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Esperando a UPM: ¿un milagro efímero?

Vecinos de Durazno y Tacuarembó preparan decenas de proyectos comerciales confiados en que la llegada de UPM los salvará del desempleo y dinamizará su economía. Otros creen que el milagro será solo una buena zafra y que tras la construcción de la planta volverán a lo mismo.

Centenario esperó 90 años a que llegara su momento de gloria. Era un pueblo que no tenía plaza, ni escudo, ni monumento. Para referirse a su hogar, los pobladores decían que vivían “en el puente”. Nadie celebró nunca su fundación porque no tenía, hasta el 29 de marzo pasado, una fecha de aniversario. En la entrada de esta pequeña y armoniosa localidad con 1.500 habitantes hay un hombre que se deja fotografiar en una plaza recién inaugurada.

Posa junto a una bandera que aletea en el cielo y la escultura dorada de un indio que mira hacia la Ruta 5, que se llama Fructuoso Rivera. Son tres semillas para hacer que brote un sentimiento de pertenencia a esta tierra, un rincón de Durazno nacido en 1930 durante la construcción del puente que cruza el Río Negro y cuatro kilómetros después da lugar a Paso de los Toros. No tiene prácticamente árboles, pero allí es donde la empresa finlandesa UPM tiene intención de colocar su segunda planta de celulosa.

En este poblado jugado al anonimato, sin banco, ni farmacia, ni restaurante, ni cajero automático, tendría lugar la mayor inversión alguna vez realizada en Uruguay. De concretarse, sería de US$ 4.000 millones, una cifra que los vecinos repiten sin saber exactamente qué sentir. El hombre que posa para las fotos sí sabe. Se llama Eduardo Bovio, es el secretario de la Junta Local del pueblo elegido, y asegura:

Hace dos años que nos preparamos para cuando llegue ese momento, pero la gente no está desesperada. Tenemos un diálogo permanente con UPM, sabemos que vamos a tener que desarrollarnos para ofrecer servicios y también cuidarnos para sufrir el menor impacto negativo cuando la construcción se termine.

De un lado y del otro del puente, en Centenario y en Paso de los Toros, están los que ven a esta planta como un milagro que los salvará del desempleo y los que creen que este furor será pasajero y dejará tras de sí más cambios negativos que buenos recuerdos. El temor a que sea la llave que incremente la inseguridad, la prostitución, un cambio del ritmo de vida y la posibilidad de heredar, una vez finalizadas las obras, una población ajena establecida que engrose las filas de desocupados, se opone al entusiasmo de autoridades y empresarios que piensan en el derrame de consumo y de nuevas oportunidades que traerá consigo. El estudio de impacto ambiental y social que encargó UPM proyecta la creación de unas 600 pequeñas y medianas empresas.

Por ahora esta historia se escribe en condicional. Mientras la empresa espera la autorización ambiental para la construcción y las intendencias afinan su nuevo ordenamiento territorial para, entre otras cosas, recategorizar los suelos de rurales a urbanos, en el centro del país cada vez más vecinos planifican un negocio que se vincule a su llegada. Golpean las puertas de la multinacional para pedir todo tipo de apoyos: desde su participación en un proyecto hotelero, hasta la donación de un terreno para construir un liceo. Si bien UPM está en un período de silencio, para este informe contestó que desde julio de 2016, además de realizar sesiones informativas públicas en la zona, mantuvo más de 100 reuniones con asociaciones, cámaras y comerciantes interesados.

Pero, a pesar de tanta ilusión, en cada una de las conversaciones con los vecinos surge la misma pregunta: ¿están realmente preparados para lo que se viene?

Una nueva vida.
En Paso de los Toros dicen que para ellos Centenario es como un barrio propio, por eso UPM es una alegría compartida. En este pueblo de 13.000 habitantes, de hijos y nietos de empleados públicos, se sobrevivió de espaldas a las inversiones privadas. Hasta ahora. Para Sebastián Furtado, secretario del Centro Comercial e Industrial local, esto generó una situación de desempleo “lamentable” ya que los comercios son todos “muy pequeños”. Los jóvenes, apenas pueden, huyen.

El alcalde Juan José López recibe a diario entre 30 y 40 personas desesperadas por conseguir trabajo. Cuando habla con ellos nota que “el vecino todavía no aquilata lo que se va a venir”.

