no busca la forestación y que suelen tener mayor valor dada su utilidad ganadera y/o agrícola.
Blanco puso el foco también en otro aspecto que se considera en estos negocios: la renta que se suele pagar por un campo en el que se foreste es por área efectiva, es decir, por el suelo donde se instala el monte –en el mejor de los casos es el 65% del área total del campo, “aunque el campo sea un plato”–, con valores que están arriba de los US$ 200 por hectárea al año, cuando en el caso de las rentas ganaderas son menores, la mitad de eso, pero por las hectáreas reales del campo.
Llegada de UPM sostuvo los precios
Pablo Albano, responsable del departamento de comercialización de campos en el escritorio Zambrano y Cía, entiende que para el mercado de la tierra el nuevo emprendimiento de UPM “es positivo” y “reafirma” un escenario que se venía apreciando, el de inversores comprando campos para forestar.
La decisión de UPM contribuyó a que se mantenga cierto dinamismo y a que los precios en ese segmento de uso de la tierra se sostengan y no hayan descendido, como sucedió en otros casos, donde se ha observado una baja importante, con un eje ubicado en más del 20% y en casos hasta del 40%. Precisó, en ese marco, que lo que ha ocurrido “no quiere decir que los precios de los campos vayan a subir”.
También puntualizó que ese escenario afectado positivamente no se extiende a todo el país, dado que por la ubicación de la nueva planta se focaliza en un radio de no más de 200 kms.
“La mayoría de los campos forestales buenos ya se han vendido, no hay una sobreoferta, todo lo contrario, hay más demanda que oferta”, analizó Albano, quien relativizó la incidencia de una eventual categorización para flexibilizar lo dispuesto y que haya más campos aptos para ser forestados.
La forestación en Uruguay
Con base en datos de la Dirección General Forestal del MGAP, el área de bosques en Uruguay es de unos 2 millones de hectáreas, el 60% con bosques plantados y el 40% con bosques nativos.
De las 17,6 millones de hectáreas de superficie terrestre que dispone el país unas 16,4 millones de hectáreas se pueden utilizar en actividades agropecuarias, con un 5% de dicha área cubierta por bosques nativos y un 6,5% por bosques implantados.
En el 1,2 millones de hectáreas de bosques plantados hay una elevada tasa de reforestación donde se cosecha, lo que sucede de la mano de material genético de avanzada que ambienta mejores índices productivos, y existe la incorporación de un promedio de 20 mil has nuevas cada año al área forestal nacional.
Se estima que hay en Uruguay unos cuatro millones de hectáreas forestables, por lo que la disponibilidad de espacio para avanzar en plantaciones no es un obstáculo.
Los precios
Durante el primer semestre de 2018 el arrendamiento de un campo con destino forestal promedió en el país US$ 167 por hectárea, con un crecimiento entonces de 14% con relación a igual lapso del año anterior, según se divulgó en el último análisis de estos negocios realizado por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Ese promedió fue superado solamente por el destino “agricultura de secano” (US$ 237/ha), quedando por encima de otros destinos, entre ellos el ganadero, el lechero y el arrocero y también las combinaciones productivas, como el uso agrícola-ganadero.
En tanto, otro estudio de la DIEA reveló que en todo 2018, en Tacuarembó, hubo 56 operaciones de compra-venta de campos, involucrando en total a 10.422 hectáreas y un precio promedio de US$ 3.493 por hectárea (por encima del promedio nacional de US$ 3.257), promedio solo superado por los negocios concretados en Soriano, Río Negro, Maldonado, Colonia, Canelones y San José.