El problema sin fin del Arroyo Carrasco: multan a empresas por tirar toneladas de basura e idean otras acciones
Vecinos denuncian contaminación y que la desembocadura sufrió un corrimiento con peligrosas consecuencias. La gestión del arroyo involucra al gobierno y a las intendencias de Montevideo y Canelones.Botellas de plástico, tapas, envases, bolsas y recipientes de todo tipo y tamaño.
Esos son algunos de los objetos que se pueden ver en la cuenca del Arroyo Carrasco, particularmente en uno de sus afluentes: la cañada Chacarita de los Padres, en la zona contigua a unas canchas del club de rugby Old Boys. La situación se repite en otros lugares de la cuenca, como en el Arroyo Manga, donde una máquina con brazo hidráulico recoge basura a metros de una cancha de fútbol, en Parque Guaraní. Otra máquina, con un brazo más largo, trabaja en el Camino Perseverano para el ensanchamiento del arroyo con el fin de evitar que los residuos circulen por la cuenca del Arroyo Carrasco.
Aunque existen monitoreos que detectan a las empresas que tiran basura en el lugar y también se controla que no lo hagan personas particulares, los vecinos denuncias que el problema de la basura en la cuenca del arroyo no encuentra una solución definitiva. “El arroyo tiene una contaminación importante al igual que otros cursos de agua”, dice Mariela Carulla, una vecina de la zona cuya gestión requiere una articulación del gobierno nacional, siete municipios y las intendencias de Montevideo y Canelones.
La cuenca tiene una extensión total de 194 km2, con un fragmento predominante dentro de Montevideo (114 km2) que se prolonga en Canelones (80 km2). En la zona de Paso Carrasco la Intendencia de Canelones trabaja en el realojo de más de 300 familias que tienen al arroyo detrás de sus viviendas. Las lluvias intensas aumentan el caudal del arroyo y eso hace que los ranchos se llenen de agua. “Cuando hay una emergencia, sea la que sea, los más pobres son los que pasan peor”, dice Leonardo Herou, director general de Gestión Ambiental de la comuna canaria. “Estas familias gestionaban sus residuos en el arroyo, pero con el realojo esa realidad cambió”, plantea.
El Arroyo Carrasco recibe un aporte urbano, por lo que la calidad del agua tiene problemas si se la compara con la de otros donde hay menos actividad humana, como es el caso del Arroyo Toledo en la Ruta 102. A pesar de esto, en zonas metropolitanas de Montevideo “hay situaciones bastante más complicadas”, señala Herou.
Mercedes Ruiz, la alcaldesa del Municipio E, opina que esta problemática “se debe resolver entre las dos intendencias” ya que “escapa a los municipios”. A su modo de ver “no ha habido mucha voluntad de empezar a ocuparse” de la situación. Ruiz se reunió por este tema con la alcaldesa del municipio de Paso Carrasco, Verónica Veiga, quien le compartió los reclamos de los vecinos acerca del estado del arroyo. Además, en 2023, después de recibir quejas de los vecinos por el mal olor proveniente de la basura arrojada en el arroyo, recorrió el lugar junto al subsecretario del Ministerio de Ambiente, Gerardo Amarilla.
Algunos vecinos de Paso Carrasco están siendo reubicados en un predio adquirido por la comuna canaria, para alejarlos del agua. El objetivo -dice la alcaldesa- es ocupar la zona desalojada con espacios públicos donde se pueda practicar deporte y realizar diversas actividades sociales.
“El asentamiento tiene más de 40 años, por lo que será un cambio para esas familias que tendrán saneamiento”, celebra Veiga. “El arroyo para nosotros ha sido un problema toda la vida, por eso buscamos la forma de que sea un potencial, ya que es maravilloso que un arroyo pase por el medio de la ciudad”, agrega.
De enero a junio pasado, la Intendencia de Montevideo (IMM) extrajo 62.000 toneladas de basura del Arroyo Carrasco, una cifra que supera a la que se quitó del Miguelete (40.000) y del Pantanoso (39.000), según información a la que accedió El País.
Sin embargo, ni el volumen de la basura ni los relatos de los vecinos que denuncian que la contaminación continúa afectándolos alarman a Guillermo Moncecchi, director de Desarrollo Ambiental de la IM. “La situación ha cambiado” en la zona del arroyo que comprende a Montevideo, asegura. “Hay pocos residuos sólidos, y estos no siempre impactan en la pureza desde el punto de vista de los químicos (a diferencia de sustancias que pueden contaminar el agua). Hoy no tenemos un problema”, enfatiza.
