industria uruguayaLa industria uruguaya 13 años después

Los sectores que más incidieron sobre dicho crecimiento fueron la fabricación de pasta de celulosa por la instalación de las dos plantas industriales (UPM y Montes del Plata), la elaboración de productos cárnicos y la elaboración de productos lácteos. Este crecimiento estuvo impulsado por un incremento en las ventas al exterior, dado que las exportaciones representan aproximadamente un tercio de las ventas totales. En este sentido, las exportaciones industriales pasaron de algo más de 3.000 millones de dólares en 2005 a 5.325 millones de dólares en 2017, lo cual significa un crecimiento de 77,5%.

En cuanto a los empleos que genera, la industria uruguaya ocupó durante 2017 a unos 138.000 trabajadores, 9,7% del total.

Asimismo, dichos puestos de trabajo generados son de mayor calidad respecto a otros sectores de la economía; como ejemplo, el empleo industrial remunera en promedio 41% por encima del sector de la construcción, 39% por encima del sector comercio y 16% más que lo pagado por el sector del transporte (datos para el año 2017, fuente BPS). Esto se tradujo en que la participación de las remuneraciones de la industria en el total de la economía ha evolucionado al alza: en 2009 era 29% y en 2017, 31%.

Si se analiza por sectores que integran el conjunto de la industria, la remuneración promedio mensual se incrementó en términos reales prácticamente en todos ellos para el período 2009-2017 y, en promedio, han visto mejorar su poder de compra 15% respecto al año 2009.

Datos 2018
Si se hace foco en el núcleo duro de la industria (sin considerar Ancap ni empresas de gran porte de Zona Francas), se ha observado una leve contracción (-1,1%) en el volumen físico producido en los primeros ocho meses del corriente año respecto a igual período de 2017. Los sectores con mayor incidencia positiva para el acumulado del año fueron: productos de plástico, con una variación interanual de 9,8% y una incidencia en la variación total de 0,5 puntos porcentuales; la fabricación de vehículos y autopartes con un crecimiento de 47,8% y una incidencia de 0,4 puntos porcentuales (pp); y la fabricación de medicamentos con un crecimiento de 4,4% en su producción y una incidencia de 0,4 pp. Por otro lado, aquellos sectores que tuvieron mayor incidencia negativa fueron: pinturas, barnices y lacas (con una variación de -26% e incidencia de -0,5 pp); los molinos arroceros (-13,6% de variación y -0,4 pp de incidencia) y bebidas sin alcohol (-8,1% de variación y -0,3 pp de incidencia).

En cuanto al mercado externo, las cifras difieren de la producción, registrando valores positivos en los últimos nueve meses. En este sentido, las exportaciones efectuadas por empresas industriales durante los primeros nueve meses del corriente año totalizaron 4.123 millones de dólares, cifra 6,6% superior a la registrada durante 2016 en igual período. Dado que las exportaciones totales de bienes (industriales y no industriales) para igual período disminuyeron 4%, la participación de las exportaciones de los sectores industriales aumentó de 66% a 74% (clasificación según CIIU rev 3, fuente: https://www.bcu.gub.uy/Estadisticas-e-Indicadores/Paginas/Intercambio-Comercial-.aspx), en el total. Por otro lado, la inversión industrial (aproximada por el indicador IMEQ elaborado por CIU, no incluye zonas Francas ni refinería) en los primeros tres trimestres de 2018 se ubicó 40% por encima de igual período de 2012.

Una nueva industria
El concepto de industria ha evolucionado en las últimas décadas. Ha cambiado su forma de producir y qué producir. Ya no sólo los bienes tangibles se consideran industria, sino que la integración de servicios tecnológicos a bienes y procesos productivos sin necesidad de cercanía geográfica son activos cada vez más accesibles a la hora de pensar en una estrategia para una industria dinámica y competitiva.

Hoy, la industria del software, electrónica, robótica, de productos y servicios biotecnológicos, la aplicación de la fabricación digital, el diseño, la mecatrónica, la industria audiovisual, entre otros, son parte de este concepto de industria del presente y serán base de la del futuro.

Es por ello que, desde hace unos años, desde el Ministerio de Industria, Energía y Minería se elaboran políticas y programas de manera participativa, actualmente en el marco del Sistema de Transformación Productiva y Competitividad, con el objetivo de ampliar la participación de industrias intensivas en conocimiento en el tejido productivo, así como incorporar innovación y valor tecnológico en los distintos sectores tradicionales de la matriz productiva nacional.

Algunos de los instrumentos a destacar refieren a regímenes promocionales para las actividades de software, biotecnología, electrónica; estímulos a la demanda e incorporación de nuevas tecnologías en procesos productivos tradicionales, como se plasma en la nueva reglamentación de la Ley de Inversiones; direccionamiento de fondos de apoyo a industrias para la generación de nuevos productos y optimización de procesos incorporando tecnología -Fondo Industrial, Programa Semilla, Programa Validación de Ideas, economía circular; incubación de proyectos de electrónica, Incubaelectro-; así como el Centro de Mecatrónica (Caime), que es ejemplo de instrumento para la modernización de plantas industriales y su mano de obra de cara a la automatización de procesos. Asimismo, en esta misma dirección, fue enviado al Parlamento un proyecto de Parques Industriales y Parques Científico-Tecnológicos que apunta a adecuar un instrumento creado en los primeros años de este siglo a la realidad actual y a las necesidades a futuro.

Destaca asimismo el trabajo de elaboración de hojas de ruta de políticas productivas a aplicar a sectores estratégicos, con proyectos de corto y mediano plazo para su desarrollo, así como lineamientos y acciones para la inclusión de ciencia y tecnología a los alimentos. En este marco, es que también se trabaja en el estímulo a la innovación empresarial a través de la instrumentación de un crédito tributario a las empresas que realicen I+D.

Pero para estar a la altura del desafío que enfrentamos, y lograr una industria que los capitalice y fortalezca, no sólo es necesario un abordaje productivo y tecnológico y la interacción fluida entre la generación de conocimiento y su aplicación productiva. En este sentido, la articulación entre Academia, industria y sociedad civil resulta clave para el progreso.

También es necesario seguir apostando a inversiones en infraestructura que permitan expandir la frontera productiva, así como es necesario poner foco en las capacidades humanas que van a llevar adelante esos cambios, adaptando su formación en este escenario. Es necesario descentralizar territorialmente las capacitaciones tecnológicas; ejemplo de ello es el Fablab ubicado en el Parque Industrial del Cerro, en el entendido de que hay que “nivelar el terreno” y generar inclusión y que esas acciones aspiren a cerrar brechas de inequidad. Es obligación generar oportunidades a todos los ciudadanos de desarrollarse y tener un trabajo digno y, con eso, acercarnos al objetivo de justicia social.

CARAS y CARETAS - Montevideo - URUGUAY - 16 noviembre 2018