Rodando se va el negocio
Pese a tener un volumen abundante y de calidad, Uruguay no puede aprovechar el potencial de la madera de mayor valor porque costos lo dejan fuera de mercado
La cadena forestal –incluyendo la celulosa–es hoy el rubro de bienes que le genera más divisas a la economía uruguaya por su comercio exterior (US$ 1.660 millones en 2018). Sin embargo, un nicho relevante de ese sector –la madera gruesa de mayor diámetro y valor– no puede explotar su potencial, producto de la incapacidad de industrias y aserraderos para absorber las cosechas de pinos y eucaliptos que levanta el país cada año, y que continuarán en ascenso con el devenir del tiempo.
El año pasado, Uruguay exportó un récord de 1,95 millones de metros cúbicos de pino grueso en rolos. La mala noticia fue el precio recibido por esa materia prima para las expectativas previas que tenían los productores que apostaron a implantar esa variedad hace más de una década. El m3 de pino cotiza en los mercados internacionales entre US$ 60 y US$ 70, y el eucaliptos entre US$ 40 y US$ 50 por m3.
No obstante, al productor uruguayo le termina quedando entre US$ 2 a US$ 6 por m3. Eso por la fuerte incidencia que tienen los fletes de la madera hasta los puertos, dado que la mayoría de esos bosques está en zona alejadas como Rivera o Cerro Largo, explicó el gerente general de la consultora forestal Pike, Álvaro Pérez del Castillo.
Al pino hay que agregarle unos 200 mil m3 de eucaliptos grueso en rolos que también partió rumbo al sureste asiático (básicamente China) en 2018. En este caso, hay una restricción logística para transportar un volumen mayor porque este tipo de madera requiere cuidados especiales (evitar que se raje o se seque), por lo que debe transportarse en contenedores o bodegas. La alternativa para procesar esa madera gruesa pasa por el chipeado.
Actualmente en Uruguay hay cerca de 900 mil hectáreas forestadas, con volumen de extracción de madera que unos 16 millones de m3 al cierre de 2017, según datos de DIEA.
La celulosa, otro negocio
La pregunta natural que subyace es por qué Uruguay no aprovecha a volcar esa madera a la dos plantas de celulosa operativa o eventualmente a la tercera que está cerca de confirmarse.
En primera lugar, tanto Montes del Planta como UPM tienen sus propios montes, que abastecen gran parte de su ciclo industrial.
El otro aspecto es que la plantas de celulosa en Uruguay son de fibra corta, esto implica que consumen madera de eucaliptos fina. La madera para celulosa tiene un precio que ronda los US$ 60 por m3, pero descontando los costos de los fletes en Uruguay, su valor neto para el productor baja a un rango de US$ 6 y US$ 12 por m3, todo atado a las distancias de los bosques de los puertos.
Una opción para que Uruguay pueda aprovechar mejor su madera gruesa es que en un futuro pueda instalarse una planta de celulosa de fibra larga (pino), una posibilidad que Pérez del Castillo ve como “lejana” porque el área de esa variedad en el país se redujo en unas 30 mil hectáreas –actualmente hay unas 170 mil ha–, justamente por las pocas perspectivas comerciales que hoy tiene ese cultivo.
La mayoría de los productores locales ha optado por suplantar esa superficie con eucaliptos, un camino que puede profundizarse a futuro. Los tres o cuatro jugadores que tienen esta variedad toman la decisión de colocar la madera al exterior porque se ven obligados a reducir la dotación de plantas por hectárea (raleo), y también porque a veces necesitan obtener un ingreso por sus explotaciones de pinos. “Están esperando industrias hace 10 años. Llega un momento donde tienen que vender”, explicó Pérez del Castillo.
La consultora forestal, Rosario Pou, dijo esta semana al programa Tiempo de cambio de radio Rural que durante el primer trimestre del año el 40% de las exportaciones de madera correspondió a rolos de pino a precios deprimidos. La experta recordó que esos árboles en su momento recibieron “subsidios” del Estado para su implantación, sin embargo, hoy esa producción le está dejando poco valor agregado al país.
