Las vacas que mascan chicle y la supervivencia de los palmares
El proyecto “Integrando productores, academia e instituciones públicas: palmar y ganadería sostenible” busca regenerar los palmares con base en un manejo especial de la ganadería bovina.En Rocha, un conjunto de profesionales junto a productores y con aportes de diversas instituciones público-privadas trabajan para regenerar lo que se conoce popularmente como "los palmares" –un ecosistema característico de ese departamento–, de la mano de la producción sostenible de ganado vacuno.
Las palmeras que se ven en muchas zonas de ese departamento fronterizo “son adultas y centenarias, hoy no tenemos la descendencia en pie, no tenemos palmas jóvenes en los palmares”, puntualizó Mercedes Rivas.
Rivas es ingeniera agrónoma, docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar) e integrante del proyecto Eccosur –Espacios de Coordinación de las Convenciones de Río en Uruguay– “Integrando productores, academia e instituciones públicas: palmar y ganadería sostenible”, a cargo del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Udelar, del Instituto Plan Agropecuario (IPA), del Instituto Nacional de Colonización (INC), de la Intendencia de Rocha y del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
Es un proyecto que cuenta con la financiación del Global Environment Facility (GEF).
La conservación del palmar es la principal línea de investigación, extensión y enseñanza de Rivas, que trabaja el tema desde 1999.
"Le he dedicado gran parte de mi vida a esto. Me interesaba la conservación in situ, en el lugar y con la gente", contó.
Butiá, el chicle de las vacas
La no regeneración de estos ecosistemas se debe principalmente al sobrepastoreo: por pisoteo y por bocado “las vacas se llevan el renuevo del butiá y la planta no sigue para adelante”, explicó. Enseguida resaltó que esa práctica hace que los palmares estén en peligro, “porque las palmeras se van muriendo de a poco y si no logramos que haya regeneración ese paisaje tan extraordinario se perderá”.
Según detalló, el ganado vacuno "usa el butiá como un chicle, lo mascan, pero tiran el coquito de adentro".
¿Cómo salvar al palmar?
Para poder conservar los palmares en los que se desarrolla ganadería en Rocha, y además cuidar el campo natural, los investigadores impulsan “áreas demostrativas” que se cercan para hacer exclusiones de pastoreo en invierno.
Por el momento esas áreas son sectores de 15 a 20 hectáreas del predio productivo en el que hay palmeras, aunque la apuesta es que los productores destinen entre un 5 y un 10% del área de palmar que se tenga en cada predio con ese objetivo.
En estos sectores, los productores podrán hacer pastoreo en otoño, primavera y verano “con una carga adecuada y con eso lograríamos la regeneración de los palmares”, sostuvo Rivas.
Para que eso suceda, será necesario que las áreas demostrativas se cerquen todos los inviernos por al menos unos 10 o 15 años, tiempo necesario para “tener palmitas con hoja verdadera y tronquito al que el animal ya no les haga nada”.
El invierno es clave para este proyecto, ya que en la investigación se descubrió que el período más complicado para la fruta de butiá pequeña es esa época del año. Por lo bajo de los campos, cuando los ganados entran a pastorear “rompen todo el tapiz y al haber menos pasto en invierno hay más peligro de que las butiás sean consumidas”.
En este momento, el equipo de investigación cuenta con algunas áreas demostrativas, pero lo que se busca es que los productores ganaderos del departamento, que tienen en sus predios parte del palmar local, se sumen a la iniciativa, para así poder tener un resultado mayor.
Un ganar-ganar
Siguiendo esta práctica, explicó Rivas, habría un beneficio mutuo. No solo se salvarían los palmares, también se mejoraría el estado de los ganados. Según indicó, resultados obtenidos en una de las áreas demostrativas que funciona desde 2015 –previo al comienzo de este proyecto– muestran que en el tiempo en el que el pastoreo se realiza en esa área “la ganancia de peso es bastante superior a la que se obtiene normalmente en el manejo del predio”.
Esto sucede porque por la altura del campo, que es poca, y la humedad, que es alta, se genera más pasto dentro de la zona de palmar.
“Nuestra banderita de batalla es que esto sea un ganar-ganar. Además, en esta práctica hay un plus, porque en el campo natural, al tener ese descanso, reaparecen algunas especies que con el campo pastoreado no se ven”, añadió Rivas.
Sostuvo que los campos de palmares rochenses tienen suelos bajos, una muy buena producción de verano, pero poca en invierno, época en el que son campos fríos. Una de las características que destacó es que estos campos tienen ciertos beneficios para la producción ganadera, como por ejemplo, la sombra que dan.
El palmar en pocas manos
El proyecto se desarrolla en el palmar de Castillos y en los palmares de San Luis, al norte del departamento. En Castillos hay cerca de 200 productores ganaderos que cuentan con palmeras en sus predios. Rivas comentó que el 70% del palmar de esa zona está en manos de 18 o 20 productores ganaderos, a quienes buscan llegar principalmente con este proyecto.
La iniciativa, que se puso en marcha en 2019, “es el trabajo acumulado de muchísimos años en los que pudimos unirnos con un trasfondo real entre el grupo Ganaderos del Palmar, un grupo de productores y varias instituciones públicas incluida la Junta Departamental de Rocha. Es un trabajo colectivo de muchos años y ahora tenemos una masa crítica muy interesante”, añadió la investigadora.
Palmas en bosque nativo
Otro de los objetivos del trabajo de los investigadores es lograr que una treintena de productores registren el palmar que tengan en su predio como un bosque nativo. Para poder realizar el registro ante el MGAP y la Dirección General Forestal del ministerio es necesario tener más de 60 palmas por hectárea. Con el registro se otorgarán beneficios fiscales y eso será un incentivo para que se realicen prácticas de conservación, comentó.
El proyecto terminará en julio, aunque la investigación y el trabajo no. “Este proyecto es una instancia que nos ha permitido tener mucho más trabajo con los productores y las instituciones”, argumentó Rivas, y mencionó que se ha hecho un curso de Educación Permanente en Udelar, se impulsa el trasplante de plantines de butiá y se culminará en julio con un informe final que, entre otras cosas, hará visibles las nuevas áreas demostrativas.
Grupo de trabajo
En este proyecto participan los ingenieros agrónomos Mercedes Rivas, Mariana Vilaró, Martín Claramunt, Martín Do Carmo y Ana Sánchez junto al doctor Juan Martín Dabezies, el licenciado Antonio Di Candia y la técnica Alejandra Sosa, integrantes del Centro Universitario Regional del Este