"Un estrés continuo" y dudas por expropiaciones: la vida al lado de la vía del tren de UPM
Las obras para el Ferrocarril Central mantienen alerta a vecinos de Sayago y Capurro, y tendrá un impacto directo en la vida cotidiana.Corre el espejo y muestra una rajadura en la pared, que hasta hace un tiempo no estaba. Recorre su casa de Sayago y por todos lados encuentra esos pequeños huecos, que con el paso de los días se hacen más profundos.
El marco de la puerta se le mueve, los pretiles se caen. Sandra Reck no sabe qué va a pasar con su casa, si podrá seguir viviendo ahí o si de improviso alguien le avisará que se la expropiaron por vivir al lado de la vía por la que en algún momento volverá a pasar el tren. El tren de UPM.
Reck vive a pocos metros de donde estaba la histórica vía de los trenes de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) y donde ahora se prepara el lugar para el nuevo recorrido, que unirá la planta de la pastera en Paso de los Toros con el puerto de Montevideo. Cuando estaban en obras justo detrás de su casa, el rodillo vibrador de la construcción provocó estos daños materiales en el hogar que se construyó hace 19 años.
La vecina de Sayago muchas veces se despertaba por la vibración de la casa, de los muebles, de los vasos. Se ponía en alerta y les avisaba a los vecinos. Era “un estrés continuo”, recordó.
A Reck le avisaron que le iban a expropiar la casa y le ofrecieron irse a vivir a Las Piedras, pero después no recibió ninguna comunicación, contó.
“Me iba a trabajar pensando si me iban a tirar la casa o no. O si se iba a rajar más. O si me iban a tirar un árbol por encima de casa, porque el árbol está muy pegado”, comentó. Por esta incertidumbre, se pidió para dejar de trabajar.
Las expropiaciones por la construcción de la vía serán más de las que estaban estipuladas al comienzo del proyecto. El gobierno anterior había establecido que eran necesarias 256 expropiaciones, pero finalmente se requerirán 1.004.
El coordinador del proyecto Ferrocarril Central en el Ministerio de Trasporte y Obras Públicas (MTOP), Andrés Capretti, explicó que para las expropiaciones debe haber, por ejemplo, un riesgo de derrumbe.
“(Reck) no quiere ir a Las Piedras, que es lo que tenemos. No somos una cartera de vivienda, buscamos la mejor solución posible de las casas que tenemos”, dijo Capretti e insistió con que es necesario realojarla. Una de las soluciones que buscó el ministerio para esta mujer es un alquiler subsidiado.
El barrio en dos
Dos adolescentes cruzan por donde estará la vía y van de un lado al otro del barrio Sayago para llegar al liceo. Por un camino angosto un hombre cruza en bicicleta. Un jubilado camina con andador hacia unas viviendas que están cerca. En el cruce de la vía y la avenida Ariel (el centro comercial del barrio) pasan ómnibus hacia el Centro y hacia Garzón.
Desde la vía se escucha a una profesora hablar en la clase y hay otros adolescentes jugando en el patio del liceo de al lado. Cuando se terminen las obras y el tren esté funcionando, los servicios del barrio quedarán divididos: hacia Garzón estará el Club Sayago, la policlínica de ASSE y una escuela; hacia el Centro, el liceo, las redes de cobranza, los servicios. Ir de un lugar al otro no será tan fácil cuando vuelva a marchar el tren y los trayectos llevarán más cuadras.
La vía para el tren de UPM, que construye el consorcio Grupo Vía Central, tiene una extensión de 273 kilómetros y tendrá vallas a los costados por seguridad: los trenes van a 80 kilómetros por hora –casi el doble más rápido que los antiguos trenes de AFE– y algunos llegan a los 800 metros de largo.
