agro está en el aireLa nueva frontera del agro está en el aire

Los drones cobran impulso en el agro y realizan cada vez más tareas, con acento en la eficiencia, el acceso a zonas complicadas, la reducción de costos productivos y del pasivo ambiental.Siembra, aplicaciones fitosanitarias, control de malezas, monitoreo y relevamiento de cultivos, acceso a terrenos difíciles y la posibilidad de trabajar en la noche son algunas de las prestaciones que los vehículos aéreos no tripulados están cumpliendo en Uruguay. Hay productores que van por la segunda zafra.

El sector comercial da cuenta del creciente interés de los productores, por el surgimiento de un nuevo segmento de “contratistas aéreos” y de la necesidad de una regulación específica que distinga a los drones de los aviones.

Los nuevos equipos aplicadores que en el último año y medio entraron al mercado uruguayo cargan tanques de hasta 40 litros. Funcionan a batería, con una autonomía de unos 15 minutos por vuelo. Aprovechan la turbulencia de las hélices para aplicar a presión y no por gravedad, con resultados más homogéneos. Reducen el uso de combustibles fósiles, aunque en zonas sin cobertura eléctrica requieren generadores.

“Es una herramienta complementaria, se van incrementando los volúmenes de aplicación por el tamaño del tanque, hoy se pueden hacer hasta 200 hectáreas de líquidos diarios y hasta 300 hectáreas de sólidos (semillas finas)”, dijo Miguel Remuñan, director de Baynal, representante de la marca china DJI y presidente de la Asociación de Drones del Uruguay.

Los drones abarcan hasta 12 metros de ancho operativo, la tercera parte que un “mosquito” que tiene barrales de hasta 35 metros para cubrir grandes superficies.

Las estadísticas a nivel mundial hablan de 200% a 300% de crecimiento anual en la incorporación de drones en el agro. ¿Uruguay tiene el potencial de acompañar esta tendencia? Según Augusto Scaglia, distribuidor de JDI, en 2022 se comercializaron 30 equipos y este año ya se alcanzó ese número solo en el primer trimestre. La respuesta, entonces, es sí.

La empresa AgTex que representa a la marca Xag -también de origen chino- llevó sus drones a la Expo Melilla, donde hizo demostraciones de vuelo. Su director, Juan Rapetti, afirmó que es más sencillo enseñarle a un aplicador o sembrador cómo volar el dron, que lo inverso. El proceso lleva “dos o tres días” e incluye un alto componente de automatización.

“En Rocha yo estoy usando dron para absolutamente todo y pese a ser un poco más caro hay muchísimas ventajas, desde el no pisoteo que reduce hasta el 8% del área de cultivos, volúmenes de agua muchísimo menores y excelente penetración de insecticidas y dispersión de semillas por el viento que tiran las hélices”, relata el productor arrocero Juan Miguel Straumann.

En el dron encontró la solución ideal para la compleja y costosa tarea de limpiar de malezas y camalotes drenajes de canales de arroz, sustituyendo la retroexcavadora. “Le ponemos la mezcla según el enmalezamiento y lleva muy poca agua por hectárea; se puede hacer 30 kilómetros de canales con 480 litros de agua. El dron cubre el ancho del canal y fumiga a tres metros de altura, mata todo el enmalezamiento”, explicó.

En la soja, además, es útil para aplicar insecticidas de noche lo que mejora la eficiencia para combatir la lagarta y la chinche, de hábitos nocturnos.

Una vez introducidos en el sistema los datos del terreno –medidas, límites, posibles obstáculos para el vuelo- el dron hace el trabajo solo y vuelve al punto de partida cuando necesita recargar producto y energía.

“Es como un Fórmula 1 haciendo boxes: se le carga producto, se cambia la batería y vuelve a despegar”, afirmó. Straumann contrata el servicio de dron y está evaluando comprar un aparato, que tiene un costo de entre US$ 35 mil y US$ 45 mil, dependiendo de si se necesita un generador para cargar las baterías. “Empecé tímidamente y ahora lo uso para todo lo que pueda. Si se integra con otras tecnologías es de una potencia enorme”, aseguró.

Para la operación se necesita una camioneta o camión pequeño para cargar un depósito de 1000 litros, tanque mezclador, tarrinas de productos, un generador grande de 10 kilowatts para recarga rápida de batería (unos 300 kilos), mangueras.

John Custiel está incursionando en la prestación de servicios aéreos. Afirmó que “volar no es tanto problema, sino armar el plan de vuelo; estamos muy conformes con los equipos, pero hay mucha tarea de planificación”. Esto implica marcar físicamente la chacra, recorrer los bordes, señalar objetos que pueden ser obstáculos para programar el aparato.

