Economía en recesión: ¿qué dejó 2022 y qué se espera para este año?
Sobre el desempeño económico reciente y las perspectivas de cara a 2023.Recesión técnica: mal desempeño durante el segundo semestre.Los datos que informó el jueves el Banco Central del Uruguay (BCU) confirmaron el mal desempeño que exhibió la economía uruguaya durante la segunda mitad del año: el PIB cayó 0,7% entre el tercer y segundo trimestre y volvió a caer 1,3% entre el cuarto y el tercero, es decir, ingresó en una recesión técnica.1
Una forma sencilla de ordenar el análisis en torno a los datos de Cuentas Nacionales es distinguir el desempeño por el lado de la oferta o de la producción del desempeño por el lado de la demanda o del gasto. El primer caso nos permite evaluar cuál fue el comportamiento que tuvieron los distintos sectores de actividad, dado que estamos analizando el dato desde el origen de la producción: ¿de qué sectores viene el empuje o qué sectores explican la contracción? El segundo enfoque, por su parte, nos ofrece la perspectiva del destino de la producción: ¿a dónde fue esa mayor o menor producción? ¿Fue a los hogares, al sector público, a las empresas o al resto del mundo? Obviamente, estos dos enfoques son las dos caras de la misma moneda. La variación del PIB es una sola, pero nos aproximamos a ella desde dos ángulos distintos.
Hecha esta digresión, comencemos por el lado de la oferta, aprovechando el análisis divulgado en redes por la consultora Exante en el marco de su clásica serie de #ViernesGráfico. Como se desprende del gráfico 1, el sector con peor desempeño durante el segundo semestre fue el agro, en línea con lo esperado a partir del impacto de la sequía: el valor agregado del sector se contrajo más de 7% durante el tercer trimestre y cerca de 10% durante el cuarto −siempre en términos trimestrales desestacionalizados−. En este caso, la variación interanual del cuarto trimestre reveló una retracción superior a 21% −en este caso no estamos comparando dos trimestres consecutivos, sino el mismo trimestre en dos años distintos.
El impacto del déficit hídrico también quedó recogido en la variación del sector de energía, que también acumuló dos caídas consecutivas durante la segunda mitad del año. En el caso del cuarto trimestre, la contracción fue del entorno de 6%. En menor medida, la recesión se extendió a la construcción −con dos caídas consecutivas en torno a 2%−, a las actividades de comercio, restaurantes y hoteles, a la salud, educación y otros servicios y también a la industria manufacturera.
En el caso del sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones, los datos desestacionalizados por Exante muestran una caída en el tercer trimestre seguida de una variación casi nula en el cuarto. En contraste, crecieron durante el segundo semestre las actividades profesionales y la administración pública.
Cambiando el enfoque, el mal desempeño durante el período bajo análisis estuvo asociado a la contracción de las exportaciones y de la inversión y al estancamiento del consumo privado (gráfico 2). En el caso de las exportaciones, la caída trimestral fue cercana a 14% y la interanual se ubicó próxima a 6% en el cuarto trimestre. Según señala el informe del BCU, el retroceso de las exportaciones de bienes se explica por las menores colocaciones de carne, ganado en pie, celulosa y cebada malteada, que no pudo ser compensada por el aumento de las ventas de vehículos automotores ni por la expansión de los servicios.
En suma, el mal desempeño económico observado durante el segundo semestre fue bastante extendido entre los sectores de actividad y los componentes del gasto.
El balance anual: “Detrás del efecto arrastre”
En términos anuales, el año pasado cerró con un crecimiento de 4,9%. Como fue analizado en la edición pasada de este suplemento,2 esta cifra recoge principalmente el “arrastre estadístico” heredado de 2021, que es un efecto que emerge al considerar la comparación de los promedios anuales. Concretamente, el arrastre terminó siendo cercano a 4%, por lo que la expansión genuina de la economía durante el año pasado no llegó a 1% como confirmaban varios indicadores adelantados. En síntesis, no deberíamos confundir gordura con hinchazón, dado que esa variación de 4,9% esconde el relativo estancamiento que exhibió la actividad en 2022.
Volviendo a nuestra lógica de análisis, veamos qué sucedió con el desempeño anual entre sectores y componentes de demanda. Comenzando por lo primero, solamente dos sectores mostraron una caída anual en 2022: el sector agropecuario (-2,9%) y el de actividades de administración pública (-1,1%). En el caso del resto de los sectores, las variaciones promedio anuales arrojan crecimiento, destacándose el caso de comercio, restaurantes y hoteles (10,4%), transporte, almacenamiento y comunicación (9,7%) y construcción (7%).
