PITCNT CONFLITODiverio: «Lo que están haciendo con el puerto es salvaje»

El líder sindical, gesticula apenas lo necesario. Observa, escucha, analiza, reflexiona y explica. No se guarda nada. Habló de su infancia, la familia, los amigos, la solidaridad, el neoliberalismo, Cuba, Dios, UPM, los embates contra los sindicatos, el referéndum y el congreso del Pit-Cnt.Diverio Nació en el barrio Peñarol, entre siete hermanos y hermanas, chacras y quintas que fueron refugio de infancia y merienda gratuita entre descuidos y picardía de otros tiempos.

Daniel es hijo de Israel Aransansú Diverio, obrero herrero, metalúrgico y de la construcción, nacido en Casupá (Florida) y de Teresa Margot Viera, trabajadora doméstica, de Pueblo Reboledo del mismo departamento. Creció con la década del 60, jugó entre las máquinas de la fábrica en la que trabajaba su papá y pasó una Navidad allí, porque la fábrica estaba ocupada. Ellos pudieron llegar hasta la fábrica a visitar a los huelguistas gracias a los “pesos pal Judas” que Daniel logró recolectar en el barrio y que su mamá administró con precisión de malabarista para que rindieran un poco más. Daniel respiró la lucha colectiva desde la cuna. Años duros, austeros, de gambetas cotidianas a la pobreza con mucha cebolla y arroz, casi todo fiado en los días de huelga y unos pocos guisos flacos que, sin embargo, «para nosotros eran los más ricos del mundo». Crecer entre hermanos lo pudo todo. La risa de la infancia contagia futuro siempre, incluso en una zona de cuarteles en la que los patrullajes militares intimidatorios recorrían las calles del barrio. Porfiadamente felices a pesar de todo, los hermanos Diverio reían y compartían regalos de reyes -que eran verdaderos magos- con sus amigues del barrio. Alumno escolar promedio tirando para abajo, “no muy aplicado”, la remó en el liceo de Colón con un solo cuaderno para todas las materias. Todo costaba más de lo imaginado excepto la historia que siempre le apasionó. En esa adolescencia cuesta arriba conoció los ojos del terror. El miedo que paraliza el corazón y corta la respiración. Fue una tarde durante un picado en la cuadra, jugando con su mejor amigo de aquellos años. El inseparable. En medio del partido, llegaron tres camiones del cuartel y se detuvieron frente a un par de casas. Cuando sacaron encapuchado al hermano de su mejor amigo y se lo llevaron secuestrado el terror lo invadió todo. Daniel lo abrazaba como podía y aún recuerda aquellos ojos llenos de miedo y el llanto desgarrador de su amigo del alma. Se le llevaban a su hermano. También por esos días se llevaron a otro vecino, un referente para los pibes del barrio, el púgil Floreal García. “Era nuestro ídolo”. Floreal y su compañera siguen desaparecidos. “Nosotros éramos pibes que por ahí no teníamos mucha idea de la política pero sabíamos de qué lado teníamos que estar. Y ese barrio tenía por un lado mucho obrero, mucha trabajadora y también mucho soldado al que lo mandaban reprimir”. El tiempo y la vida fueron marcando sendas y caminos. Hoy con el paso de los almanaques Daniel entiende que en su vida hubo intensidad siempre, valores, convicciones y unas cuantas certezas. Amor, pasión, compromiso, tejido solidario y hasta los cuentos de una madre amorosa antes de dormir. Pibe de barrio, jugador de canchas ásperas, mediocampista de los que saben trancar a los rivales pesados y también experto en hacer jugar al equipo. Jugó formalmente en El Oriental -el cuadro de Darío Pereyra- por una taza de chocolate y un pedazo de torta. Hoy juega en otras canchas. Es hincha de Sud América desde que tiene memoria y comparte amistad, euforia, hormigón y alambrado, con Julio Toyos. Desde 1982 vive en Joaquín Suárez, departamento de Canelones, es padre de un hijo y dos hijas del corazón, y abuelo orgulloso de su nieta y sus dos nietos. Daniel sabe que la vida es siempre otra cosa que la que uno se imaginó. Aquel pibe de barrio que vendía caramelos en los ómnibus «para arrimar pal puchero de la casa», hoy es el secretario general del sindicato de la construcción (Sunca) y uno de los hombres que habla -en nombre de miles- ante la megaempresa finlandesa UPM.


