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“Necesitamos una política de control de calidad que exceda al gobierno de turno”

Según la Cámara Uruguaya de Evaluadores de Conformidad, en Uruguay solo 900 empresas cuentan con las certificaciones internacionales mas extendidas en esta materia.Hace dos años, un contenedor con naranjas uruguayas fue rechazado en Italia por superar en diez la cantidad de pesticida permitido. Por el mismo motivo, ese año tampoco ingresaron cuatro toneladas de miel a Alemania.

El incumplimiento de los requisitos internacionales es solo la punta del iceberg de un problema mayor: los controles de calidad en la industria y servicios.

Esta preocupación llevó a distintos actores a crear la Cámara Uruguaya de Evaluadores de Conformidad (CUEC). La organización está integrada por los laboratorios de calibración, ensayos y análisis junto a organismos de certificación. A estos se suman asociaciones en defensa del consumidor, consultores e instituciones vinculadas.

“La certificación es el único medio de asegurar el cumplimiento de las normas o guías internacionales”, explica Federico Turcio, presidente de la CUEC. Cualquier empresa, no importa su tamaño o rubro, debería evaluar la calidad de sus procesos bajo un criterio externo e independiente. En Uruguay ese reconocimiento es realizado por las certificadoras acreditadas ante el Organismo Uruguayo de Acreditación (OUA).

El problema es que la cantidad de compañías que cumplen con este requisito está en caída. Según los directivos de la cámara, solo 900 cuentan con la certificación ISO 9001 sobre sistemas de gestión de calidad -una de las normas técnicas más extendidas a nivel mundial-, esto significa 50 menos que hace cinco años. Muchas manifestaron la intención de iniciar el trámite pero en los hechos no lo hicieron, u obtuvieron habilitaciones menos rigurosas que la certificación.

Teniendo en cuenta el carácter exportador de Uruguay y que la venta de servicios es una de sus mayores actividades, los niveles de instituciones certificadas son muy magros. De hecho, un estudio de la CUEC arrojó que aproximadamente solo 700 empresas están en condiciones de ingresar sus productos o servicios a la Unión Europea.

Por otra parte, si bien los laboratorios que calibran instrumentos también deberían acreditarse para demostrar su competencia técnica en los estudios que realizan, sólo el 10% cumple con esta instancia. Esto termina repercutiendo en la actividad económica, directa o indirectamente.

“En ocasiones una empresa contrata un laboratorio de ensayos y análisis sin saber que no está acreditado, y esto le puede traer consecuencias. Cuando su producto llega a Europa o Norteamérica se lo pueden devolver, afectándolos tanto a ellos como a la imagen de Uruguay”, asegura Turcio.

Los mejores y peores de la clase
Pero la falta de control de calidad no afecta solo a la exportación, sino que repercute directamente en el consumo local.

Según el directivo de la CUEC, Martín Burgueño, el sector salud es uno de los peores en este sentido. La web del OUA registra un solo laboratorio de análisis clínico que cumple con las normas ISO. Esto significa que es el único del país con competencia técnica e idoneidad internacional demostrada en sus análisis y estudios médicos. Hace algunos años los que contaban con este estatus eran tres.

Por otra parte, instrumentos como termómetros, medidores de presión arterial, respiradores mecánicos, balanzas pediatricas o incluso incubadoras de bebes prematuros tampoco son controlados por un evaluador externo certificado. “Por lo general se les hace una inspección inicial, la mayoría de esos instrumentos o equipos se utilizan sin un control periódico”, asegura Burgueño.

Otro motivo de alarma son los productos eléctricos. Según el directivo Gonzalo Reboledo, en Uruguay solo hay normas técnicas para las instalaciones fijas de los domicilios y en tres electrodomésticos: calentadores de acumulación, calentadores instantáneos y refrigeradores. En todos los demás – desde lavarropas hasta hornos eléctricos- no existe certificación ni inspección obligatoria por un organismo de evaluación de la conformidad. Esta situación puede ocultar desde fallas funcionales, como una eficiencia energética mal declarada, hasta defectos que pueden provocar un accidente.

Distinto es el caso de los laboratorios farmacéuticos exportadores. Estos tienen controles de los Ministerios de Salud Pública y organismos extranjeros, como el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos de Colombia o el Registro de Productos Farmacéuticos de Perú, lo cuál lleva a una mayor rigurosidad en sus procesos.

Pero incluso estos se ven afectados, ya que muchas veces son evaluados por laboratorios no acreditados, ya sea por costos u otros motivos. Esto, además de aumentar los riesgos para la empresa en materia de calidad genera una competencia desleal para aquellos laboratorios que sí cumplen con este requisito.

La gestión ambiental: una traba de cara a los TLC
Actualmente hay 258 empresas uruguayas con la norma ISO 14001, relativa a la gestión ambiental. En los últimos cinco años se sumaron únicamente 20, cuando el promedio a nivel mundial es de un 70% por año. “Las habilitaciones en materia de medioambiente son una barrera no arancelaria importante para los tratados de libre comercio que se avecinan. Para estos países, los laboratorios que ayudan con su análisis y ensayos son claves. Son los que garantizan que los indicadores de una empresa certificada son válidos y testeados por equipos confiables y acreditados", afirma el presidente de la CUEC, Federico Turcio.

El rol del estado en el control de calidad
¿Cómo mejorar esta situación? Desde la CUEC reclaman una política gubernamental más firme, que las oficinas del Estado vinculadas a la evaluación de conformidad sean más estrictas en la fiscalización de empresas y laboratorios de ensayos. Un referente en este sentido es Colombia, con un sistema de medición médica envidiable. En materia de productos domésticos, el ejemplo es la Unión Europea.

“Necesitamos una política de control de calidad que vaya más allá del gobierno de turno. Si bien desde la cámara nos hemos reunido con autoridades de los organismos públicos vinculados a la materia, todavía no logramos ninguna respuesta o un avance en este sentido”, afirma Pedro Gatti, otro de los directivos de la CUEC.

Un camino complementario es la educación en todos los niveles, incluyendo oficinas públicas y ciudadanos. Una mayor conciencia sobre el valor de la certificación elevaría la exigencia del consumidor, incrementando la demanda de artículos y servicios de idoneidad comprobada, asegura Gatti.

Y concluye: “A lo que apuntamos es a un proceso de educación y control estatal. Sin dudas no se va a lograr de un día para otro, pero es importante empezar cuánto antes. El control de calidad no es solo una cuestión comercial sino que es una garantía para la población de que los productos del mercado son seguros. Por eso nuestra actividad es tan crítica y necesaria”.

Un sector que puede generar 60.000 empleos
Otro punto en que hacen énfasis los directivos es en el desarrollo de la evaluación de conformidad como actividad para generar empleos. Estos estiman que si tan solo el 40% de las empresas de industria y comercio incluyeran un técnico especializado en el control de calidad, se generarían más de 63.000 puestos de trabajo. “Para hacerse una idea, UPM 2 generó 15.000 puestos zafrales, eso te da una idea de todo el empleo puede llegar a generar si el país apuesta a una mejor regulación”, asegura Carlos Cambón, también parte de la directiva de la cámara.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 11 Julio 2022