vientosVientos de cola y de frente para la economía

Después de unas (breves) vacaciones retomamos esta semana una nueva entrega de Rincón y Misiones. Hoy vamos a repasar los vientos a favor y en contra que aparecen en el radar para la marcha de la economía uruguaya en este inicio de 2022. Con una pandemia rebelde que parece nunca acabar, hay buenos indicadores que permiten manejarse con cierto optimismo aunque también hay algunos nubarrones.

Una nueva ola de boom para los commodities

Cuando estalló la pandemia a principios de 2020 y los precios de varios commodities y sus derivados comenzaron a mostrar aumentos importantes de precios, eran pocos los que vaticinaban que podíamos estar frente a una nueva ola de boom como la que se dio en la década 2004-2014. Distintos analistas lo asociaban a efectos coyunturales de corto plazo producto de las dificultades de producción y transporte de mercaderías (los fletes marítimos se dispararon) por la pandemia. Sin embargo, con el devenir de los meses, esas tendencias se fueron consolidando y afirmando y hoy vamos camino ya a dos años de valores más que interesantes. Algunas dificultades climáticas y una oferta que no crecerá a un ritmo vigoroso hacen prever un escenario de firmeza  por un tiempo más.
 
¿En qué nos beneficia y qué nos perjudica? La base de la estructura exportadora de bienes de Uruguay es básicamente agroindustrial (75% más-menos). De hecho, las ventas al exterior marcaron un récord en 2021 con más de US$ 11.500 millones  y en enero arrancaron con el pie derecho con un crecimiento del 31% frente a igual mes del año pasado. El precio de leche en polvo (el principal producto de colocación de la industria láctea uruguaya) cerró la última semana en US$ 4.300 en la subasta virtual de referencia internacional que realiza Fonterra. La carne vacuna uruguaya se continúa exportando a valores cercanos a los US$ 5.000 la tonelada, la soja cotiza arriba de los US$ 550 por tonelada y el trigo a US$ 250. Todos valores más que interesantes para la producción agropecuaria respecto a sus promedios históricos.

“Con el rebote reciente, los índices de precios de los alimentos y de los commodities en general volvieron a los máximos nominales (históricos) registrados en el superciclo anterior (2011)”, escribió el economista Aldo Lema en su cuenta de Twitter esta semana.

Los vecinos volverán a restar más que sumar
Pero así como esto genera beneficio para los productores uruguayos, no todo es ganancia. Los insumos que se utilizan para esa producción (fertilizantes, herbicidas, raciones) han mostrado exponenciales aumentos en los últimos dos años. El otro gran jugador que atraviesa a toda la economía y no solo lo siente el sector productivo, el petróleo, también se subió a la ola del boom de los commodities. Esa tendencia se vio acentuada en las últimas semanas por el conflicto que tiene abierto Rusia (un importante productor de crudo) con Ucrania. La escalda del oro negro no dejó más margen al gobierno para aguantar los precios de los combustibles y el arranque de febrero dejó una suba de $ 3 por litro para las tarifas de las naftas y el gasoil.

Este combo de valorización de los alimentos y suba de combustibles tiene (y tendrá) su incidencia en una variable que el gobierno todavía no logra llevar a objetivos que se trazó en la Ley de Presupuesto quinquenal: la inflación. El ritmo de aumentos de los precios fue de 8% en 2021, más de 1 punto por encima de lo proyectado por el Ministerio de Economía y Finanzas en la Rendición de Cuentas (6,9%) y por fuera del rango meta actual (3% a 7%). Para este año, las autoridades del equipo económico esperan que la inflación cierre en 5,8%, todo un desafío, y que está lejos del 8% que proyectan los empresarios uruguayos y del 6,6% que prevén los analistas privados. Este jueves el INE informó que la inflación de enero tuvo una leve aceleración a 8,15% en el último año.

Por diferentes motivos, los vecinos (Argentina y Brasil) han tirado poco del carro para la recuperación de la economía uruguaya. El dato de crecimiento del PIB de Uruguay en 2021 lo conoceremos el próximo mes, pero será un buen dato (por arriba del 4%) y por encima de lo que había proyectado el propio gobierno y los analistas. La economía uruguaya ya retomó los niveles prepandemia en el tercer trimestre del año pasado.

Cómo puede terminar la crisis de deuda que enfrenta Argentina sigue siendo todo una incógnita. Más allá del acuerdo que anunció el presidente Alberto Fernández con el FMI para pagar un abultado pasivo, el kirchnerismo le dio la espalda y ahora la incertidumbre no solo es económica sino también política tras la renuncia de Máximo Kirchner al frente del bloque de Diputados del Frente de Todos (el partido de Alberto Fernández).

Por tanto, no deberíamos esperar que la situación cambiaria de la vecina orilla pueda recomponerse en el corto plazo, por lo que el turismo uruguayo continuará sin tener a su principal cliente, con un bolsillo flaco para gastar de este lado del Río de la Plata.

En el caso de Brasil —segundo socio comercial de Uruguay por detrás de China— la incertidumbre natural que trae un año electoral no suele ser un aliado para los mercados y la confianza de los inversores. Además, el gigante del norte también está luchando para reducir una inflación que cerró el 2021 por encima del dígito (10,06%). Este miércoles, el Banco Central de Brasil (BCB) elevó su tasa de interés de referencia 1,5 puntos porcentuales hasta 10,75%. Fue la octava consecutiva desde marzo de 2021 para una economía que está en recesión técnica. Con las tasas en alza, las previsiones de crecimiento del PIB han ido en dirección opuesta. El propio BCB recortó su expectativa de crecimiento de 2,1% a 1% para este año, y el mercado espera apenas 0,3%, según la última encuesta Focus, en contraste con una expansión de alrededor del 4,4% estimada para 2021.

Así que —como ocurrió durante 2020 y 2021— la tracción que tendrá la economía uruguaya vendrá básicamente de China y el resto del mundo. Precisamente, en un reciente informe, el FMI advirtió que la economía mundial arranca el 2022 en “condiciones más débiles de lo esperado” producto del impacto que está provocando la variante ómicron del covid-19. Muchos países se vieron obligados a imponer nuevas restricciones sobre la movilidad. Además, a raíz del encarecimiento de la energía y de los trastornos en el suministro, “la inflación es más alta y más generalizada de lo previsto, sobre todo en EEUU y en numerosas economías de mercados emergentes”. Con ese escenario el Fondo prevé que el crecimiento del PIB global se modere de 5,9% en 2021 a 4,4% en 2022, es decir, medio punto porcentual menos de lo previsto en la edición de perspectivas de octubre.

El impulso que continuará generando el agro con buenos precios y demanda pujante del exterior, el efecto positivo que todavía seguirá dando UPM por el retraso ya anunciado en la finalización de su planta hasta principios de 2023 seguramente mantengan la tracción para la economía este año. Los vecinos ayudarán poco y eso seguramente sea una mala noticia para la recuperación del sector turístico. A priori, el viento que sopla de cola parece ser más fuerte que el que nos pega de frente.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 03 Febrero 2022