Hablemos de Dios.
La historia es así. Si bien yo nací y me crié en Peñarol, unos años después nos mudamos a Sayago, un precioso barrio, con una base social muy fuerte. Y allí también aprendí mucho de la solidaridad y la militancia con los curas salesianos. No solo aprendimos a jugar al fútbol sino además a construir solidaridad en el propio barrio. Había muchos actores sociales que trabajaban en eso y la gurisada que andábamos en la vuelta, encontramos allí contención y un discurso que te generaba esperanza.

 

¿Creías en Dios?
Dios era el plato de comida que me podían dar los salesianos. En realidad tenía muchas confusiones, pero nunca lo llegué a ver claramente. Lo que rescato de esos curas es el fuerte compromiso que tenían con la comunidad. Y no te trataban de inculcar la religión sino les preocupaba rescatar el ser humano. Tenían un compromiso de verdad. Muchos de los gurises que andábamos boyando por ahí encontramos un lugar de contención. Y nos fuimos formando. Entre ellos y las changas que hacía. Así me fui haciendo hasta que a los 18 años tuve mi primer trabajo en la construcción. Que en aquel momento era algo a lo que te mandaban si no eras buen estudiante te decían que arrancaras para la construcción. Era una mirada cultural de la sociedad. Agarré el diario y encontré una obra de la empresa Campiglia que precisaban peones y quedé. Los primeros días fueron duros pero después seguí de largo en redes de telefonía y actualmente soy empalmador de fibra óptica.

Oficio duro, de entorno potente y asados de envidia, la construcción.
Sí, todo eso y más. En aquellos años agarré algunas costumbres de la construcción, el asado, los viernes cobrábamos el vale y a tomar una grappa con limón a la cantina de la esquina, a jugar al billar. Hay componentes que van más allá del oficio y creo que eso también me ayudó a formarme como ser humano. Hoy día, hay una realidad totalmente diferente a aquella y también bienvenida sea porque por la lucha propia de los trabajadores logró legislación, avances, capacitación y tantas cosas.

¿Cuándo comenzó tu militancia?
Creo que fue con el plebiscito del 80.

 ¿Ahí te hiciste comunista?
No, era difícil vincularse. Había que cuidarse y cuidar a los compañeros que estaban clandestinos. Había reuniones  y yo iba y escuchaba, pero cuando uno quería profundizar, los mayores te cuidaban. De todas maneras, te daban tareas para hacer y pude repartir volantes y trabajar por el plebiscito. Yo nunca fui afiliado a la UJC, me volví viejo siendo joven, pero me faltó esa formación. Recién tuve la posibilidad de afiliarme al partido en el año 83.

¿Qué pensás ahora cuando alguien habla del Sunca y del movimiento sindical como los desestabilizadores de la economía?
Yo creo que hoy hay más presencia de los medios de comunicación y las redes que amplifican mucho ciertas opiniones, pero esa opinión fue la que siempre tuvo la derecha en la historia del Uruguay. Mi viejo en el año 67 era «desestabilizador» porque ocupaba una fábrica que tenía algún dueño y mi viejo con sus compañeros, en forma «atrevida», se apropiaban de algo que no era de ellos. La historia es la misma, pasó en la época de la dictadura lo mismo. Es una forma de desprestigiar al movimiento sindical y a los compañeros que son elegidos por sus pares. Yo tengo cientos de compañeros nuestros que los eligen en la obra para que sean los delegados, agarran la changa, defienden a morir y quizás o sin quizás, son los compañeros a los que después les va a costar mucho más conseguir changas. No debería sorprendernos que la derecha intente ubicar eso en la opinión pública porque es la táctica histórica de la derecha más rancia y hoy en el gobierno está la derecha más rancia. El tema es cómo nosotros generamos la musculatura para ganar la opinión pública con el campo popular, para tener claro quién está de cada lado. Yo creo que eso es fundamental. Los sindicatos tenemos un papel fundamental al organizar a los trabajadores para lograr su objetivo, para ganar mejor salario y mejores conquistas, pero tenemos un segundo papel que tiene que ser de estar al frente o por lo menos ser uno de los puntales en cuanto a la autoconstrucción de los tejidos de unidad con otros factores sociales fundamentales. Modestamente decimos que lo que planteamos con los fondos sociales o las brigadas juega un papel en ello.