“La agricultura es un mercado en amplio crecimiento, poco regulado, no arancelado, donde podría existir mayor regulación y pautas de trabajo; hay actores que se han ido profesionalizando y otros que lo empiezan a incorporar”, apuntó Aarón Pérez, de Agrodrones Uruguay, que representa a la marca china TTA.

Tiene experiencia de hasta 5 mil hectáreas de colza aplicada con herbicidas, funguicidas y desecantes en la última campaña y están comenzando a sembrar, así como a planificar la aplicación de glifosato y el hormiguicida lampo en campos forestales para UPM.

“Hemos encontrado mercados diferentes, como el forestal, la silvicultura, y la fertilización con urea, que da rédito cuando el piso no es apto para aplicaciones terrestres”, indicó Pérez.

Desde su punto de vista, el desarrollo de los drones y su uso en “enjambres” que permita cubrir áreas más extensas en menos tiempo se irá afirmando, lo que en buena parte depende de la conectividad 5G. “A competir con la avioneta vamos a llegar de a poco y captar a esos pilotos como proveedores de servicios”, afirmó.

Esta semana técnicos de la Dirección General de Servicios Agrícolas (DGSA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) hicieron ensayos con drones JIF con el objetivo de armar un protocolo específico para aplicaciones aéreas no tripuladas y distinguirlas de las que se hacen con avionetas.

Para ello vieron en la práctica cómo funcionan: “el tamaño de gota (que es regulable), los parámetros de vuelo, altura, anchos de aplicación, para evitar que pasen accidentes”, dijo Augusto Scaglia. La deriva de los drones es menor a la de los aviones.

Una de las aspiraciones es que el gobierno de Canelones –departamento donde está prohibida la aplicación aérea- tenga información para analizar una posible autorización de aplicación con drones, ya que se les atribuye un potencial importante para plantaciones de frutales, aparte de la agricultura y horticultura.

Para el uso particular de drones pequeños y medianos (los aplicadores) no se requiere un certificado de operador, que se gestiona ante la Dirección Nacional de Aviación (Dinacia) aunque es recomendable para tener cobertura de seguro, sugiere Rapetti, de AgTex. Los prestadores de servicios sí deben tener certificado de operador. Todos los equipos deben estar registrados ante el MGAP.

El diferencial de los drones hoy es cubrir espacios que la aplicación terrestre o con avionetas no alcanzan o lo hacen con dificultades, y aprovechar ventanas meteorológicas con una mayor eficiencia, sostiene Rapetti.

Se pueden usar para aplicar al otro día de una lluvia, regular el tamaño de gota y reducir la deriva prácticamente a cero, señala Ramuñan, de DJI: “se usa menos producto por hectárea, eso está comprobado”. La siembra es hoy en día el uso más rentable, afirma.

Para John Custiel las ventajas mayores se expresan en chacras de 15 a 50 hectáreas con cultivos en etapas avanzadas que presentan buen potencial, con zonas de difícil acceso, que pueden ser fumigadas sin pérdidas por pisoteo, en forma rápida, de día o de noche, y con menor uso de producto.

El futuro inmediato es seguir trabajando en la eficiencia, combinando los drones de monitoreo y relevamiento con cámaras y software de relevamiento y mapeo que permiten detectar ataque de plagas, insuficiencia hídrica o de químicos en zonas específicas. Con esos datos cargados en el dron con tanques se hace una aplicación variable o selectiva, de alta precisión.

En este sentido, experiencias en Argentina compartidas en la plataforma DroneScope.ag dan cuenta del uso combinado de drones para mejorar la calidad de siembra y elevar los techos productivos.

Una firma que siembra 3.500 hectáreas en la provincia de Santa Fé identificó mediante drones que el estancamiento en los rendimientos se debía a la calidad de siembra del trigo y la soja que se mide evaluando el nivel de cobertura del surco y los fallos de siembra. En el caso del maíz y el girasol se realiza el conteo de planta y la distribución espacial. Estas mediciones se hacen con el vuelo de drones y es la única forma de tener un diagnóstico de todo el lote. Todo lo demás ofrece miradas parciales y estimadas.

“Evaluar la calidad de implantación con drones es la mejor forma de corregir los errores en la próxima campaña”, indica Pablo Abbate, especialista del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Balcarce.

Desde Agrodrones Uruguay, Aarón Pérez plantea que el uso de drones “ha crecido en cuanto a que las empresas han visto que la tecnología tiene beneficios” aunque “no en cuanto a subsidios para tecnología y herramientas de automatización”. Espera la puesta en marcha de la proyectada red 5G para “trabajar en multipropósito, con enjambres de drones en tareas agrícolas, de seguridad, así como en emergencias como la búsqueda de ganados perdidos”.

Se espera que la curva de costo comience a aplanarse con la generalización del uso, aunque depende del costo de las baterías.
“Veremos qué tan rápida es la inclusión en Uruguay”, dice John Custiel”, “pero es una tecnología que llegó para quedarse”.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 22 Abril 2023