economía uruguayaOPINIÓN-JAVIER DE HAEDO
Reflexiones sobre el contexto externo: consecuencias para la economía uruguaya

La normalización monetaria será más rápida de lo que se dice, y en los emergentes hay que estar atentos a este proceso, que puede dar lugar a un cambio relevante en los vientos que aún nos impulsan.En los diversos frentes externos relevantes están pasando cosas sobre las que viene al caso reflexionar, en la medida en que sus desarrollos tendrán consecuencias sobre nuestro desempeño.

En el frente global, primero la pandemia y ahora la guerra han impactado doblemente. Por un lado, afectando el crecimiento económico y, por otro lado, impactando al alza en los precios. Esto último, en el caso de la pandemia, por los desfasajes entre la recuperación de la oferta y la demanda y por los cuellos de botella en la cadena de suministros. Y, en el caso de la guerra, por el aumento a que ha dado lugar en los precios de las materias primas y en particular en el de la energía.

Todo ello se da en el contexto de una extraordinaria abundancia de liquidez, debido a las políticas monetarias expansivas con las que se buscó paliar los efectos de la crisis sanitaria. Lo que resultó ser un caldo de cultivo para que aumentos puntuales de precios, que en otras circunstancias sólo habrían dado lugar a cambios relativos en la estructura de precios, se volvieran inflacionarios.

¿Cómo se desarma este entuerto? La respuesta sería obvia si no hubiera presentes riesgos e inconvenientes. El camino debería ser el que se anunció y comenzó a instrumentar: la subida de las tasas de política monetaria y el retiro de la liquidez devolviendo al mercado los títulos que se le compraron en su momento. Y debería ser relativamente rápido, dadas las alturas por las que andan volando las tasas de inflación en el mundo.

Pero ante esa solución de manual, aparece un riesgo: el del pinchazo de una posible “burbuja” en los precios de los activos, que ya han empezado a corregirse. Asociado a ello, hay un “efecto riqueza” negativo en ciernes, que puede impactar en el gasto y la actividad económica. También surge un inconveniente: la “licuación” en curso en la deuda pública se vería atenuada. Los Estados salieron muy endeudados de la crisis sanitaria y ahora les resulta muy conveniente el combo de tasas reales muy negativas con crecimiento de la economía, lo que se vería muy menguado con tasas menos negativas y con menos crecimiento. La transferencia desde los tenedores de bonos hacia los contribuyentes de impuestos es considerable en las actuales circunstancias.

¿Cómo sigue esto? Creo que la normalización monetaria será más rápida de lo que por ahora se dice, y en las economías emergentes debemos estar atentos a este proceso porque puede dar lugar a un cambio relevante en los vientos que todavía nos impulsan. Esta coyuntura global positiva es más transitoria que permanente y se debe actuar en consecuencia.

Brasil

Las palabras del ministro Guedes, de hace casi un año (8 de abril) cuando expresó que el tipo de cambio “de equilibrio” se ubicaba en BR$ 4,50, resuenan y parecen proféticas cuando el precio del dólar cae en picada y ya está cerca de esa cifra (BR$ 4,77 el lunes 28 de marzo, último dato al escribir esta columna). Sin embargo, las cosas no son necesariamente como parecen ser: cuando Guedes expresó aquello, el dólar andaba por los BR$ 5,60 y poco tiempo después, a finales de junio, ya había caído hasta BR$ 4,90, y parecía que su profecía se cumpliría. Pero entonces el dólar retomó el camino ascendente y subió hasta BR$ 5,70 hacia finales de diciembre. Más allá de si aquel “equilibrio” era tal o no, el transcurso del tiempo trae novedades que lo pueden cambiar. Y es posible que hoy sea todavía menor que aquel, aunque como señalaba más arriba, esto sea posiblemente el resultado de cuestiones transitorias.

Por otro lado, la aplicación contundente de la política monetaria (en un país donde sí funciona, dado que tienen una moneda propia relevante) genera incentivos para el carry trade como acá mismo conocemos muy bien. Los fundamentos “de fondo” no han cambiado demasiado: permanecen las incertezas sobre las consecuencias del devenir político electoral y en particular, como bien señala recurrentemente el Copom del BCB, sobre las perspectivas en materia fiscal. Por lo que no debería extrañar que el dólar vuelva a visitar las alturas antes de llegar al destino anunciado.

Argentina

Finalmente se alcanzó un acuerdo “light” con el FMI, al cual ambas partes llegaron por resignación y para aguantar, para ganar tiempo, de modo que termine este período de gobierno con los menores sobresaltos que sea posible y se pueda replantear todo desde 2024, con otro gobierno. Se trata de un programa “de facilidades extendidas”, a largo plazo, que por sus características debería incluir reformas estructurales pero que no las tiene.

¿Qué se puede esperar de este acuerdo? Más allá de su obvio incumplimiento cercano, implicará que la inflación quede determinada en algún lugar dentro de los dos dígitos, por encima del registro del año pasado. La inflación no puede bajar cuando hay ajustes de precios relativos por delante y no debe bajar porque financieramente la necesitan. Habrá algo más de tasa de interés, algo menos de brecha cambiaria, algo más de reservas y algo menos de déficit fiscal. Pero los costos exorbitantes de la energía y la necesidad electoral de CFK de mantenerle enormes subsidios en la Provincia de Buenos Aires pueden complicar seriamente las cosas.

Lo mejor que puede pasar de aquí al fin del año próximo es que no pase nada muy malo. Lo que asegura la presencia de una Argentina muy barata al menos hasta entonces y posiblemente por mucho tiempo más.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 04 Abril 2022