-Yo no pienso en UPM, pienso en lo que derramará UPM y quedará en la zona: restaurantes, gomerías, galpones, hoteles, turismo... con eso cambiará todo. Desnorteados por el torrente de noticias estimulantes, como que la Sociedad Criolla firmó en febrero pasado un boleto de reserva con UPM por un terreno de seis hectáreas donde planea construir casas para sus gerentes; o que Alejandro Aizpún, el dueño del complejo turístico La Posta del Hum, adquirió otras 26 hectáreas para ampliarse y construir un condominio a orillas del Río Negro con todo tipo de comodidades y servicios; o que construirán un hotel cinco estrellas, los alquileres isabelinos ya subieron 40%.

-Por Paso de los Toros pasaron dos trenes: el primero en 1930 cuando se hicieron las represas, y el segundo es UPM. No nos lo podemos perder -dice Aizpún.

Pero, el alcalde López advierte que debe controlarse la ilusión, no vaya a pasar lo mismo que 30 años atrás en Melo, cuando la visita del Papa motivó todo tipo de negocios que no tuvieron clientes. Bovio, el secretario de la Junta del pueblo vecino, coincide: “UPM será una muy buena zafra y así se debe tomar, esto debe estar claro”.

Por la avenida principal de Centenario no se ven vehículos ni bicicletas. Las calles están vacías. En los pocos comercios del pueblo -menos de 20, cuentan sus habitantes- las puertas están abiertas haya o no alguien detrás del mostrador: la vida aquí todavía está acostumbrada a la seguridad y al silencio. Saben sus pobladores que este paisaje podría cambiar con la instalación de la planta siete kilómetros al suroeste. Por eso Jeniffer González, la dueña de un pequeño salón, planifica que de llegar UPM y obtener buenas ganancias, invertiría en:

-Cámaras, alarmas y rejas -dice sin tomarse tiempo para un respiro.

Bovio tiene claro que con la alegría vendrán “los chorros, la prostitución y la droga”. Para prevenirlo, el intendente Carmelo Vidalín anuncia que está trabajando “excelentemente” con el Ministerio del Interior en medidas que les permitan reaccionar a un futuro más violento.

Pero el aumento de los delitos no es la única preocupación. A unos metros del salón, una pareja atiende un local que vende artículos electrónicos. Ella, Leticia Olivera, deja salir una leve sonrisa cuando dice que escuchó rumores de que la iniciativa se podría caer.

-Este pueblo no está preparado para un proyecto así. El trabajo va y viene y por tener unos puestos más durante los dos años que duren las obras vamos a perder el río, que es lo único que tenemos.

Las autoridades de ambos pueblos dicen que la preocupación por la contaminación que sufre el río es antigua, y confían en que lejos de empeorar su estado, los controles recurrentes que se realizarán en el agua contribuirán a su mejoría. Pero esta suposición se enfrenta a las de otros grupos que aseguran que los efectos serán nocivos. Entre ellos los representantes de Unidad Popular, a quienes les robaron un cartel que decía: “UPM mata, contamina y empobrece”.

Todos quieren casas.
De acuerdo a las proyecciones que difundió UPM, se destinarán US$ 200 millones cada año a salarios. La planta de celulosa creará unos 8.000 puestos de trabajo, 5.000 como mano de obra en el pico de la construcción, por un período que se estima de entre 24 y 30 meses. Para alojar a estos obreros deben construirse viviendas transitorias y permanentes en Paso de los Toros (entre 40% y 50%), Durazno (ronda el 40%) y en Centenario (entre 10% y 20%). UPM construirá 60 casas que luego pasarán a manos del Estado. Según anuncia Vidalín, también se prevén viviendas en Carlos Reyles, la localidad más deprimida del departamento. Esta supervisión está bajo la órbita de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).
Por estos días, en el centro del país todos tienen el proyecto de UPM en las manos, porque está en período de puesta de manifiesto y se le pueden hacer comentarios a la Dirección Nacional de Medio Ambiente. López hace cálculos en el aire: “Las obras del ferrocarril van a insumir unos 250 puestos de trabajo; para UPM, cada día van a salir 100 ómnibus y 400 autos, por eso en dos meses vamos a hacer una terminal; tenemos que crear unas 300 viviendas; vamos a tener 2.000 pobladores nuevos; cuando la planta empiece a operar circularán 500 camiones por día, lo que significará unos 1.200 choferes con servicios para satisfacer”. Además, dice, habrá que mejorar las salas de internación del hospital y analizar si no harán falta más colegios, ¡y la basura! Centenario duplicará la cantidad de desechos y Paso de los Toros deberá mudar su vertedero pero, ¿para dónde?