Al movimiento sindical no le sienta cómodo hacer automarketing. Pero tal vez lo que sucedió con las firmas demuestra que el tejido está. ¿No?
El tejido está, el tema es que si nosotros analizamos la disputa por lo que dicen los grandes medios de comunicación, terminamos perdiendo 15 a 0. Hay que tener la capacidad de generar, escuchar opinión en el tejido por abajo, eso es lo más importante. Si nos dejábamos llevar por los medios de comunicación no tendríamos que haber salido a juntar ni una firma, ni nos tendíamos que haber movilizado el 15 con los colonos y toda la pueblada. Entonces creo que es fundamental para el movimiento sindical y para todo el campo popular mirar en perspectiva porque todo tiene que ver con todo. ¿Cómo aterrizó la derecha en Uruguay? Bueno, una de las respuestas -no la única- hay que buscarla en el avance continental de la derecha que posibilitó que en Uruguay ahora tenga la espalda que tiene. Hay que ver  lo que pasó con las grandes movilizaciones en Chile y ver lo que podrá suceder con la izquierda en Brasil para ver qué sucede en la región y cómo impacta en Uruguay. Hoy estamos todos diciendo que hay que ser solidario con Cuba ante el bloqueo criminal, genocida, los ataques a Cuba que hace el gobierno uruguayo y también el paraguayo. Si bien está bárbaro mandar jeringas para que puedan realizar el plan de vacunación, la mejor solidaridad con el pueblo cubano es lograr tener un proceso en Uruguay y en América Latina que permita rodear esa revolución. Es lo mejor que podemos hacer por esa revolución. Creo que es el desafío que tenemos en el escenario actual. Hoy la cuerda se tensa. Y se ve claramente a partir de las 800.000 firmas, de la movilización del 15 y después de todo 2020 tan complicado, la respuesta de la derecha es cuestionar toda acción o movilización de los trabajadores, criminalizando la movilización y la protesta, desprestigiando a los trabajadores. Es una señal que estamos en un proceso de avance desde el campo popular. Y es un avance fundamental.

¿Han recrudecido los ataques contra el Pit-Cnt a partir de las 800.000 firmas?
Totalmente. Disparen contra el Pit-Cnt. Fue salvaje lo que  hicieron con los compañeros del puerto. La criminalización por parar a trabajadores que trabajan como máximo unos 13 jornales por mes y que ganan salarios de aproximadamente 20.000 pesos. Imaginate lo que a ellos les cuesta parar un día en su economía familiar. Un trabajador que gana 20.000 pesos, que debe tener dificultades para pagar el alquiler -si lo paga- dificultades para pagar la luz, el agua, ¿vos decís que es el responsable de los males y que tiene que pensar que la economía del país está en su espalda? ¿Que como paró, se paralizó la economía del país y ese trabajador es el responsable? Es salvaje decir eso. Y si realmente dicen eso, están reconociendo que los verdaderos malla oro son los trabajadores y en particulares estos compañeros.


Tal vez fueron algunas expresiones poco felices.
¿Te parece que un ministro de Trabajo puede agarrar de tiro al blanco a esos trabajadores? ¿Que un presidente de la República que dice que es el presidente de todos, puede agarrar de tiro al blanco a esos trabajadores? Cuando hablan del sindicato que paró, están hablando de los trabajadores que acompañaron la decisión del sindicato. Ahí pararon todos y todas. Creo que hoy la derecha más que pegarle a los dirigentes sindicales le está pegando a los trabajadores que ganan 20.000 pesos que están luchando por su salario.


