“Uruguay está en la liga de los grandes países del norte de Europa en energías renovables”, dijo experto español
Manuel Albaladejo dirige la oficina de Onudi para el Cono Sur, es español y se siente "privilegiado" por vivir en Uruguay. En esta entrevista habla de las apuestas y los desafíos en materia de transición energética.Manuel Albaladejo es español, pero vive en Uruguay desde hace 7 años y se siente un privilegiado por ello.
Es el director de la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) para el Cono Sur, y sus días transcurren entre proyectos de transición energética, movilidad eléctrica y generación de oportunidades financieras para la concreción de proyectos. En entrevista con El País, aseguró que Uruguay está mucho más adelantado de lo que los uruguayos piensan y contó al mostrar ante representantes de otros países los proyectos que se desarrollan aquí, “la gente se queda asombrada”.
“Cuando llegué me decían que los uruguayos van a dos velocidades: lento y muy lento. Pero yo digo que es relativo, porque el lento de aquí es extremadamente rápido comparado con otros países. O es lento, pero siempre para adelante. Y el uruguayo de a pie no es consciente de esas cosas”, dijo el economista industrial. “El uruguayo que está aquí está, sumido en su propia realidad, no está viendo que muchas de las cosas que están pasando están teniendo impacto fuera. Y los que venimos desde fuera vemos las cosas que se están haciendo, las agendas que se están impulsando y la inversión que está llegando. Yo me siento privilegiado”, agregó.
Además, explicó cómo funciona el proyecto insignia de ONU en Uruguay, que se coordina desde Onudi: el Fondo de Innovación en Energías Renovables (REIF). Aquí un extracto de la entrevista:
—¿Cómo fue tu llegada a Uruguay?
—Soy español, soy economista industrial y anteriormente estaba en Austria. Me postulé a este puesto en Onudi para venir a Uruguay a trabajar en temas de desarrollo industrial, pero gran parte de nuestra cartera aquí en el Cono Sur ha sido la vinculación de la actividad productiva con la agenda ambiental. Allí he desarrollado un área de trabajo muy interesante, que tiene que ver con las grandes transiciones verdes y cómo eso ofrece oportunidades de inversión, de generación de riqueza, además de descarbonización y reducción del impacto ambiental de toda actividad productiva.
—¿Cómo ves a Uruguay en materia de energía renovables y cómo te parece que nos ven desde afuera?
Yo creo que desde fuera hay una visión muy positiva con respecto a lo que está haciendo el país. Incluso, diría que casi hay una visión más positiva desde fuera que desde dentro. Hace un tiempo el New York Times publicó un artículo que decía algo así como que ‘si quieres un mundo sostenible solamente tienes que ir a Uruguay para comprobar cómo es’.
—¿Y es tan así?
—Creo que hay mucho de realidad en eso. Principalmente, una de las cosas que se escucha mucho desde fuera es el hecho de que el país ha puesto el tema sostenibilidad en su bandera. El concepto "Uruguay Natural" es un buen resumen. Y hay que recordar esos 7.000 millones de dólares que se destinaron a la primera transición energética, que cambiaron el país, con un vuelco radical en el porcentaje de energías renovables en la matriz de generación eléctrica -aunque no en la parte de consumo, donde todavía hay sectores por descarbonizar-.
Eso no ha pasado desapercibido en el concierto internacional, donde ya hay muchos países que aspiran a moverse en esa dirección y Uruguay está en la liga de los grandes países del norte de Europa en temas de energías renovables, como Holanda, como Dinamarca. Eso no pasa desapercibido y cuando alguien te dice 'hay un país chiquito en América Latina que ya está impulsando estas grandes transiciones’ y ven las cifras reales de donde está Uruguay, es muchísimo.
Además, por la vocación agroganadera que tiene el país, todo el tema de sostenibilidad y gestión de recursos naturales está muy presente. Desde que yo llegué (en 2017) me encontré con una actitud muy abierta por parte del Gobierno a la hora de impulsar una agenda de economía circular, que venimos impulsando, y en ese marco hemos podido trabajar con tambos, con empresas industriales para mejorar sus procesos, para que hagan mejores usos de recursos, que sepan exactamente como gestionar sus residuos y demás. La apertura es del sector privado y del sector público. Encontré un país bastante abierto a estos temas y no es algo que encuentras fácilmente en otros lugares.+
—En cuanto a descarbonización, ¿cómo ves el proceso?
