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Motivados para vencer a la "automatofobia" en Uruguay

Incorporar robots en los procesos implicó grandes desembolsos de importantes empresas locales; sin embargo, ser pionero permite ahorrar "millones de dólares", según un informe de KPMG
Por Marcela Dobal

"Algunas empresas han pasado los últimos 12 meses hablando de automatización robótica, mientras que los pioneros ya están ahorrando millones de dólares". La frase surge del reciente informe de KPMG "¿Tiene automatofobia? Cuatro pasos para superar su temor y comenzar con la automatización de procesos2.

Conceptualmente, el tema cobró aún más fuerza luego de que en enero el Foro Económico Mundial lo enmarcara con un nombre mayúsculo (2la Cuarta Revolución Industrial") con pronósticos contundentes: 7,1 millones de empleos se destruirán como consecuencia 2020, en tanto que se crearán 2,1 millones de nuevas posiciones, según su informe "The Future of Jobs".

En la práctica, ¿qué recorrido se ha hecho Uruguay? Mientras a nivel mundial los robots se abrieron paso hasta en la hotelería y la gastronomía (ver recuadro), a nivel local el avance ha sido más tímido.

No obstante, no es necesario viajar muchos kilómetros para comprobar que es posible vencer a la "automatofobia" en cualquier sector. Las plantas de celulosa de UPM y Montes del Plata, los campos de Agronegocios del Plata (ADP), la farmacéutica Mega Labs, la empresa logística D4 y el Hospital Británico (con su Da Vinci), por mencionar algunos ejemplos, lograron hacer convivir a los robots en armonía con la mano de obra tradicional. Y sacaron tajada por ello.

Robots por doquier
Los drones de ADP sobrevuelan los campos uruguayos desde 2010. Son cada vez más pequeños y maniobrables y ofrecen más posibilidades de interpretar la información agronómica que recaban. Se diferencian de los que se utilizan como hobbie en que no se operan solo a distancia visual, pueden sobrevolar 1.500 hectáreas en un día e incluyen un software especial para procesar la información. También hay una brecha importante de precio: estos cuestan entre US$ 50.000 y US$ 100.000, dijo Gustavo Polak, gerente de agricultura por ambientes de ADP.

D4 es la empresa de almacenaje y distribución de medicamentos y cosméticos —creada por Celsius, Roemmers y Urufarma— que comenzó a operar en mayo del año pasado. Tres robots preparan un 70% de las unidades que se despachan desde ese centro. Contienen información sobre los pedidos de cada cliente y también sobre todos los productos almacenados (nombre, peso y localización, por ejemplo). El robot se desplaza hasta donde se encuentra la cubeta con el producto solicitado por un cliente y se la acerca a un operario, al que además le indica cuánto tiene que extraer de allí para preparar el envío (por ejemplo: cinco unidades de Amoxidal y de igual forma lo hace con las cubetas que contienen Bucoseptine, Ibupirac, etcétera).

Estos robots tienen capacidad para registrar datos de 12.400 ubicaciones distintas, aunque aquí manejan en torno a 3.500. La inversión solo en sistema de almacenamiento y "picking" automático estuvo en el entorno de US$ 2 millones, explicó el gerente general, Diego Manganelli.

Mega Labs, una de las plantas farmacéuticas más modernas de América Latina, que se instaló en el Parque de las Ciencias, cuenta con tres distintos tipos de robots.

Los dos más grandes están en los depósitos, donde almacenan materias primas, excipientes y material de acondicionamiento. Guardan casi 7.000 palets con un sistema de código de barras y un orden prefijado. Tienen 24 metros de altura y se desplazan sobre un riel de 70 metros de largo por 35 metros de ancho. Su costo aproximado es de US$ 500.000, informó el gerente de operaciones, Anibal Marsiglia.

Otros robots operan en el área de producción. Unos pequeños —que cuestan entre US$ 60.000 y US$ 70.000— transportan los blísters de un lado a otro para colocarlos dentro de los estuches. En tanto, hay ocho ubicados en los finales de línea, que arman el palet luego del estuchado en base a una configuración predeterminada por la empresa. Éstos cuestan entre US$ 120.000 y US$ 130.000.

"Nos costó casi un año de ensayo y error lograr una buena autonomía, para que esos robots funcionen", dijo Marsiglia.
Ganar en eficiencia

El informe de KPMG advierte que mantener el statu quo no es la estrategia más conveniente: "La automatización robótica se mueve tan rápido que quien espera a que madure, podría quedar relegado». En cambio, quienes actúan primero y toman el toro por las astas pueden crear «ecuaciones de costos más competitivas".

En ADP los drones se utilizan asociados a sistemas de información geográficos. Los drones sobrevuelan por piloto automático los predios con cámaras multiespectrales. Así, la empresa puede armar mosaicos de campos y elaborar índices (de deficiencia de determinados nutrientes, por ejemplo). De este modo se identifican zonas de alto potencial y otras más estresadas, para en función de eso definir una "prescripción" de fertilización y siembra para cada zona. Esto aumenta la eficiencia en el uso de los recursos. La herramienta es "muy necesaria" para ADP, ya que "a diferencia de los países vecinos, la variación espacial del rendimiento (dentro de un mismo potrero) es muy variable en Uruguay".
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Un estudio realizado por la Universidad de Montevideo —que replica una metodología de la Universidad de Oxford— halló que el 54% de los empleos corren riesgo de automatizarse en los próximos 10 o 20 años.

La buena noticia es que también surgen nuevas posiciones, más intensivas en conocimiento (como ingenieros, electromecánicos, informáticos, expertos en logística y técnicos GIS que procesen información). En D4 enfatizan que no hay una sustitución del trabajador por la máquina. "El robot no reemplazó a la persona. Es más rápido y tiene más capacidad, pero sin personas el robot no funciona", sostuvo Manganelli. "Esto nos empuja a la especialización, a mejorar la calidad de la mano de obra", añadió. De esta forma, empresas y trabajadores se acercan algunos pasos a la tan ansiada mejora de la productividad.

Diario EL PAIS -  Montevideo -  URUGUAY - 29 julio 2016