El Pit-Cnt habló en 2019 de que estaban en disputa dos modelos de país. A cartas vistas, transcurridos dos años de gobierno, ¿ha sido igual o peor que lo que imaginabas?
Teníamos claro que lo que es el neoliberalismo. Pasan los años, podrá aggiornarse pero los objetivos siempre son los mismos: gobernar para unos pocos, si es posible hacer desaparecer el Estado, que el mercado lo resuelva todo. Está claro que esos son sus objetivos. Y tienen un dolor gigante adentro de que en Uruguay tengamos empresas públicas tan fuertes como Antel, UTE, OSE, y tal vez en menor dimensión, El Correo. Nadie podía ser ingenuo de pensar que si llegaba a ganar el partido de derecha -como ganó- íbamos a tener solamente un proceso de algunos ajustes. Está claro que para esos procesos de degollarnos de parados -como intentan hacerlo- cualquier gobierno neoliberal del mundo entero y en particular, en Uruguay, para aplicar sus políticas necesita que los sectores sociales estén lo más invisible posible y desmovilizados. Mucho más en Uruguay con un movimiento sindical con una central única que pelea con el campo popular. Ellos tuvieron un gran socio que fue la pandemia. Eso ayudó para que pudieran ubicar algunos temas que -sin la pandemia- habrían prendido fuego la pradera. Y me refiero a la modificación de los cálculos del IRPF, lo que tuvo el aumento del IVA, el aumento del dólar que indirectamente elevó el costo de los consumos de la canasta alimenticia, recordemos que el 70% de los alimentos que consumimos son importados. Y además lo que tuvo que ver con la política salarial, que en el medio de la pandemia para cuidarnos la salud, la mejor receta que se les ocurrió fue una rebaja salarial para los públicos, los privados y jubilaciones y pensiones. Todo eso que ubicaron se les dio justamente en un contexto de poca movilización ante la situación sanitaria muy compleja. Es lo fundamental para un gobierno neoliberal. Y en el medio de todo eso, votan una ley que también tienen contenidos que apuntan a esas políticas. La derecha necesita herramientas para poder aplicar esas políticas y es necesario de este lado, que se generaran las condiciones para empezar a romper esa herramienta construida por la derecha. Hablamos de la LUC y el referéndum. El referéndum entonces es un componente fundamental para derogar los 135 artículos de la LUC. Recordemos que en campaña se hablaba de las políticas sociales, los auto convocados ya anticiparon el discurso de que eso era un gasto y no una inversión en la gente. Y a partir de algunos medios de comunicación, ese discurso permeó en una parte de la población que lo vio las políticas sociales como un gasto.  Algo similar sucede con el discurso barato de para generar empleo se necesita rebajar salarios para que el «costo» de los trabajadores sea menor para poder invertir en el Uruguay. Ese discurso lo aplicaron también en cierta medida a partir de la LUC. Y claro que la pandemia fue el mejor escenario para poder acelerar esto.  Por eso nosotros vemos hoy que el recorte en inversiones públicas, el recorte de las empresas públicas -lo que se ve en Antel, UTE y todo lo que aún se puede llegar a ver en Ancap- es salvaje. Y uno que no es muy visible, el recorte en vivienda, pero se trata del 30% en las viviendas de Mevir. Son 2.000 viviendas menos, para 2.000 familias carenciadas del medio rural. Capaz que no es visible porque no están en la Plaza Independencia pero es terrible. Entonces, está claro que estamos en un proceso en el que el gobierno intenta acelerar sus objetivos, sabiendo que de este lado, el campo popular  está generando la musculatura para contrarrestar. Por  eso te decía que se tensa la cuerda. Y esa realidad se ve también en la pelea que se está dando hoy en los Consejos de Salarios.

¿No los eliminaron, pero los están vaciando?
Exacto. Cumplieron su promesa electoral de no eliminarlos porque eso tenía un costo altísimo. Tirarse a eliminar algunas leyes centrales como la de negociación colectiva, políticamente tenía un precio carísimo. ¿Entones qué hicieron? Que los Consejos de Salarios no cumplan con el objetivo central. Otra ley que duele y mucho es la de libertades sindicales. ¿Qué trato de hacer? Reglamentar la huelga, el derecho de movilización y de esa forma le pego a esa ley que jugó un papel fundamental durante estos años. Lo mismo que con las ocho horas de los peones rurales y con algunos avances centrales que hemos tenido. Como les sale muy caro eliminar, por lo menos intentan bajarle su nivel de incidencia en la vida.

¿Cómo hay que leer los recientes episodios y acusaciones contra el Sunca?
Creo que hay objetivos claros de intentar golpear al movimiento sindical y golpear justamente en algunos sectores donde hay mayor visibilidad de lo que es la pelea. Los ataques son una defensa acérrima a la inversión privada. En este caso, una inversión tan grande como la de UPM -que no vino con este gobierno- con la lucha del Sunca están quedando al desnudo las debilidades que tienen este tipo de inversiones y también por eso nos golpean. UPM que venía de un país tan avanzado, que nos venía a traer otra imagen, muestra al desnudo que como cualquier sistema capitalista, es salvaje. Porque ahí tuvimos líos cuando hubo acoso laboral contra una trabajadora mujer y UPM miró para un costado; tuvimos un lío con la situación sanitaria y UPM miró para el costado; tenemos lío porque hay 20 o 30 compañeros amontonados y UPM mira para el costado. Tenemos una cantidad de líos que están quedando al desnudo. Yo creo que piensan que la mejor forma de «defender» a UPM y a otros inversores privados es intentar criminalizar o desprestigiar al movimiento sindical y al Sunca en particular.

 ¿Ustedes sostienen que se ha colocado a trabajadores contra trabajadores?
Lo intentan continuamente. Tuvimos la capacidad de conversar, porque por lo general, muchos trabajadores extranjeros que han venido acá llegan de países que tienen un alto nivel de sindicalización, están bien organizados. Y con algunos otros hemos conversado como hemos podido a través de un compañero que tiene un inglés bastante precario pero que se ha hecho entender. Y cuando los compañeros entienden de qué se tratan las reivindicaciones, automáticamente se suman a la movilización. Más allá de alguna provocación que nos tiraron para generar alguna escaramuza. Quedó demostrado que no hay forma de poner trabajadores contra trabajadores. Es más, todavía se están tomando medidas en UPM porque se está negociando un convenio interno que tiene una cantidad de componentes sociales, como la inserción de la mujer, la capacitación de sus componentes y muchos elementos más.