—Uruguay tiene una matriz energética renovable y también tiene sectores clave para descarbonizar. Es el caso del sector industrial y, principalmente, del sector de transporte. Ahí hay muchísimo para hacer. Ancap está trabajando en esta dirección, está haciendo inversiones significativas. Es un proceso que toma tiempo, pero realmente está empujando fuerte el trabajo en estas nuevas tecnologías, incluido el hidrógeno verde. Visualizamos el esfuerzo de reconversión que está haciendo.
—¿Y de parte de las empresas privadas? En Uruguay hay muchas Pymes a las que, quizá, se les plantee como una dificultad invertir en recambio de tecnología o incluso de modelo de negocio para ir a la sostenibilidad.
—Estamos viendo que, en algunos sectores, la descarbonización se da de modo más asequible -no diría fácil- lo que va hacia la electromovilidad. Muchas Mypimes están cambiando sus flotas a eléctricos, hay bastantes incentivos y desde Onudi estamos apoyando con el Fondo de Innovación en Energías Renovables (REIF).
Es cierto que en el sector industrial está costando un poquito más, porque las tecnologías no son tan maduras, no están tan testeadas y hay algunas dificultades a la hora de encontrar financiación. Pero hay un espacio grandísimo para que pueda descarbonizarse. Hemos trabajado con muchas empresas que están empezando a considerar, por ejemplo, la incorporación de calderas de vapor de alta presión para cambiar su proceso productivo y hacerlo mucho más sostenible. También con tambos para la producción de bioenergía, para utilizar los residuos en producción de biogás.
Pero todavía tenemos que trabajar muchísimo en los incentivos de mercado que permiten que estas transiciones sean rentables y sean realmente un aliciente para el sector empresarial. En muchos de estos casos las inversiones iniciales son altas, el nivel de incertidumbre también es alto y no siempre vemos que el mercado esté dispuesto a pagar un precio premium por un producto libre de carbono. Ahí apuntamos para que estas empresas tengan un estímulo real a moverse en esa dirección.
Ahora lo estamos haciendo mucho a pulso, pero las empresas quieren ver un estímulo de mercado. Y eso lo encontramos en los mercados internacionales, porque los compradores extranjeros te exigen esta calidad premium, que no necesariamente te exigen el mercado nacional o incluso el regional.
—¿Y cómo se puede generar a nivel local ese incentivo de mercado? ¿Es desde el Estado o desde el consumidor?
—Desde el Estado puede ser con compra pública. El mismo Estado actúa como garante de la transición, porque genera un espacio de mercado donde los empresarios pueden volcar estos productos. Tiene mucha lógica que si estableces un marco normativo para que las empresas se muevan en esa dirección, a través de tu sistema de compras públicas puedas también traccionar. Y esto abre el potencial de que las empresas ganen en experiencia, desarrollen productos nuevos y luego ingresen en mercados competitivos ya fuera del país. Esa es una gran herramienta de política pública que se puede establecer.
Luego, hay otro tipo de mecanismos de mercado que están más vinculados con las demandas del consumidor final. Hay una diferencia significativa entre las exigencias que vienen desde el mercado internacional y las del mercado nacional. Por ejemplo, en sectores principalmente de exportación, como el cárnico. El mercado internacional está dispuesto a pagar un precio premium por una carne de muy alta calidad, que tiene una certificación de carbono neutral (net zero). Pero eso no necesariamente pasa en otro tipo de sectores, donde no tienes ese tipo de incentivo y hay que luchar contra la falta de exigencia por parte del mercado nacional.
—¿Sin esas exigencias, no hay motivación al industrial a invertir?