Los cambios positivos son más visibles para quienes están cerca de los cursos del agua, dice Moncecchi. “Se ha revertido una tendencia. Empiezan a aparecer comunidades que trabajan con el agua como parte de su realidad. Empieza a aparecer nueva vegetación. Además nosotros hemos trabajado mucho junto con los vecinos en los temas de renaturalización; hay un procedimiento sistémico de limpieza, hay un ataque fuerte a los orígenes y eso está ya dando resultados sin ninguna duda. Tengo la esperanza de que sea algo que va a continuar”, plantea.
La IMM puede intimar a un privado a limpiar predio
Desde la Intendencia de Montevideo, Guillermo Moncecchi explica que hubo que modificar la norma para poder limpiar un curso de agua porque si estaba en un predio privado, no podía hacerlo sin la autorización del propietario. “Ahora tenés que intimar al dueño a que limpie por razones de salubridad”, explica. “Ha habido una serie de respuestas también, que tienen que ver con lo pragmático, porque vas a lugares donde hay basurales, buscas las causas y hay gente que estaba tirando porque no sabía o nunca se le había ocurrido que eso era un problema. Más allá de la multa se busca un objetivo común de generar una nueva realidad”, dice.
A orillas de un arroyo
Otra preocupación tiene que ver con un proceso de corrimiento de la desembocadura del arroyo, según denuncian los vecinos del lugar. “El arroyo empezó a doblarse cada vez más hacia al este, en vez de entrar directamente al Río de la Plata. Primero no entendíamos lo que estaba pasando, pero averiguando supimos que es un proceso de corrimiento”, dice Carulla, la vecina que se convirtió en una experta.
Según explica, además de los cambios naturales, la zona sufrió las consecuencias de su ubicación limítrofe entre los departamentos de Montevideo y Canelones. La urbanización avanzó sobre los bañados y así la intervención humana comenzó a cambiar el aporte de agua. “Ya no había capacidad de fusión de agua, hubo un mayor aporte de caudal al arroyo”, dice Carulla.
Los vecinos advierten que las dunas y el humedal, pero también la fauna y la flora nativa “se están perdiendo por completo”, y además de la playa también peligran sus vías de acceso. Curella, la vecina, apunta que antes, en 2016, se habían juntaron firmas para exigir una respuesta, lo que ocasionó la apertura de un expediente en el Ministerio de Vivienda.
Recientemente los vecinos repitieron la dinámica, juntaron firmas y esto derivó en la creación de una comisión de trabajo que integran el ministerio y ambas intendencias. “El asunto es que el organismo rector acá es el Ministerio de Ambiente, por eso las intervenciones grandes requieren el aval de Ambiente y el proyecto ejecutivo tiene que salir de parte del ministerio, donde se trancó”, señala.
Hasta 1995, el arroyo mantenía un 99% en su salida derecha de la desembocadura original. En el año 2000, se constató por primera vez que el arroyo se torcía hacia el este. A medida que se sigue depositando arena en la desembocadura del arroyo, y el caudal se aumentó porque se secaron los bañados, todo eso fue configurando que el arroyo se fuera desviando cada vez más hacia el este. “En el 2010 se iba 700 metros, y actualmente se habla de que está entre un kilómetro y medio y 1.300 metros hacia el este”, explica Diego Iglesias, director general de Secretaría del Ministerio de Ambiente.
Lo que está pasando entonces es que el arroyo va paralelo a la playa. Cada vez más ese arroyo caudaloso está barriendo con todo el sistema de humedales y está destruyendo las dunas. “Aparte de que nos quedamos sin playa los vecinos”, dice Carulla. Y continúa: “Ahora, en vez de estar en la orilla del mar estamos en la orilla del Arroyo Carrasco. Se destruye día a día el ecosistema. Si se llegan a romper los muros de contención, va a barrer con construcciones como campings y clubes que están en el lugar”, advierte.
Esta problemática es tratada desde 2016 por la Dirección Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Dinabise), en la órbita de Ambiente. En este momento, la cartera estudia dos posibilidades. “Una posibilidad es crear una duna mientras que otra implicaría volver al cauce inicial, mediante geotubos y una salida directa. Se está estudiando si esa es la mejor y obviamente vamos a tener que suscitar la intervención o el acuerdo con las dos intendencias”, dice Iglesias.