Ahora, cuando dicen que van a defender «a los trabajadores que quieren trabajar», la respuesta es que nosotros también los defendemos. No es que estemos en contra de ellos, los defendemos hablando con ellos y ayudándolos a que entiendan cuál es el camino. Independientemente de eso, en UPM nunca hubo un piquete para generar que no ingresara a nadie. No hay piquete. Es más, en la puerta de UPM todos los días hay tres o cuatro vehículos policiales que son convocados por UPM. No sé cómo hacen para que el Ministerio del Interior les haga eso, para asegurar que si alguno quiere trabajar, que no tenga dificultades. Es terrible, están desesperados para aplicar la LUC, tanto así que terminamos tomando mate con los milicos (risas) porque no hay líos, no pasa nada.

Hace tiempo que se difunden videos con todo tipo de peleas  que ocurren notoriamente en distintas  partes del mundo y siempre en las redes alguno asegura que «es UPM».
Los trabajadores de la construcción somos de sangre caliente. Capaz que nos peleamos por el fútbol, por un truco, pero tenemos claro quién es nuestro enemigo de clase, en eso no nos confundimos.

¿Cómo ves la transición en el Pit-Cnt de cara al Congreso?
Preciosa, porque hay mucha discusión. De todos modos creo que el proceso es largo, si miramos simplemente el Congreso, estamos mirando muy corto. El congreso del Pit-Cnt arranca cuando decidimos ir a la recolección de firmas, ahí empieza el proceso. Es vincularnos con la sociedad, volver a los barrios, juntarnos con otros y otras y salir a esa patriada con la juntada de firmas que para mí no es sorpresa, es solamente la confirmación que hay reserva en el campo popular. Eso desembocó en un proceso que también siguió con algunas luchas que se dieron, por ejemplo, yo rescato la huelga de los compañeros de la pesca, la lucha de los compañeros de la Foyca, la asamblea de la Untmra, la movilización de la coordinadora de entes públicos, la movilización de COFE, la del Sunca o incluso la marcha estudiantil del 14 de agosto. No me quiero olvidar de ninguna. Todo el proceso de la recolección de firmas desemboca en una síntesis de lo que fue esa gran movilización del 15 de setiembre. Que fue grande por la cantidad de pueblo que participó, pero también fue fundamental el contenido de la movilización, qué había adentro de esa movilización, más allá de miles de trabajadores movilizados. Y ahí estaba la cultura, los sectores de colonos organizados, el área rural, las organizaciones rurales, la felicidad, la música, los barrios organizados con las ollas populares, y hasta hubieron -y ojalá que se repita con muchos otros- hinchas organizados de un equipo de fútbol como Peñarol. Pero los de Sudamérica también estábamos presentes -capaz que más modestamente- y estaba el Villa Española que es grande, le tengo un sentimiento especial, y los bolsos y tantos de tantos. Esa movilización demostró que el campo popular está en un proceso muy fuerte de avance y es síntesis de todo eso. Y eso es parte del congreso del Pit-Cnt. Y creo que esto que se logró nos obliga a tener una discusión diferente, con otro contenido. Y eso para nosotros es una responsabilidad gigante, más allá de los compañeros que vayan a ocupar tal lugar o tal lugar. Para nosotros, eso no importa. La gente nos dijo, ‘tenés que discutir programas, perspectivas, cómo le vamos a pegar a la derecha, tenés que discutir esto’. Yo creo que fue una señal que precisábamos todos los compañeros y compañeras que estamos en el movimiento sindical y fue bueno porque nos alinea. Y el otro gran tema es el referéndum. La campaña va a ser la movilización. La campaña por el referéndum fueron las huelgas que tuvimos, las movilizaciones que tuvimos, fue la del 15 y este congreso tiene que ser parte de la campaña. Por eso tiene que ser un congreso con mucho contenido, con una discusión profunda pero fraterna, congreso unitario. Esos son los ejes centrales. Como Sunca, el 29 y 30 estaremos haciendo un encuentro programático previo al congreso con unos 900 delegados en el Velódromo Municipal con tres ejes: seguridad social, empleo y vivienda. Y eso es de cara al congreso. Por supuesto que también vale la discusión de quiénes son las mejores mujeres y hombres para estar al frente de la dirección de la central, pero no creo que sea el tema central.

CARAS Y CARETAS -Montevideo -URUGUAY - 08 Octubre 2021