reuOpinion - Ricardo Peirano
Aumentar el ritmo

Uruguay tiene una oportunidad muy buena al salir de la pandemia pero no puede conformarse con el 3 o 3,5% de crecimiento. Si seguimos por ese camino, seguiremos exportando orientales.Si hay cierto consenso entre líderes de opinión e incluso en la población en general es que el gobierno manejó mejor la faz sanitaria de la pandemia que la faz económica.

Es verdad que como dijo recientemente el senador Gandini la campaña de vacunación es el “principal componente” de la política económica. “Se trata de un esfuerzo que parece vinculado solo a lo sanitario pero que tiene el objetivo de recuperar la economía” señaló el senador en declaraciones a la prensa.

Es cierto también que la ministra Arbeleche tiene perspectivas ciertas de que la mejora de la situación sanitaria del país (variante delta mediante) permitirá ir avanzando en una reapertura cada vez mayor de la actividad. Pero aun con las buenas noticias que traen los indicadores diarios sobre contagios y muertes por covid-19, el crecimiento del país lleva un ritmo demasiado lento. Solamente el Ministerio de Economía proyecta un  crecimiento del PIB superior al 3%. El consenso de los analistas lo sitúan por debajo de ese umbral y son muchos los que lo ven más cercano a un 2.5%. Proyecciones son proyecciones y quién tendrá razón se verá a fin de año. Igualmente aun en la hipótesis optimista del gobierno, un 3,5% es un número magro en el contexto mundial y en el latinoamericano. 

Máxime si consideramos que las obras de UPM 2, ya en pleno funcionamiento este año, aportarán algo equivalente a un punto de crecimiento del PIB. Y que la bonanza de commodities ha aportado lo suyo. También hay que contar con una buena recuperación de la industria en general. Pero ni aun con ese 3,5% volveríamos a los niveles de actividad previos a la pandemia, que ya eran flojos por el estancamiento de 2018 y 2019.  O sea que volver a la prepandemia, algo que ocurrirá en algún momento del 2022, tampoco es un gran logro.

De ahí la necesidad que tiene el gobierno de pisar el acelerador en materia económica. Es preciso, por lo pronto, ponerse metas más ambiciosas, máxime con un contexto internacional favorable. Esperar proyectos de inversión extranjeros, y en especial de argentinos, es razonable. Pero difícilmente habrá algo que mueva la aguja como a principios de este siglo cuando vinieron muchos productores agropecuarios argentinos espantados por las medidas de Néstor y Cristina Kirchner y no solo trajeron capital sino también tecnología de producción, lo cual permitió dar un salto cuantitativo y cualitativo muy importante en productividad que ha quedado incorporado en el país más allá de las fluctuaciones de precios internacionales.

Es difícil que ahora ocurra algo semejante aunque se registren compras de campos o construcción de inmuebles. Uruguay necesita inversión de calidad y para ello tiene que hacer reformas estructurales que aún están pendientes. Más allá de la seguridad jurídica que ofrece el país y la fortaleza de nuestras instituciones que nos posicionan en un lugar destacado en América Latina. Un lugar que aún destaca más con las convulsiones que sufren nuestros vecinos y otros países del continente.

Pero la inversión de calidad tiene que venir ahora dirigida  a la sociedad del conocimiento, donde tenemos la posibilidad de desarrollar nuestras capacidades. Es preciso mejorar drásticamente la educación Primaria y Secundaria, lo que además ayudará a mejorar la inclusión social e ir soldando las fracturas que se han experimentado en las últimas décadas. Es preciso dejar de ser exclusivamente exportador de materias primas, que dependen enteramente de factores que están por fuera de nuestro dominio. Es cierto que esas materias primas tienen valor agregado en la cadena de producción agropecuaria. Pero es preciso afinar más esa producción. De hecho, lo que se hizo en la industria forestal y las cadenas de valor, muestran a lo que se puede llegar cuando hay una política de Estado sostenida por varios gobiernos. 

Tenemos que replantearnos nuestra inserción internacional para no quedar rehenes de la economía de un solo país. El Mercosur es un lastre y se ve que es muy difícil avanzar. Incluso la ligera luz de esperanza que venía de Brasil, ya parece haberse apagado con la oposición a la baja de aranceles y a la flexibilización de la realización de acuerdos con terceros países.

El tema del costo del Estado y la gobernanza de las empresas públicas no puede seguir siendo soslayado. Y en esta área es muy poco lo que se ha hecho. Ni siquiera la estrategia de no reponer vacantes en el sector público pudo funcionar en 2020. Y de reforma en el gobierno de las empresas públicas casi ni se habla. Sigue primando el criterio político de reparto de cargos.

Uruguay tiene una oportunidad muy buena al salir de la pandemia pero no puede conformarse con el 3 o 3,5% de crecimiento. Si seguimos por ese camino, seguiremos exportando orientales, cuando necesitamos ofrecerles oportunidades en este país. E incluso atraer talento de otras regiones. Es vital para construir la sociedad del conocimiento que complemente y potencie nuestros recursos naturales. Solo así saldremos de unas cifras de crecimiento mediocres.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 06 Setiembre 2021