La vía se protegerá para que las personas no crucen por allí y así evitar accidentes de tránsito y habrá puentes para los cruces. Por esto, los cruces habituales de liceales no existirán más. “La dinámica de la vida cotidiana de la gente se ve alterada”, concluyó Lilian Celiberti, la coordinadora de Un tren a contramarcha, una investigación de Cotidiano Mujer y la Universidad de la República, entre otras organizaciones, sobre el impacto del tren para UPM en tres barrios de Montevideo.
“La mayor repercusión tiene que ver con la fragmentación a la mitad, de un lado y del otro, con una vía bordeada de muros que atraviesa Montevideo de punta a punta”, comentó la coordinadora.
Los cambios en la vida cotidiana de Sayago y Colón son distintos a los que habrá en Capurro, donde el tren pasará por un túnel. “Desde el punto de vista del barrio, tal vez no tenga tantas repercusiones como en Sayago y en Colón, porque pasa por abajo y va a permitir el movimiento normal del barrio”, dijo Celiberti.
Las molestias de la obra
Cerca del Club Sayago hubo obras por el tren de UPM hasta hace algunas semanas, pero ya se terminó la primera etapa, que consistía en el movimiento de suelos. La vecina del barrio Yanina Borloz criticó que tienen poca información sobre la obra: apuntó que no saben cómo se va a trabajar, cómo continuarán las obras o qué sistema de seguridad tiene.
Sonia Gómez es la madre de Borloz y ambas viven en el barrio hace unos 20 años. Desde antes de que la obra tuviera la autorización ambiental, esta vecina se involucró en el tema. Se reunieron con las autoridades, reclamaron que “la forma” en que se realizó el contrato “es violatoria de los derechos humanos”, dijo.
Borloz se queja de una rajadura en una pared que ya le mostró a las autoridades, de la pared de una pizzería que cayó, de la señalización de las obras, del agua estancada, de los escombros, de la mugre.Para Capretti es “entendible” el reclamo de estas vecinas. “Todas las obras molestan y molestan mucho”, señaló.
“Si les estuvieran haciendo el saneamiento de la calle les molestaría muchísimo más que el ferrocarril, que lo tendrían en la puerta de la casa. Esto les está pasando a un costado, estás a 20 o 30 metros”, añadió.
El Grupo Vía Central y la Dirección Nacional de Arquitectura se harán cargo de los costos de los daños en las casas que se generen por la construcción. “Todo daño que se cause por la obra va a tener respuesta de la empresa o de la administración. No va a quedar nadie con la casa rota”, afirmó Capretti.
Una vida en la vía
Ana Hernández sube la escalera de su casa en Capurro, se asoma por la ventana de un cuarto y apenas alcanza a ver los pastos del costado de la vía. En frente hay algunas máquinas, pero todavía no ha sentido una gran molestia por la construcción, salvo por un poco de tierra y el barro que queda en la calle.
Hernández ya está acostumbrada al tránsito de los trenes porque vive al lado de la vía desde que se mudó a Capurro, cuando tenía 5 años. Pero aquellos trenes, recordó, eran “inocentes”: iban a baja velocidad, eran de pasajeros y los de carga pasaban por la noche.
Cuando el tren de UPM esté en marcha, pasará por debajo de su casa y tiene miedo de cómo la vibración de los trenes va a afectar los cimientos de las casas. La mujer de 76 años pidió que le expropiaran el hogar del que es propietaria hace 26, pero su solicitud fue rechazada.
“Cuando vos pintás tu casa o cuando hacés una reforma, es lógico que tengas inconvenientes y molestias. Eso lo entiendo. Lo que no entiendo es el porqué de hacer la traza entre medio de las casas. Son muchísimas las casas que hay de un lado y del otro de la vía”, comentó.
En Capurro –donde se construirá una trinchera como en ruta 102, Las Piedras, Borrazas y Florida– todavía están las vías de los viejos trenes sobre la calle, aunque la zona ya está en obras y comenzaron las demoliciones: el comité de base Mario Benedetti y dos casas linderas ahora son escombros.
Diario EL OBSERVADOR Montevideo - URUGUAY - 22 Noviembre 2020