El voto en el lugar en que se instalará UPM
En Pueblo Centenario manda el Partido Nacional aunque a influjo de la pastera; el Frente Amplio busca dar el batacazo para romper con la tradición
Entusiasmo, ilusión e incertidumbre son las tres palabras que más repiten los poco más de mil pobladores de Centenario cuando se les pregunta acerca del futuro del pueblo, cuya existencia muchos conocieron a partir de la posible instalación de la segunda planta de celulosa de UPM.
Ubicado en el kilómetro 294 de la ruta 5, apenas separado de Paso de los Toros por el río Negro, Centenario se caracteriza por ser un pueblo blanco y así lo manifiestan sus calles, la cartelería pública y columneras que se pueden observar al recorrerla.
Con la llegada de la empresa finlandesa considerada prácticamente un hecho, las preocupaciones locales en esta campaña electoral pasan por cómo hará para enfrentar el aluvión de gente que se instalará durante la construcción de la planta y el ferrocarril, ya que todos descuentan que se solucionará el problema del empleo.
A diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, donde los líderes del Partido Nacional han criticado el “secretismo” de las negociaciones con UPM y algunas de las concesiones que el gobierno concedió, en Durazno el intendente Carmelo Vidalín se embanderó con el proyecto y salió a defenderlo a capa y espada. Eso lo ubica en sintonía con el Frente Amplio, que promueve la llegada de la pastera, principalmente porque dará trabajo. Vidalín considera que ambas inversiones son “fundamentales” para que las “golondrinas no abandonen su nido, la familia permanezca unida y haya trabajo digno”.
“Será un cambio radical. Nosotros todavía podemos dejar las cosas afuera de noche. Seguramente vendrá de todo y nos tendremos que ir acostumbrando. Nos imaginamos cómo será con mucha más población y los riesgos, acá hoy en día nos conocemos casi todos y sabemos lo que hacemos”, dice Óscar Amarillo, militante del Frente Amplio, desde su casa frente a la ruta por la que a diario circulan centenares de camiones.
A unos pocos metros, en la entrada al pueblo, al lado de un local de la iglesia Universal del Reino de Dios, Amarillo está terminando de refaccionar lo que será la sede del Movimiento de Participación Popular (MPP), el sector que lidera José Mujica y que aspira a pelear el gobierno departamental. La tarea que tiene por delante parece difícil. En 2014, Vidalín recibió 27.469 votos en Durazno, bastante más del doble de los 11.379 que recibió la coalición de izquierda y en Centenario la proporción es similar.
A menos de media cuadra de la sede del MPP, las fachadas se pintan de celeste y los mensajes de “intendente Vidalín” se multiplican. En la puerta de uno de los locales, Óscar Denis destaca que el jerarca peleó por la llegada de la planta, principalmente cuando se especulaba con que se ubicaría en Tacuarembó. “En esta zona lo están apoyando mucho por eso”, dice, y advierte que los problemas sociales que surgirán y cómo cambiará la seguridad, son los temas de la campaña
Esas preocupaciones son compartidas con Juan Bardier, votante frenteamplista, que señala que a una cuadra de su casa están construyendo “un mega salón para hacer un prostíbulo, con todas las cuestiones legales”. “No tenemos cómo negarnos”, dijo.
A mitad del año pasado, la consultora EIA elaboró un informe de evaluación ambiental que advirtió que “la llegada de personas foráneas puede aumentar la inseguridad en las localidades en esta zona (...) y motivar la aparición o el incremento de la prostitución, la venta y consumo de alcohol y drogas y, en general, la agitación de la vida nocturna y de comportamientos antisociales como delincuencia y violencia”.
Uno de los pedidos de los vecinos a los políticos es que se refuerce la seccional policial de la zona, que actualmente cuenta con trece oficiales y solo un auto, informó a El Observador el secretario de la Junta de Centenario, Eduardo Bovio.