Los postura de las autoridades es que se haga “la intervención mínima posible” y según supo El País la idea de montar una duna no convence, pero habrá que esperar a los informes de Dinabise para conocer su decisión. “El problema ya está diagnosticado, luego veremos la solución y nos sentaremos con las intendencias para que funcione”, señala el jerarca.
Por su parte, Carulla cree que el geotubo “no es muy amigable a la vista ni ambientalmente”. “Es una estructura artificial, externa, es como una bolsa larga, que hace como una especie de contención”. Se inclina por la alternativa de crear una duna. “Se debe ir con máquinas, sacar toda esa arena, transportarla, crear una duna artificial para reponer lo que se perdió de las dunas naturales. Es un proyecto más grande, más costoso y sería ambientalmente más aceptable. Lo que queremos es que decidan y hagan algo”, reclama.
Los vecinos no han sido informados de los avances del ministerio, “no vemos resultados; todo sigue igual o peor”, advierte Carulla. “A medida que no se interviene el arroyo va avanzando. Se sigue acumulando arena en la desembocadura, se sigue empujando el agua más hacia el este, y ya está por llegar al parque Roosevelt el arroyo, en paralelo a la playa de Paso Carrasco”, detalla.
Iglesias, desde el ministerio, tranquiliza asegurando que este es uno de los temas importantes. Tanto que encomendó a Gerardo Evia, el director de Dinabise, ir al lugar para “atender reclamos y estar arriba de la situación”. “Esperamos en poco tiempo tener definida una solución para sentarnos con las intendencias para analizarla”, comunica.
Un basurero ilegal
Durante la recorrida por la cuenca, El País pudo constatar la diferencia de la cantidad de residuos según la zona. Además del volumen varía el tipo de desecho. El panorama cambia radicalmente cuando nos acercamos a los barrios linderos al Parque Miramar, donde el agua tiene un color más claro e incluso hay patos nadando. En cambio, en las inmediaciones del asentamiento ubicado en el sur de Paso Carrasco, en Chacarita de los Padres y en Manga se ven bolsas, botellas y distintos plásticos.
Para los vecinos, esto se traduce en una fuerte contaminación. Moncecchi, de la IM, explica que la comuna cuenta con un área que controla la calidad de los cursos de agua y la analiza en el laboratorio de calidad ambiental. Además, se controla el estado del aire en Montevideo. “Cuando hablamos de vertidos no son solo los de basura, también residuos de saneamiento”, aclara.
Otro tema que ocupa a la intendencia son las multas a empresas que vierten residuos en arroyos. Las multas oscilan entre 350 UR (609.000 pesos) y un monto máximo de 50.000 UR, que equivalen a 87.000.000 pesos. Según informó la intendencia, se registraron 25 multas a empresas en 176 puntos identificados en Carrasco.
Por otro lado, con respecto a la calidad del agua, el valor potencial de biodiversidad varía entre bajo y medio, según la evaluación realizada por el Plan Director de Saneamiento y Drenaje Urbano de Montevideo (PDSDUM). El plan de monitoreo de esta cuenca -que la IM realiza desde hace 20 años- se aplica en 16 puntos de toma de muestra.
Más allá de los controles estipulados por las autoridades, Moncecchi cree que es importante el trabajo en comunidad y que comuniquen cuando noten un ilícito. “Para nosotros es clave cuando hay vecinos organizados en la zona, porque eso nos ayuda muchísimo. Hay lugares donde vos tenés que ir por la fiscalización pura y dura, porque son empresas que están creciendo, por ejemplo, y ahí aplicar multas”, platea.
Por su parte, Herou, de Canelones, explica que en su departamento “hay un control de toda la actividad industrial que está registrada en la intendencia”. “Esas industrias deben gestionar sus residuos de acuerdo a la ordenanza de la comuna. Cuando detectamos irregularidades aplicamos sanciones. Debe cumplir con el transporte y llevar el residuo al sitio de disposición final del departamento”, detalla.
La intendencia otorga exoneraciones para industrias que gestionan de forma correcta el proceso de reclasificación de materiales y se les otorga el Sello Ambiental Canario para aquellas empresas “que clasifican y lo que recuperan lo donan a emprendimientos sociales”. Las multas en Canelones van desde 30 UR a 350 UR en caso de daño ambiental (es decir, de 52.200 pesos a 609.000 pesos).
