La industria del hidrógeno verde podría generar hasta US$ 30.000 millones de inversión para 2040
Un estudio encomendado al Observatorio de Energía y Desarrollo Sostenible de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) por la Cámara de Construcción del Uruguay (CCU) concluye que, para 2040, las inversiones en el sector productivo del hidrógeno verde podrían alcanzar los US$ 30.000 millones. A su vez, evidencia que el consumo de agua de esta industria sería “marginal” respecto a los usos actuales.
Para sustituir los combustibles fósiles y poder llevar a cabo una transición energética global, se espera que el hidrógeno verde desempeñe un rol protagónico y fundamental. En esa transición que impulsa una industria naciente, donde fábricas, automóviles, barcos, aviones y camiones reemplazarán combustibles convencionales por uno producido a partir de la electrólisis del agua, Uruguay tiene una “muy buena oportunidad”.
Según especialistas, en caso de que el país potencie esta industria y aproveche los factores habilitantes que tiene para su desarrollo, el hidrógeno verde podría transformarse en el principal sector productivo del Uruguay para 2040.
El Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) estableció en una hoja de ruta que, para 2030, a la matriz de energías renovables que comprende energía eólica y solar, que cuenta con 1.800 megavatios (MW), se le adjunten 1.200 MW extra, algo que representaría unos US$ 1.500 millones de inversión.
Estas inversiones se desparramarían en áreas como la red eléctrica, transporte y exportación, incorporación de electrolizadores y plantas de producción de derivados. Para el segundo período, comprendido entre 2030 y 2040, el estudio presentado apunta a pensar en un desarrollo común de infraestructuras, con una mirada integral y que promueva el desarrollo de sinergias, pensando principalmente en los costos de LCOH (costo nivelado del hidrógeno, según sus siglas en inglés) competitivos en el mercado internacional.
Para ello, se propone analizar los polos de desarrollo productivo más convenientes según su ubicación, características de la zona y su cercanía con puertos y fuentes de energía, para que se garantice y se facilite el desarrollo de este tipo de proyectos, buscando optimizar el LCOH.
Por último, se señala que en el período comprendido entre 2031 y 2040, la inversión tendrá su origen principalmente en el sector privado y se situará entre los US$ 25.000 millones y los US$ 30.000 millones.
Una infraestructura adecuada
La infraestructura con la que cuenta actualmente el país y la prevista para el comienzo de la producción es la adecuada para desarrollar la industria de cara a 2030.
Por otro lado, la hoja de ruta distingue proyectos de mediana escala, que cuentan con electrolizadores de 150 a 300 MW y proyectos de gran escala, con electrolizadores de 200 a 500 MW, que tendrán necesidades diversas según su tamaño, producto final y su destino.
Los proyectos de mediana y gran escala requerirán la instalación de energía renovable propia, los proyectos de metanol, combustibles sintéticos y fertilizantes demandarán el acceso a fuentes de CO2 biogénico y los proyectos de exportación requerirán infraestructura portuaria.
En este sentido, los encargados de realizar el estudio explicaron que, teniendo en cuenta la capacidad eólica onshore y offshore y la capacidad fotovoltaica del territorio nacional y cómo se distribuye a lo largo de los 19 departamentos, además de la red ferroviaria actual, existen conveniencias a la hora de elegir dónde construir la infraestructura, según el producto al que se apunte.
Respecto del amoníaco, mostraron que, debido a su compleja logística y su toxicidad, además de que no existe infraestructura en Uruguay para este producto, la cercanía a los puertos, el acceso a recursos hídricos y la lejanía de zonas pobladas, hacen que las zonas con potencial de desarrollo de cara a 2030 para el amoníaco se encuentren en el litoral oeste y la zona costera este, además de Paso de los Toros, teniendo en cuenta el tren y el acceso fluvial en Montevideo.
Por su parte, respecto del metanol y los combustibles sintéticos, los especialistas contaron que existen terminales fácilmente adaptables para su manejo, el transporte utilizado para corta distancia como camiones, ferrocarril o barcazas podrían participar de la cadena logística y el acceso a CO2 y a puertos o servicios ferroviarios, además del acceso a recurso hídrico, las principales zonas con potencial de cara a 2030 son Paysandú, Fray Bentos, Nueva Palmira, Pueblo Centenario y Tacuarembó.
El consumo de agua para la producción del hidrógeno verde será “marginal”
El consumo de agua es un factor fundamental a tener en cuenta a la hora de evaluar la viabilidad de proyectos de estas características. Al respecto, el análisis concluye que el consumo de agua para producir hidrógeno verde será marginal respecto a los usos actuales y los recursos hídricos con los que cuenta el país.
Según datos del MIEM, para producir un kilogramo de hidrógeno se necesitan entre 18 y 25 litros de agua, pero el estudio del Observatorio de la Universidad Católica estimó, como referencia y “tomando números exagerados”, según manifestaron sus autores, 45 litros por kilogramo de hidrógeno.
Tomando esa referencia y produciendo las cantidades estipuladas por la hoja de ruta del MIEM, el consumo de agua disponible subiría nueve puntos básicos, lo que se traduce en el 0,9% del total.
Actualmente, según el documento, se estima que Uruguay tiene 92.000 hectómetros cúbicos disponibles de agua, de los que, anualmente, tan solo se utilizan 4.400, lo que significa menos del 5%. Al respecto, los expertos señalaron que Uruguay no capitaliza y aprovecha el agua de lluvia, dado que no tiene la infraestructura necesaria para captarla y almacenarla. “Uruguay es un país seco, donde llueve mucho”, ironizaron.