bosque comestibleCANELONES
Un bosque comestible en Shangrilá: vecinos cuidan y comparten frutos nativos uruguayos

Un grupo de vecinos creó un jardín con distintos árboles frutales, y la mayoría son especies nativas. Tienen, entre otros, arazá, pitanga y guayabo del país.Un grupo de vecinos de Shangrilá, en Canelones, creó un bosque comestible en el que la mayoría de los árboles son de frutos nativos, aunque también hay otros. Actualmente tienen plantados guayabos, arazás, pitangas, higueras, paltas, durazneros, manzanos, ciruelos y más.

Todo comenzó hace unos tres años de la mano de tres integrantes de la Comisión Pro Fomento de Shangrilá y hoy es un espacio que sigue creciendo y une a grandes y chicos que día a día aprenden sobre especies que son bien uruguayas y que, sin embargo, no son conocidas por la mayoría de los que hasta allí llegan.

El bosque comestible, como lo llaman, está ubicado en un predio que la Intendencia de Canelones cedió a la comisión y ocupa toda una manzana, entre las calles Venezuela y San Francisco. Está ubicado, además, frente a la escuela N°167 (que es la N°234 en el turno de la tarde), por lo que en épocas de clases, los niños suelen participar junto a las maestras e integrantes de la comisión en diversas actividades en este jardín que es de todos.
raciela Moreira, integrante de la directiva de la comisión, contó a El País que la idea surgió hace unos tres años de la mano de tres integrantes de la misma, que fueron los vecinos Ruben Sánchez, Daniel Báez y Faustino Pérez. “Es un espacio de unos 100 metros cuadrados en el que hoy tenemos este bosque comestible. Habían hecho un curso en Artigas y allí fue que aprendieron cómo tenían que estar plantados los árboles, para que, por ejemplo, los más grandes no taparan a los más chicos, etc.”, recordó.

La paciencia y el cuidado diario es una de las tantas cosas positivas que enseña un espacio como el que construyeron en esta cuadra de Shangrilá: los árboles aún son pequeños y mientras algunos ya comenzaron a dar frutos, hay otros que como todo en la naturaleza necesitan más tiempo y aún se hacen esperar.

Hay variedad de árboles frutales y también de otras plantas que no lo son, explicó Moreira, pero que cumplen con la función de aportar nutrientes a la tierra y ayudar al resto. “El objetivo de este bosque es aprender de forma colectiva, contribuir al aprendizaje de los vecinos, que ellos también sepan cómo pueden mantener el lugar”, señaló.

El arazá, por ejemplo, que es una de las frutas que hoy en día ya cosechan en este predio, “no se vende prácticamente en supermercados. Si uno los busca son muy pocos los lugares en los que puede encontrar. Y es una fruta muy rica, muy agradable”, contó Moreira a El País.

El bosque hoy está rodeado por un cerco de alambre, pero los vecinos tienen planes a futuro: “Nuestra intención es hacer ese cerco con frutos nativos. Es una ambición, pero es algo que va a quedar lindo y que también sería educativo. La idea es que de un lado el cerco sea de arazás y del otro de guayabos del país”.

Un espacio en el que todos aportan.
 El año pasado los vecinos que trabajan día a día por el mantenimiento de este espacio decidieron recurrir a expertos para seguir creciendo: “Empezamos a ver que algunos árboles estaban creciendo de forma despareja, entonces pedimos apoyo del Instituto Nacional de Alimentación (INDA), que por medio del ingeniero Danilo Cabrera nos asesoró. Necesitábamos hacer un poda, pero una poda consciente, entonces él nos ayudó a saber cómo hacerla”, contó la integrante de la comisión.

También cuentan con la ayuda de un vecino del barrio, Camilo Álvares, que fue alumno de la escuela que está frente al predio y que actualmente es profesor en la Facultad de Agronomía. “Él es ingeniero y también nos está apoyando en el asesoramiento del cuidado de este espacio. Porque como vecinos podemos tener muchas ganas de hacerlo, pero al ser una actividad así tiene que estar dirigida por gente que sabe, y por eso ellos nos apoyan, ya que se trata de un cultivo muy valioso”, dijo Moreira.

“Otro de los puntos en los que queremos trabajar es en el tema del riego. Todavía no hemos llegado a una forma de riego eficiente y por estos días estamos teniendo contacto con personas que saben de eso, y que nos están apoyando para ver cómo lo hacemos. Por eso también estamos esperando para hacer el cerco con frutos nativos, porque antes de plantar hay que definir bien el riego”, señaló la integrante de la comisión.

En este momento hay unas 20 variedades en este espacio que nació para compartir y revalorizar los frutos nativos.

Aprendizaje para grandes y chicos.
El bosque comestible que crearon los vecinos de Shangrilá está ubicado frente a la escuela №167 (que es la №234 en el turno de la tarde). Por ese motivo, aunque es un lugar visitado por grandes y chicos durante todo el año, en épocas de clases son aún más los niños que lo frecuentan y tienen la oportunidad de aprender sobre las especies nativas uruguayas.

“Este año queremos hacer algún proyecto en conjunto con la escuela, para que los niños puedan ir viendo la evolución del árbol, desde que pierde sus hojas, pasando por el momento en que da la flor y luego cuando da el fruto. Nos parece que eso es algo muy importante que lo conozcan desde que son pequeños”, dijo a El País Graciela Moreira, una de las integrantes de la directiva de la Comisión Pro Fomento de Shangrilá.

Los árboles aún son jóvenes, pero algunos frutos ya se pueden cosechar, como por ejemplo el arazá rojo: “En estos días vinieron unos niños que los pudieron probar, y contaron que ellos no conocían ese sabor, era algo nuevo. El arazá es muy rico”, dijo Moreira.

El proyecto del bosque comestible integra desde el año pasado el colectivo Manos a la huerta, que reúne a huertas comunitarias de Ciudad de la Costa. Esto les permite conocerse entre sí, motivarse y apoyarse.

También reciben apoyo de todas partes del país en cuanto a experiencias y conocimientos de quienes forman parte de la Red de Huertas de Uruguay.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 10 Febrero 2022