Además, Herou señala que junto a la IM y la Alianza Uruguaya por el Agua trabajan en instalar en poco tiempo un sistema de retención de residuos. “Va a ser una obra de ingeniería desarrollada para que no pasen residuos entre la zona de Paso Carrasco sur y Parque Miramar para abajo. La limpieza ahí va a ser periódica, cada 15 días”, adelanta.
Habrá que esperar para constatar los cambios que mejoren el dañado paisaje.
El interminable problema del Arroyo Carrasco tiene más de 20 años. Debería ser un pulmón verde que una a los dos departamentos con más población de Uruguay, pero aunque la situación ha mejorado, su salud ambiental dista de ser la ideal. Desde el gobierno nacional y los departamentales confían en que la solución definitiva llegará “próximamente”, mientras los vecinos continúan a la espera de que les comuniquen cuáles serán las acciones concretas que se llevarán a cabo para recuperar las maltratadas aguas.
Plan para 880 puntos clave
“No sigas más porque te vas a hundir, usá el rastrillo”, le dice una funcionaria de la Intendencia de Montevideo (IMM) a uno de los voluntarios de la ONG Acción Promocional 18 de Julio mientras se mete hasta la cintura para sacar bolsas de plástico que quedaron en la cuenca del Arroyo Carrasco, a la altura de Chacarita de los Padres.
La organización cuenta con personas que en conjunto con la intendencia trabajan en distintos puntos fluviales para su limpieza, en el marco del programa Áreas Liberadas. En este lugar hay colocada una biobarda, elaborada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República. Es una alternativa de barrera flotante (trampa) elaborada para detener los residuos de mayor tamaño, arrastrados desde la cuenca alta de los cursos de agua a las partes medias y bajas.
Fernando Traversa, referente del plan de Áreas Liberadas de la IM, cuenta a El País que las biobardas son “redes de retención de residuos que capturan hasta el 70% de la basura en el punto en donde se encuentran”. “¿Qué nos ha pasado? Nos hemos encontrado con que a veces ponemos biobardas en lugares donde no hemos desarrollado un proyecto de trabajo social y que después nos roban la cuerda que tenía la biobarda, o se vandaliza”, plantea.
Esos lugares no son los indicados para trabajar, “mientras que tenemos otros lugares donde tenemos un fuerte trabajo comunitario, como sucede por ejemplo en el barrio Bajo Valencia, en Casabó, donde hay dos biobardas que son cuidadas por los propios vecinos y que efectivamente tienen una gran capacidad de captura de residuos, lo cual está asociado además a un proceso de mejora en el barrio”, agrega.
En lugares como Casabó, Traversa explica que “ha bajado la cantidad de residuos porque cambiaron muchas de las cosas en el barrio y entonces se está desandando la costumbre de hacer uso de la cañada como un contenedor donde tirar la basura, porque los vecinos ven el cambio y paulatinamente empiezan a comprometerse con él”.
El programa Áreas Liberadas busca abordar la problemática de los sitios de disposición informales de residuos asociados a los cursos de agua de Montevideo y actúa en más de 880 puntos de la ciudad. Esta tarea la realizan en seis de las siete cuencas que Montevideo tiene: Pantanoso, Miguelete, Arroyo Carrasco, Las Piedras, Cañadas del Oeste y Santa Lucía.
Desde 2022 retiraron más de 168.000 toneladas de basura. De ese total, 82.000 representaron casi el 14% de los residuos que ingresaron como residuos urbanos al sitio de disposición final. Es decir, “la cantidad de basura que se retiró de los cursos de agua y de sus entornos es una dimensión muy relevante”, dice Traversa.
Tanto él como Guillermo Moncecchi, director de Ambiente de la IM, coinciden en que el programa tiene una mirada “abarcativa, transversal, que integra a múltiples departamentos dentro de la intendencia”. “Es uno de los programas más exitosos y más relevantes que tenemos”, dice Moncecchi. “Entendimos que había un problema; fuimos al territorio, nos dimos cuenta que era más grande de lo que parecía y lo abordamos. Una cosa que queremos pensando en las siguientes administraciones es mantener y consolidar este tema. Ya hemos integrado la estrategia dentro de lo que son los planes de acción climática de la intendencia”, asegura.