En lo que refiere al enfoque de la demanda, no hay ningún componente que haya experimentado una contracción al tomar la variación entre los promedios de los años 2022 y 2021. El componente que creció más fue el de las exportaciones (11,1%), producto de los registros históricos alcanzados durante la primera parte del año. Con el cambio del escenario externo y ante la profundización de los problemas de competitividad, el panorama cambió significativamente. En el caso de la inversión, el año terminó con un balance anual positivo que dejó un crecimiento promedio de 9,5%. Por su parte, el consumo privado se expandió 6%, mientras que en la órbita pública creció 1,6%. Las importaciones, por su parte, aumentaron 12,5% en términos anuales.
¿Cómo quedan los datos referenciados al 2019? Según el análisis del economista Nicolás Cichevski, el nivel de actividad actual supera ese umbral en la mayoría de los sectores. En particular, el PIB de la construcción está 15,7% arriba de esa referencia. Le siguen el comercio (8,8%) y las actividades financieras (8,3%). En contraste, son tres los sectores que aún no han logrado superar el nivel de 2019: el sector de salud, educación y otros servicios está 1,2% por debajo, las actividades de administración pública está 1,7% por debajo y el sector de electricidad, gas y agua muestra un rezago de 2,8% frente a esa base.
En el caso de la demanda, “en términos anuales, todos los componentes se ubicaron en 2022 por encima de 2019, destacándose la inversión (29% por encima de 2019)”, señaló Cichevski. Las exportaciones están 4% arriba de ese umbral de referencia y el consumo, tanto público como privado, lo supera en 2%.
La dinámica de la economía argentina
¿Qué pasó en el cuarto trimestre?
Un día antes de conocer cuál fue el desempeño de la economía uruguaya, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que durante el cuarto trimestre la economía argentina creció 1,9% en términos interanuales, es decir, comparando el desempeño con el mismo trimestre del año anterior. Desde esta perspectiva, el principal impulso de la actividad vino por el lado de las exportaciones, que crecieron 8,6%, y del consumo privado, que se expandió 5,1%.
Sin embargo, la comparación con el tercer trimestre deja como resultado una contracción de 1,5%, en línea con lo observado en nuestro país. En este caso, la expansión de las exportaciones (8,7%) no logró compensar los retrocesos del consumo −público y privado− y de la inversión (-7,2%).
¿Qué pasó en 2022?
Lo anterior dejó como balance anual un crecimiento del PIB de 5,2%, que fue producto de la expansión de todos los componentes de la demanda: el consumo privado y público aumentaron 9,4% y 1,8% respectivamente, mientras que la inversión y las exportaciones se incrementaron en 10,9% y 5,7%.
Por el lado de la oferta, casi todos los sectores de actividad mostraron una recuperación, con la excepción de agricultura, ganadería, caza y silvicultura (-4,1%). Destacaron los aumentos correspondientes a hoteles y restaurantes (35%), explotación de minas y canteras (13,5%) y hogares privados con servicio doméstico (10,3%).
El desempeño comparado
Continuando con los aportes de Cichevski, el desempeño comparado de Uruguay muestra debilidades frente a otras referencias si se considera la evolución de la recuperación pospandemia (gráfico 3). A este respecto, el nivel que tenía el PIB uruguayo al cierre del cuarto trimestre es superior al promedio de 2019 en 2,5%. En el caso de Argentina, esa cifra se ubica en el entorno de 4,3%, y es de 4,8% en el caso de Brasil. Más arriba aparecen Paraguay (5%), Chile (6,6%) y Colombia (11,8%).
Las perspectivas3
Pensando hacia adelante, el “efecto de arrastre estadístico” ahora juega en contra, en tanto el desempeño observado durante el último tramo del año deja un arrastre de -1% para 2023. En pocas palabras, arrancamos perdiendo el 2023: si la actividad cerrara este año en el mismo nivel del inicio, la comparación entre los promedios anuales dejaría una contracción de 1%.
Como señaló Florencia Carriquiry en la columna económica de Exante en el programa En Perspectiva:4 “... Para este año ya veníamos estimando un crecimiento muy moderado (en el eje de 2% promedio anual), pero es probable que tras conocer estas cifras, y sobre todo incorporando los impactos severos que va a seguir teniendo el sector agroexportador en el comienzo de este año, revisemos algo a la baja esas proyecciones”.