Pou consideró que Uruguay debería plantearse ofrecer un “marco interesante” para captar el interés de industrias transformadoras de maderas aserradas de “gran calidad y variedad”.
“Sabemos que el eucaliptos es muy bueno para la construcción, para marcos, para madera de ingeniería”, resaltó.
Los mercados y los costos
Para el docente de la Facultad de Ingeniería de la Udelar e integrante del grupo de Ingeniería de Procesos Forestales, Andrés Dieste, el principal motivo por el cual hoy no se instalan industrias para procesar pasa por la coyuntura externa de los mercados. Explicó que luego de la crisis de 2008, los grandes mercados consumidores de madera transformada aún no se han recuperado.
“Eso claramente no favorece el clima para las inversiones industriales en Uruguay. La alternativa que queda es exportar en rolos a bajo precio porque el consumo per cápita de madera en Uruguay es muy bajo”, señaló.
Pérez del Castillo acotó que también hay “factores internos” que restringen el desembarco de inversores externos interesados en montar plantas de tableros contrachapados o aserradores que agreguen valor a la madera. Puso como ejemplo, los costos de la energía y la mano de obra, así como el clima de conflictividad laboral.
Una de las empresas que apostó en 2004 a industrializar la madera gruesa en Uruguay fue la planta Urupanel que se dedicaba producir MDF y contrachapados en Tacuarembó. Una década más tarde bajó la cortina y dejó a más de 400 trabajadores sin su fuente laboral. Hoy esa planta se reconvirtió, pero opera como un aserrado (Frutifor) donde trabajan unas 50 personas.
La otra industria grande (Lumin, previamente Weyerhaeuser) continúa hoy en actividad.
En total, genera empleo para unas 750 personas en forma directa y tiene una capacidad para producir 270 mil m3 anuales de paneles contrachapados.
Pou consideró que, así como el Estado ofreció ventajas a UPM para que pueda instalar su segunda pastera en Paso de los Toros, se podría pensar en algo similar para empresas que puedan conformar un clúster para instalarse en Tacuarembó, Melo o Rivera, en las cercanías de las plantaciones de árboles.
La firma Agroempresa Forestal (AF), uno de los grupos privados con mayor área forestada en Uruguay, es optimista con la llegada de inversiones en el corto plazo. “Vamos a hacer una fuerte apuesta en el exterior para que Uruguay tenga una nueva planta industrial”, anunció a El Observador esta semana su director, Franciso Bonino.
Más allá de la foto actual para la inversión industrial en Uruguay, el mercado de la madera parece tener un panorama alentador. Pérez del Castillo estuvo participando de conferencias con expertos en EEUU donde el mensaje que quedó sobrevolando es que, a futuro, “va a faltar madera” para las perspectivas de consumo que se avizoran. En particular, para nichos industriales como el de pañales para adultos –que se fabrican con celulosa– y todo el boom de las ventas por retail, que utiliza básicamente papel y cartón para el envoltorio de los paquetes.
El factor cultural
Dieste también identifica a un “factor cultural” que lleva a que Uruguay también tenga un consumo de madera per cápita sensiblemente inferior a los países desarrollados (EEUU, Europa, Canadá), o incluso en la región donde Chile avanza a paso firme.
En el caso del pino, el docente de la Udelar considera que además de un falencia cultural para incorporar esa materia prima, también existe un déficit de conocimiento.
“En Uruguay no sabemos construir con madera”, afirmó. Añadió que recién en los últimos años se inició un camino incipiente con la formación de capital humano en las facultades de Ingeniería y Arquitectura de la Udelar y la ORT. Uno de los preconceptos que tiene la madera es que no permite construcciones de alturas. Sin embargo, Dieste recordó que hoy en Uruguay hay un hotel de tres plantas en la playa La Juanita de José Ignacio construido completamente con madera.
El experto es optimistas en que la construcción vaya incorporando cada vez más este insumo para la construcción de viviendas, producto de varias ventajas como la ambiental, un menor costo del flete (porque es más liviana que los materiales tradicionales) y el tiempo de ahorro en la hora de construir. Esto porque gran parte de las estructura se puede realizar a través de la prefabricación.
Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 13 abril 2019