incendio mujerLa joven rural que se convirtió en combatiente del fuego

Emiliana Modernell tiene 25 años, estudia para ser veterinaria y en una situación de emergencia no dudó en dar una mano y ayudó a los bomberos en un incendio forestal.Emiliana Modernell tiene 25 años, es estudiante de veterinaria y vive en Paso de los Mellizos, en Río Negro. Es hija de productores rurales y cuando se va a campaña con su padre ayuda en el predio familiar, donde se hace ganadería de ciclo completo. Conoce el campo, pero nunca se imaginó adentrarse en una plantación forestal que se estaba quemando.

Esta joven rural nunca había visto un incendio forestal, más que de lejos uno que ocurrió hace unos años en el Cerro Pan de Azúcar. Por eso, hoy, luego de que los focos ígneos en Paysandú y Río Negro –donde ocurrió uno de los incendios más grandes de la historia, según comentan los productores de esa zona– están controlados, reflexiona cómo se animó a adentrarse en el campo en esos días, y está segura de la respuesta: quería ayudar.

Cuando el fuego comenzó en los campos forestados de Algorta y Orgososo y Piedras Coloradas Emiliana se puso en contacto con varios conocidos a quienes les dijo que tanto ella como su familia estaban a la orden para ayudar. Sin recibir pedidos de ayuda en un día y nerviosa sabiendo que colegas productores se veían afectados, una tarde decidió dormirse temprano para viajar a Tres Quintas al otro día a ayudar.

No había conciliado el sueño cuando una compañera la llamó para pedirle ayuda porque el fuego ya había llegado a su campo, así que dejó atrás su decisión y se fue a Piedras Coloradas a apoyar.

La desesperación del momento
Lo que más le impactó cuando llegó fue ver a la gente correr para apagar el fuego. “La gente del pueblo entraba a los campos de chinelas y sin buzo, en ese momento no te das cuenta, por la desesperación de que se te viene el fuego y la adrenalina, pero después caes en la realidad”, dijo Emiliana a El Observador.

Para ella “todos podemos ayudar”, y con esa convicción, comenzó a difundir en las redes sociales las cosas que hacían falta, como por ejemplo agua. Así coordinó la donación de bidones que si estaban sellados se utilizaban para tomar y si estaban llenos de agua de la canilla se congelaban para tener hielo.

Al principio ayudó a cargar bidones, a descargar donaciones y a llenar mochilas con agua, pero un día, estando junto a dos bomberos, se solicitó la ayuda de un grupo de personas para apagar el fuego, y ella se ofreció.

“Los bomberos no daban abasto y cada uno desde su lugar aportaba desde donde se podía”, recordó.

Transmitir tranquilidad
Le explicaron varias cosas acerca de cómo avanzar en los predios, hasta donde llegar y qué cosas hacer, así como las que no.
Uno de los aprendizajes que tuvo fue que si una persona se encuentra bajo la sirena del helicóptero rociador, debe apartarse lo más posible del área y en caso de no poder, ponerse lo más que pueda contra el suelo, para prepararse para el impacto de los miles de agua que caen.

Otra de las cosas que aprendió es que en esos momentos de desesperación, lo mejor es trabajar con calma y transmitir tranquilidad. Esa fue una de las peticiones que los bomberos le hicieron y ella pensó “¿cómo te quedas tranquilo si se está quemando todo?”, pero entendió que tratar de apagar el fuego con demasiada prisa y sin pensar puede ser peligroso, pues alguien puede caerse o lastimarse.

Admite que tuvo miedo, más que nada cuando entró a los campos forestados por segunda vez, momento en el que le dijeron que avanzarían 150 metros. El campo estaba tan sucio y había tanto ramaje en el suelo que la joven comenzó a pensar qué podría hacer si tenía que correr, “no tenía para donde disparar y al grupo no lo podía dejar”, recordó. Lo que la calmó fue estar con personas con experiencia en el tema.

En el momento de adrenalina el calor no lo sintió, pero sí sintió que los ojos le quemaban, cree que por no estar acostumbrada y no haber pasado antes por una situación similar.

“En el momento no se siente nada. A mí me cayó la ficha de todo lo que había hecho el 4 de enero cuando volví. Cuando caminaba para adentro del monte decía ‘pa dejé el celular en la camioneta y no le avisé a mamá por si me pasa algo’, pero en ese momento solo te enfocas en lo que te tiene ocupado”, dijo.

Estuvo en Piedras Coloradas desde el 31 de diciembre de 2021 hasta el 4 de enero de 2022. Allí recibió el año, aunque admite que no lo sintió como momento festivo, primero por lo que estaba ocurriendo y segundo porque allí, en medio del trabajo, no se sabía ni qué día era y tampoco importaba mucho.

Lo hizo de voluntad
“Lo hice de voluntad porque vi que en ese momento era una desesperación para la gente y si en algún momento me toca a mí, me gustaría que también lo hicieran”, sostuvo.

Está segura de su carrera, y de que no trabajaría como bombero, porque no es a lo que se quiere dedicar y porque es un trabajo muy demandante que no sabe si soportaría, pero está convencida de que si un día la vuelven a necesitar en una situación similar allí estará.

“Yo miraba y copiaba”, contó acerca de las tareas. Pero lo que más le impactó y la convenció de que no podría hacer ese trabajo, fue ver a una cuadrilla de combatientes de primera línea que llegaban a trabajar desde Tres Quintas. “Quedé impactada al verles las caras, porque hacía un día que no comían y ellos son la primera línea de defensa frente al fuego”, explicó.

Ayudar y apoyar
De todas las “mini experiencias” aprendió algo y lo que más destaca es la solidaridad de la gente. “Los bomberos metieron mucho trabajo pero sin toda esa gente que colaboró, todo a voluntad, no hubieran tenido los resultados que tuvieron en el tiempo que se lograron”, dijo y agregó que fue admirable la actuación de Joan Cáceres, el alcalde del Municipio de Piedras Coloradas, “ese hombre trabajó las 24 horas”, dijo.

Fueron muchas las personas que se acercaron a dar una mano y desde el equipo de bomberos se resaltó la gran presencia femenina que se puso a disposición para ayudar.

Ahora, ya en su casa, Emiliana todavía no bajó la pelota al piso, porque al volver se encargó de coordinar donaciones de fardos en la Asociación Rural Exposición Feria de Paysandú, gremial a la que pertenece.

Finalmente, la joven concluyó: “noté que a los bomberos les falta muchísima ayuda y apoyo, porque ellos dan todo lo que pueden. No sé si falta exigencia de parte del Estado a las forestales pero me parece que deberían tener un equipo formado para acoplarse a los bomberos en estas situaciones, y por otro lado, me pareció que la ayuda del ministerio (de Ganadería) viene despacito y se necesita rápido”.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 17 Enero 2022