—Por un lado, tienes un sector al que le representa un gasto y una complejidad meterse en unas nuevas tecnologías que no conoce y que además son costosas. Y también hay un marco normativo que puede ser limitante, porque impone exigencias desde el punto de vista de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor o de gestión de residuos, por ejemplo. Pero todo esto tiene que venir con otra serie de incentivos, como apoyo a los programas de I+D (investigación y desarrollo) en transición energética, o como estamos impulsando con el apoyo a la ANII o las iniciativas como “Oportunidades circulares”. Hay bastantes iniciativas de esta naturaleza aquí. Yo considero que el país está bastante más avanzado que la media a la hora de dar esa zanahoria que incentive al sector industrial a invertir.
Innovación en financiación: el REIF
“Es importante plantear y que el gobierno comprenda que la financiación puede venir por diversos medios: una es la vía de cooperación internacional, pero otra es la inversión privada, como hacemos en el REIF. Nosotros conseguimos traer US$ 10 millones al país porque lo que estamos haciendo es absolutamente innovador, que es trabajar con la banca comercial para cofinanciar a través de un instrumento de blended finance grandes proyectos de segunda transición energética”, dijo Albaladejo en la entrevista con El País.
Qué es y cómo funciona el REIF Uruguay
El Fondo de Innovación en Energías Renovables (REIF) nació en el año 2020. Fue un proyecto de Naciones Unidas y el Gobierno uruguayo, que quedó seleccionado entre más de 90 propuestas de todo el mundo, por el Joint SDG Fund (Fondo Conjunto de Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible) y recibió US$ 10 millones de dólares para su implementación.
Desde allí se busca impulsar la segunda transición energética mediante inversiones privadas en infraestructura y tecnología, que tengan como objetivo descarbonizar la industria y el transporte. El trabajo de este fondo combina recursos de Naciones Unidas y bancos comerciales para el financiamiento de los proyectos y se estructura mediante un fideicomiso registrado en el Banco Central del Uruguay y administrado por República Afisa.
El REIF firmó acuerdos de cooperación con siete bancos: Itaú, Santander, BBVA, BROU, Heritage, HSBC y Scotiabank) para el cofinanciamiento de los proyectos de inversión. Este modelo de blended finance se apoya en las capacidades y procesos ya existentes en las instituciones financieras, y en el comité de inversión del fideicomiso, que evalúa y aprueba las operaciones financieras.
Según explicaron a El país desde el REIF, además del financiamiento contemplan otras tres áreas de acción:
Asistencias técnicas a empresas para medir y potenciar el impacto económico, social y ambiental de sus proyectos de inversión, así como para realizar estudios de factibilidad y validación de tecnologías y modelos de negocio.
Generación de conocimiento, fomentando la cooperación internacional, el intercambio de experiencias y la transferencia tecnológica al sector privado y socios del programa.
Apoyo a la adecuación normativa, la difusión de conocimiento y la generación de capacidades en las instituciones que impulsan la transición energética.
El programa concentra sus esfuerzos en financiar proyectos dentro de cuatro verticales tecnológicas:
Tecnologías de Almacenamiento y Redes inteligentes
Power to X
Gestión de residuos y tecnologías de tratamiento de residuos
Movilidad Eléctrica
“Nos hemos dado cuenta de que la banca comercial está deseando meterse en lo que se llama inversión verde, en transición energética, en hidrógeno verde. No hay carencia de fondos, lo que hay que hacer es montar una agenda para ver cómo canalizar esos fondos privados y decir: ‘este tipo de inversión es una inversión de impacto’. Y allí es donde nosotros podemos entrar y apoyar tanto al gobierno, como a la banca comercial, en generar un pool de fondos que acompañen al país en una dirección muy clara que es la segunda transición energética”, agregó el titular de la oficina de Onudi Cono Sur.
“En los últimos meses, hemos tenido visitas de empresarios de Alemania y están absolutamente maravillados de lo que han visto. El país, que es una combinación de seguridad jurídica y de estabilidad económica en un océano de incertidumbre; gobiernos comprometidos, con transiciones de administración donde no hay grandes cambios, donde se ve a un presidente invitando a los anteriores a un evento”, contó Albaladejo y aseguró que “esto está haciendo que el país esté ganando muchos enteros en el concierto internacional”.