Pese a que los registros de desempleo en Durazno son de los más altos en el país, este no es un problema que se escuche en Centenario, y mucho menos que se achaque a la gestión municipal ni nacional. Los vecinos explican que es un pueblo de funcionarios públicos y jubilados que disfrutan de la tranquilidad de vivir sin rejas. “La mayoría de las fuentes de trabajo son entes públicos como Antel, AFE y UTE o el batallón de Artillería del Ejército, aunque todo queda en Paso de los Toros”, cuenta Juan Carlos Pérez, dueño de la barraca La Ruta. El empresario, votante blanco, dice que debido a la baja productividad de los suelos predomina la ganadería extensiva y que “lo bueno” de que “no haya fábricas” es que “no cierran”.
El resto son jubilados. Uno de ellos es Epaminondas Ávila, hijo de los primeros pobladores de Centenario y que de niño vivió el último shock de la zona. El primero ocurrió en 1886 cuando llegó el ferrocarril, el segundo fue en 1927 durante la construcción del puente que permitió que el río tenga que dejar de cruzarse en balsa y el tercero fue entre 1936-1945, con la construcción de la represa de Rincón del Bonete.
“Era todo baldío, con el tiempo ha ido cambiando para bien el pueblo”, dice antes de expresar su desconfianza hacia las promesas de los políticos, aunque se confiesa colorado y todavía guarda un gorro que dice “Batlle presidente” en el living de su casa.
Evolución demográfica de Pueblo Centenario
1963: 826 personas
1975: 940 personas
1985: 880 personas
1996: 913 personas
2004: 1.038 personas
2011: 1.136 personas
Las cianobacterias y el río
Ávila también vio cómo empeoró la calidad de las aguas del río Negro. El color cristalino ya es historia y ahora los vecinos se han acostumbrado al verde de las algas y cianobacterias. Mejorar esa situación es otro de los pedidos que repiten. El intendente está de acuerdo, pero asegura que no tiene recursos para corregirlo.
“Para ingresar a las playas de Rincón del Bonete y poder bañarme con determinada tranquilidad tengo que entrar apartando las algas, las microcistinas y las cianobacterias durante 300 o 400 metros”, reconoce. En marzo el gobierno anunció un plan para atacar las fuentes de contaminación a través de un proyecto de trabajo a tres años, similar al que se aplica en el río Santa Lucía. Amarillo recuerda cuando era joven e iba a “llenar el bidón de agua al río” mientras jugaba al fútbol. “Tomábamos agua de ahí y ahora no se puede ni bañarse”, lamenta sin adjudicar responsabilidades.
Descontento que repite el voto
Juan Bardier tiene 39 años. Nació en Paso de los Toros y hace siete que se mudó a Pueblo Centenario. Dice que le preocupa cómo la población está tomando la llegada de la pastera y considera que hay demasiadas expectativas en este año electoral. Rechaza la instalación de UPM y considera que es un “mal negocio para el país”.
“Habrá 500 camiones más en la ruta, que ya está saturada. Ni que hablar ambientalmente, el río está contaminado. Esas cianobacterias que en Montevideo se sorprenden ahora, las tenemos hace más de diez años. Vienen de Brasil pero también son por el sistema de agricultura que se realiza. Tenemos que traer soluciones no más problemas. El río no va a poder con este monstruo”, cuenta y agrega que Uruguay está “rifando” su soberanía. “Yo entrego mi soberanía cuando voto y me siento defraudado con esto”.
Pese a su molestia, piensa volver a votar al Frente Amplio. “Creo que en gran parte las políticas sociales y el desarrollo de la política es bastante acertado pese a las discrepancias que tengo con este proyecto. Estoy muy cauteloso escuchando y viendo lo que plantean. Hoy lo voto porque es la menos mala de las opciones”.
Desde su casa a orillas del río Negro, desde donde se ven los campos que ya compró la empresa, dice que su “gran esperanza” es que “sea una movida electoral y que después que pasen las elecciones se rompa este contrato y no venga UPM”.
“Es lo que anhelo que suceda, que sea una estrategia política, aunque a mí no me están convenciendo. Hay gente que le dicen que va a haber trabajo y lo estimula, a mí no porque pienso más en mi hijo, en el futuro”, sentencia.
¿Cuánto aumentará la población con UPM?
En caso de concretarse la llegada de la empresa finlandesa, Centenario podría pasar a contar con el doble de población que actualmente. Según el estudio de impacto ambiental presentado en una audiencia pública, entre 630 y 1.270 personas –como máximo– arribarán a la zona para trabajar durante las fases de construcción de la planta.