En medio de tantas dudas, lo más certero parecen ser los proyectos inmobiliarios. Desde su despacho, el secretario Bovio tiene vista al Centenario del futuro, y le gusta. Con el aluvión de nuevos pobladores imagina que podría pasar de ser un pueblo a una villa, y de villa a ciudad. Se asoma a la ventana e indica el terreno donde el empresario local Pedro Irazoqui pretende construir un hotel de 70 habitaciones, si es que gana la licitación a la que llamó UPM. También muestra la superficie donde piensa edificar 20 viviendas que se sumarán a unas cuatro ya existentes, en modalidad de barrio cerrado.

Nelson Rosas es propietario de una inmobiliaria en Fray Bentos y conoce de cerca cómo fue y qué dejó el proceso de instalación de la primera planta. Por eso, apenas lo vio en las noticias visitó Centenario y adquirió un terreno para edificar 120 viviendas a las que ahora les está llevando luz y agua. Aunque todavía no se confirmó la instalación, él ya se la jugó. ¿Cuánto puede costar mensualmente uno de estos alquileres? Rosas prefiere callárselo, no por pudor sino por estrategia: ya aprendió que los finlandeses pagan de acuerdo a la oferta. Por eso 12 años atrás, en Fray Bentos, los alquileres pasaron de valer US$ 100 a US$ 700. En las condiciones en que está el pueblo, él prevé que ocurrirá un gran déficit habitacional. “Si hay poca oferta el costo de una propiedad aquí es impensable”, explica con optimismo.

La especulación incluso reactivó un antiguo proyecto de explotación de 11 hectáreas de aguas termales que se encontraron en 2011. Presupuestado en US$ 10 millones, Wilson Ramírez, uno de los 13 socios de la sociedad anónima propietaria, cuenta que existen dos modelos de negocios en discusión: uno está siendo analizado por inversores estadounidenses, y otro por españoles. El primero imagina construir 70 búngalos y un hotel de 70 plazas con servicios para toda la familia; el segundo prescinde de las cabañas y piensa en un hotel con 101 habitaciones. “Sin UPM calculamos que la inversión se recuperará en 10 años; con UPM, en cinco”, dice Ramírez, otro de los seducidos por la pastera.

Contra el desempleo.
En agosto pasado, el Observatorio Territorio Uruguay de la OPP comunicó que entre 2008 y 2016 Durazno fue el segundo departamento con mayor crecimiento económico después de Río Negro (debido a la importancia del complejo forestal de madera y celulosa). Sin embargo, otro informe de este observatorio sostuvo que en 2017 presentó menor nivel de actividad y de empleo que la media nacional, y la mayor tasa de desempleo del país. Además, el 31,9% de los ocupados no realizaba aportes a la seguridad social, siete puntos arriba de la media. Según la Encuesta Continua de Hogares, este panorama se mantuvo en 2018: el desempleo en Durazno es de 14,3%, mientras que este índice a nivel país es de 8,3%.

La interpretación de estos números cambia de acuerdo a quién se le pregunte. Según supo El País, desde el gobierno departamental hay quienes sospechan que la cifra fue inflada para generar un mayor apoyo a la instalación de la planta. Por otro lado, el intendente Vidalín cree que más que representar a aquellos que no encuentran trabajo, este número traduce “a todos aquellos que antes no trabajaban y ahora, motivados por el desarrollo de las inversiones que tuvo el departamento, están en la búsqueda”.

Leonardo Dellapiazza es el secretario del Centro Comercial e Industrial de Durazno (CCE) y dice que las señales de alerta de la recesión que los afecta desde fines de 2017 están en cada casa a la venta -que se acumulan porque nadie puede comprarlas, según el promotor inmobiliario Sergio Ltaif- y en cada comercio cerrado cuyo local se ofrece en alquiler; está en la proliferación de vendedores callejeros de empanadas y tortas fritas; en los emprendimientos familiares que venden ropa y alimentos en sus hogares, en negro.

