Pequeñas acciones para mejorar la vida en el planeta: ideas para incorporar hábitos sostenibles
“Si cada uno cambia un poco, al final somos muchos y el impacto es enorme”, dijo a El País Julián Ruiz Sáez, abogado especialista en Derecho Ambiental.Usar el transporte público, reciclar cáscaras de papa, comprar ropa de segunda mano…
Son varios los hábitos sostenibles que pueden adoptarse para cuidar el futuro de la humanidad y del planeta. La clave para hacerlo y no desmotivarse en el proceso es tomarlo con calma: “Si cada uno cambia un poco, al final somos muchos y el impacto es enorme”, dijo a El País Julián Ruiz Sáez, abogado especialista en Derecho Ambiental y consultor externo en sostenibilidad de empresas y organizaciones.
Hace ocho años que Ruiz Sáez no tiene auto. “Básicamente, me muevo a pie y priorizo el transporte colectivo sobre el taxi”, contó, respecto a sus propios hábitos sostenibles. Además, hace cinco años que usa champú sólido, en forma de pastilla, para evitar el consumo de envases plásticos.
No se trata de buscar la perfección de un día para el otro. “La vida de cada uno puede estar llena de incoherencias, pero hay que agarrarse de una decisión e insistir en ella”, aseguró.
“Lo importante es buscar qué pequeña modificación uno puede hacer, mantenerla y darla a conocer, que sea parte de las conversaciones”. dijo el abogado.
Naciones Unidas refiere también en sus recomendaciones respecto a hábitos sostenibles que es aconsejable caminar o ir en bicicleta en vez de conducir. Esto no solo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también beneficia la salud.
Además, en caso de distancias más largas, es mejor ir en ómnibus o, si es posible, compartir el viaje en auto.
“Vivir sin coche puede reducir la huella de carbono hasta en 2 toneladas de CO2 equivalente al año, en comparación con un estilo de vida con coche”, aseguró Naciones Unidas en su sitio oficial.
Hábitos sostenibles en la cocina
“Vengo de familia inmigrante y en mi casa siempre se dijo que la comida no se tira”, contó Sylvana Cabrera Nahson es directora del Proyecto Desperdicio Cero y co-autora del libro Aquí no se tira nada. No obstante, se dio cuenta de que no todos piensan de la misma forma y relató una experiencia que la marcó.
En 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la invitó a formar parte del comité por el Año Mundial de la Papa. “Ese año se festejaba el 28 y 29 de setiembre, así que pensé, obviamente, en hacer ñoquis” ,dijo. Entonces, participó de la actividad en la que los productores de papas presentaban las variedades del tubérculo –que son casi 400– y preparaban 5.000 porciones de ñoquis para degustar.
Pero la sorpresa le llegó a Cabrera cuando vio que, luego de pelar kilos y kilos de papas, se iban a tirar las cáscaras. “Cuando era chica –y después también con mis hijos– estas se llevaban al horno con aceite de oliva para hacer papas chips”, contó.
Fue entonces cuando decidió ponerse a trabajar en el libro Aquí no se tira nada y el proyecto Desperdicio Cero, junto a su hija Guillermina Bauer. “Hemos calculado que en una papa bien pelada con un pelapapas uno tira aproximadamente un 8% del producto, y en una papa mal pelada, entre un 17 y un 20%”, indicó. Y añadió: “Imaginemos lo que se desperdicia en kilos y kilos de papas”.
En este sentido, expuso que un cambio de hábito importante tiene que ver con el aprovechamiento de los alimentos. “Hay que tomar consciencia de que podemos utilizar todas las partes de los alimentos”, subrayó, y puso el ejemplo de la palta: solemos comer la pulpa, pero el 62% de los micronutrientes –señaló– están en el hueso, que puede rallarse y esparcirse en ensaladas o mezclarse con sal y tener una sal de palta.
No obstante, el cambio empieza antes, al momento de comprar. “El tema no es solamente no tirar, sino planificarse. Uno debe fijarse qué tiene en la alacena y en la heladera antes de salir a comprar a lo loco”, sostuvo. También recomendó, en lo posible, comprar a granel, para evitar los plásticos de un solo uso, y elegir productos locales en tanto “cuanto mayor sea el recorrido, mayor será la huella de carbono”.
También Naciones Unidas resalta el impacto de la alimentación en el desarrollo sostenible. Según indicó el organismo, comer más verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y menos carne y productos lácteos, puede ayudar a cuidar el medioambiente: “La producción de alimentos de origen vegetal suele generar menos emisiones de gases de efecto invernadero y requiere menos energía, tierra y agua".
El organismo apuntó además que, cuando los alimentos se pudren en un vertedero, producen metano, un gas de efecto invernadero. Por este motivo, es fundamental comprar lo necesario y convertir en abono los restos.
“Disminuir los residuos de los alimentos puede reducir tu huella de carbono hasta en 300 kilogramos de CO2 equivalente al año”, afirma la ONU en su web.
Eficiencia energética
Naciones Unidas compartió una serie de acciones que pueden implementarse por un planeta saludable. En primer lugar, en cuanto a la eficiencia energética, la entidad recomendó reducir el uso de los sistemas de calefacción y el aire acondicionado, cambiar a lámparas LED y electrodomésticos de bajo consumo, y tender la ropa mojada en lugar de usar la secadora.
“Mejorar la eficiencia energética de tu casa a través de, por ejemplo, un mejor aislamiento o reemplazar el horno de petróleo o gas por una bomba de calor eléctrica, puede reducir la huella de carbono hasta en 900 kilogramos de CO2 equivalente al año”, señaló en su página web.
Reducir, reutilizar y reciclar
Luego, están las clásicas ‘3R’: reducir, reutilizar y reciclar. Artículos como la ropa y los aparatos electrónicos generan emisiones de carbono en cada etapa de la cadena de producción, así que la recomendación es comprar menos cantidad y comprar de segunda mano.
De hecho, la organización expuso que “cada kilogramo de tejido que se produce genera aproximadamente 17 kilogramos de CO2 equivalente”.
En caso de desechar artículos, es clave hacerlo de forma correcta para prevenir la contaminación del suelo y el agua. Y aquí se cuela una cuarta R, que es la de reparar, ya que muchas veces, artículos tecnológicos que pensamos tirar, pueden tener una segunda vida.
Según Naciones Unidas, “cada año la gente tira 2000 millones de toneladas de basura. Aproximadamente un tercio causa daños al medio ambiente, desde la obstrucción de las reservas de agua hasta el envenenamiento del suelo”.
PUNTO CLAVE DE LAS 3R: EL PLÁSTICO
Reutilizar: El fomento de las opciones de reutilización, incluidas las botellas rellenables, los dispensadores a granel, los sistemas de depósito y devolución, los sistemas de recuperación de envases, etc., puede reducir el 30% de la polución. Para hacer realidad su potencial, los gobiernos deben ayudar a crear motivos comerciales más sólidos a favor de los reutilizables
Reciclar: el reciclaje debe convertirse en una empresa más estable y rentable. La eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles y mejorar los modelos de los productos plásticos aumentarían la proporción de artículos reciclables del 21% al 50%
Reorientar y diversificar: La sustitución de productos como envoltorios de plástico, bolsitas y artículos de comida para llevar por productos fabricados con materiales alternativos (como papel o materiales biodegradables) puede suponer una disminución adicional del 17% de la contaminación
(Extraído de la web de Naciones Unidas: Reutilizar, reciclar y reorientar ahorraría hasta un 80% la contaminación del plástico)