En esa línea, advirtió que la zafra de verano será “extraordinariamente mala” y no logrará ser compensada por el impulso de la celulosa asociado a la puesta en marcha de la planta y por el empuje del turismo. Concretamente, indicó que solamente la soja “es probable que reste más de US$ 1.000 millones a las exportaciones respecto al año pasado”. Teniendo en cuenta la desaceleración prevista de la inversión, producto de la finalización de las obras de UPM2, el sostén de la actividad sería el consumo privado, lo que dependerá de lo que suceda con la dinámica del poder de compra y con la evolución del empleo. Hay que considerar, además, la fuga de demanda que continuará alentando el creciente diferencial de precios que tenemos con Argentina.
“Parece que los ‘pesimistas’ en realidad éramos optimistas”, escribió Javier de Haedo en su cuenta de Twitter.
Q&A con Giuliano Cantisani, consultor senior de CPA Ferrere
¿Cómo evaluás el dato divulgado el jueves por parte del BCU?
El dato de cierre de 2022 fue levemente peor a lo previsto y confirmó la marcada desaceleración de la economía en la segunda mitad del año pasado. De hecho, si bien en el promedio del año la economía creció 4,9% respecto al año anterior, al comparar el último trimestre de 2022 con el mismo período de 2021, la actividad económica sufrió una leve contracción (-0,1%). Al mismo tiempo, la actividad también se contrajo respecto al trimestre anterior (-1,3%), marcando así dos caídas trimestrales (desestacionalizadas) consecutivas. Esto deja al Uruguay en una situación de “recesión técnica”. Y, además, el mal desempeño del segundo semestre de 2022 deja un “efecto arrastre” negativo para este año (de aproximadamente -1%).
¿Qué aspectos resaltarías del dato?
Se puede destacar como aspecto positivo que se consolidó la recuperación del consumo. Este era el componente de la demanda agregada más rezagado. Nuestras estimaciones sugieren que, en el último trimestre de 2022, mientras que la mayoría de los componentes del gasto se contrajeron respecto al trimestre anterior (en términos desestacionalizados), el consumo continuó en aumento.
En particular, las exportaciones cayeron casi 3%, mientras que la inversión (FBKF [Formación Bruta de Capital Fijo]) se contrajo casi 1%. En contraste, el consumo aumentó 0,5%. La dinámica del cuarto trimestre de 2022 pauta un cambio en los motores del crecimiento que se mantendría durante este año. En ese sentido, mientras que en los años anteriores las exportaciones y la inversión (vinculada a las obras de UMP2 y su infraestructura asociada) explicaron la mayor parte del crecimiento, perderían protagonismo este año ante un contexto externo más desafiante, los efectos de la sequía y la finalización de las grandes obras de infraestructura. En cambio, el consumo cobraría mayor relevancia de la mano de la recuperación salarial.
¿Cómo quedan las perspectivas para este año?
Hasta el momento manejábamos una proyección de crecimiento de 1,4% en promedio para este año, aunque posiblemente será corregida a la baja una vez incorporada la nueva información disponible. El efecto negativo de la sequía es el principal factor negativo, mientras que la reactivación del turismo operaría como un amortiguador del shock.
Al mismo tiempo, el contexto externo ya no juega a favor como ocurrió en los años anteriores. Por este motivo, la demanda interna deberá cobrar mayor protagonismo para consolidar el crecimiento.
¿Cuáles son los principales riesgos sobre esa base de proyección?
Las condiciones climáticas adversas son hoy la principal amenaza, aunque aparentemente el riesgo de una sequía más prolongada comienza a disiparse. No obstante, los efectos de la sequía se harán sentir con intensidad en la primera mitad de este año y tendrán efectos también a largo plazo, principalmente en el sector ganadero.
A su vez, en el plano internacional los episodios recientes de inestabilidad financiera también son una amenaza, aunque por el momento la situación parece estar bajo control. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha tomado una postura más cautelosa, subiendo su tasa de referencia menos de lo previsto anteriormente. Si bien esto puede ser una buena noticia en el corto plazo, existe el riesgo de que, ante una postura menos agresiva de la FED, las tasas deban mantenerse relativamente altas por mayor tiempo, lo cual generaría un enlentecimiento del crecimiento mundial en los próximos años y, por consiguiente, una demanda externa menos pujante.
¿Cómo ves la evolución del mercado laboral en este primer bimestre?
El mercado laboral retomó dinamismo en los primeros meses del año. Esto estuvo vinculado con la reactivación del turismo en la medida de que la pasada temporada de verano fue la primera sin restricciones sanitarias desde 2020. Si bien aún no contamos con cifras oficiales de turismo receptivo, los indicadores parciales sugieren que habría sido una temporada relativamente buena.
Para el resto del año, el magro crecimiento esperado no será suficiente para impulsar la creación de empleo, por lo que se mantendría relativamente estancado.