En la ciudad de Durazno, por cada comercio cerrado se abre una financiera. Se cuentan más de 10 empresas que otorgan préstamos al consumo. Los sábados por la mañana hay colas en cada una de sus puertas, relatan los vecinos. En la sede del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos, su presidente, Raúl Galeano, recibe a decenas de personas que quieren novedades de UPM y saber dónde y cuándo podrán inscribirse para la construcción del Ferrocarril Central, que está demorada.

Pero, ¿qué pasó en Durazno? Dellapiazza relata que tras la acumulación de importantes inversiones extranjeras que generaron la creación de un frigorífico, la remodelación de otro, trabajos para OSE y la construcción de un megatambo, la mano de obra fue liberada y el desempleo se disparó. Una historia idéntica cuentan los isabelinos que sucedió dos años atrás cuando se construyeron dos parques eólicos en la zona. Ante la debacle, sufre toda la economía. “Los comercios se están endeudando y están refinanciando deudas con el Banco de Previsión Social y la Dirección General Impositiva. Como el gobierno no acompaña la caída y el comerciante no puede atrasarse con él, se atrasa con los proveedores y en los sueldos. Esto genera una bola de nieve de la que algunos no pueden salir”. Muchos están molestos por los beneficios fiscales que sí recibirá UPM.

En las calles de la capital, a 65 kilómetros de Centenario, todos los vecinos consultados tienen una opinión. Claudia Delgado es maestra de una escuela que casi no tiene alumnos y cree que la planta le traerá más niños. Leo Campos, chofer de ómnibus, la escucha y después dice:

-El tema es qué hacemos cuando se termine. ¿Otra vez vamos a volver al desempleo? Ese es el miedo más grande.

Acostumbrado a responder a esta pregunta, Vidalín opina que los cientos de trabajadores que serán contratados y se instalarán son suficientes para marcar un antes y un después. “La ilusión mía es que la mayoría de los obreros que permanezcan sean de esta región. En eso voy a ser exigente, pero para ello debemos prepararnos y no confiar en que la garra charrúa alcanza para estar mejor calificados”, dice. Para eso cuenta con los cursos que está planificando Inefop para formar en áreas técnicas.

En estos pueblos paralizados el presente es casi todo proyectos, búsqueda de socios e ilusión.

Casi.

Los que creen que el milagro será efímero cruzan los dedos para que la espera sea eterna

Un empujón que está cambiando el nivel educativo
En Durazno, el promedio de años de educación es de 8,2: dos por debajo de la media nacional. Solo el 13,4% de la población mayor de 25 años tiene estudios terciarios. Sin embargo, con el desembarco de la propuesta universitaria de UTEC cinco años atrás, y del Polo Educativo Tecnológico en 2016, la continuidad de los estudios se estaría prolongando. El docente Martín Barrero, encargado de hacer los pases del liceo a las facultades, dice que en el último año se emitieron más que nunca para la UTEC y magisterio. Pablo Revello, director del polo tecnológico, opina que hay un entusiasmo mayor en el alumnado y cuenta que la carrera más popular es informática: los cupos se agotan en dos días. La institución acaba de encargar una investigación para dilucidar cuál fue el futuro laboral de sus egresados. Ignacio Diperna, docente de Filosofía y miembro de Fenapes, sostiene que las matrículas son más interesantes y que esto generó que algunos grupos estén sobrecargados. Por eso habría que proyectar otro liceo para bachillerato además del departamental.

A 12 años de UPM 1, ¿qué piensan vecinos de Fray Bentos?
Tras realizar más de 200 entrevistas en Fray Bentos, la consultora Equipos publicó un informe acerca de cuáles son las percepciones de los actores locales una década después de instalada la planta de UPM. Según el reporte al que accedió El País, el balance es positivo. Durante los primeros cinco años, los vecinos notaron mejoras en la calificación de los ocupados y en la matriz productiva local, más desarrollo urbano, más servicios -sobre todo en educación, salud, gastronomía- y mayor diversificación de comercios. Todo esto, apunta el estudio, contribuyó al crecimiento del turismo. En los últimos cinco años, la población relaciona la llegada de UPM con la instalación de la UTEC y la Udelar.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 14 abril 2019