COMERCIO
El nuevo golpe de Argentina a las exportaciones uruguayas
El gobierno de Alberto Fernández resolvió endurecer el cepo cambiario ante la pérdida de reservas del Banco Central y eso perjudica a las exportaciones uruguayas.El cepo cambiario continúa endureciéndose en Argentina. Desde fines de mayo, las empresas que tengan activos en moneda extranjera y aquellas que adquirieron divisas a través de la compra-venta de bonos o acciones en los últimos 90 días, entre otros condicionantes, dejaron de tener acceso a dólares en el mercado oficial.
En la práctica, las nuevas medidas del Banco Central implican que la gran mayoría de las compañías no podrá acceder a dólares con una paridad de 70 pesos argentinos para cancelar sus importaciones, sino que deberán recurrir a sus ahorros o a los mercados alternativos en los que el dólar cotiza en torno a los 110 pesos argentinos.
“Se trata de una devaluación parcial. La medida no opera sobre la totalidad de las compañías, pero, dado que casi todas ahorran en dólares, la mayoría está alcanzada por las nuevas regulaciones. El resultado es que a gran parte de las empresas ahora les va salir más caro conseguir divisas en el mercado cambiario para importar. Quienes no estén seguros de poder vender y obtener una ganancia de aquello que importen, posiblemente dejen de hacerlo”, dijo a El País Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina, en Buenos Aires.
Durante la primera semana de vigencia de las nuevas medidas, las importaciones prácticamente se paralizaron en Argentina. En medio de la frágil situación económica del país, ahora profundizada por los efectos del coronavirus, la opción de desprenderse de dólares propios o acudir a los mercados cambiarios alternativos para obtener las divisas necesarias para importar implica una jugada riesgosa.
Más aún si se tiene en cuenta que los niveles de consumo en el mercado interno amenazan con mantenerse deprimidos en los próximos meses. “Ante una acción, hay una reacción. Muchos importadores, que son proveedores del mercado interno, suspendieron provisoriamente las ventas porque no saben si podrán acceder al dólar oficial”, dijo a El País Rubén García, presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina.
La medida agrega nuevas distorsiones al funcionamiento del comercio exterior. Los productores de soja, por ejemplo, deben liquidar sus exportaciones al valor del dólar oficial menos el 33% que pagan en concepto de retenciones, lo que deriva en un valor de 46 pesos argentina. Esa paridad a la que cobran su producción es entre dos y tres veces inferior a la que rige ahora para la importación de insumos.
“Los proveedores de fertilizantes para el campo han suspendido las ventas o venden al precio del dólar blue (124 pesos argentinos). Es solo un ejemplo del efecto que puede tener esta medida sobre la actividad económica: más del 80% de las importaciones en Argentina son insumos para la producción”, dijo García.
Otra de las probables consecuencias de las nuevas restricciones cambiarias es una mayor presión sobre la inflación. “Dado que el costo de reposición es una variable clave para determinar el precio de un producto, y que a partir de ahora muchas empresas tendrán que importar usando dólares ahorrados que valen más que los comprados en el mercado oficial, es probable que sus productos suban de precio. Igualmente, estas medidas van a tener un impacto más restrictivo que inflacionario”, dijo Rajnerman.
DÓLARES ESCASOS. Con nulo acceso al crédito, Argentina se enfrenta a la escasez de dólares como tantas otras veces a lo largo de su historia. En ese marco, el Banco Central se ve obligado a administrar un stock de reservas netas que ronda los US$ 7.000 millones.
En los últimos dos meses, el fuerte salto de los niveles de emisión monetaria, la ampliación de la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los alternativos, sumado a la incertidumbre en torno al resultado de las negociaciones por la deuda, incrementaron las expectativas de devaluación.
De hecho, en abril y mayo se registró una aceleración en la cancelación de obligaciones con el exterior y un anticipo de pagos de importaciones con el objetivo de adelantarse a una eventual depreciación del peso argentino. Esa mayor demanda en el mercado oficial obligó al Banco Central a vender unos US$ 1.600 millones entre mediados de abril y fines de mayo para evitar una devaluación abrupta.
Ante una dinámica que se tornó insostenible en un contexto de reservas escasas, el Central, en sintonía con el gobierno, decidió parar esa sangría con el endurecimiento del cepo cambiario. Aunque Miguel Pesce, el titular de la autoridad monetaria, señaló que los controles cambiarios podrían relajarse una vez que se haya alcanzado un acuerdo por la deuda, el ingreso de bienes y servicios al mercado argentino, al menos en el corto plazo, suma un obstáculo más.
El nuevo escenario amenaza con asestar otro golpe a las ventas uruguayas. “El escenario más probable es que Argentina finalmente alcance un acuerdo por la deuda en las próximas semanas, pero que eso no implique un levantamiento de las nuevas restricciones cambiarias, por lo menos en lo que resta del 2020. Las importaciones provenientes de Uruguay seguirán muy deprimidas, más aún si se tiene en cuenta que, debido al derrumbe del consumo, la mayoría de las empresas en Argentina quedarán stockeadas”, dijo Rajnerman.
Cada vez se exporta menos
En bienes, Argentina es el cuarto destino de exportación, excluidas las zonas francas, para Uruguay. Entre enero y mayo, las ventas externas hacia Argentina sumaron US$ 91,7 millones, una caída del 28,1% con respecto al mismo período del año pasado, según la Unión de Exportadores del Uruguay. La dependencia de Argentina en cuanto a exportación de bienes es cada vez menor, pero el problema es que varias industrias que emplean mano de obra semi-calificada o calificada como autopartes y plásticos sí dependen de este mercado.