EFECTOS DEL VIRUS
¿Quién paga (y cómo) el coronavirus en Uruguay y qué problemas genera?
El economista Ignacio Munyo respondió a esas preguntas sobre el impacto que tiene en la economía uruguaya la llegada del COVID-19.
El costo económico de las medidas para moderar la propagación del coronavirus “lo pagamos todos” porque “se está cuidando la salud de los uruguayos” y el mismo no se debe financiar con impuestos sino con deuda, señaló ayer el director del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo, Ignacio Munyo en una conferencia vía Zoom (plataforma para videollamadas colectivas) convocada por la Cámara Oficial Española de Comercio, Navegación e Industria.
La conferencia se titulaba “¿Quién paga el coronavirus? Y eso fue lo que respondió Munyo, al tiempo que discrepó “profundamente con las propuestas de aumentar impuestos” porque “va a contramano de lo que se necesita” y remarcó que “por suerte, el presidente (Luis Lacalle Pou) dio una señal clara y contundente” al negarse a ello.
Según el economista el coronavirus causó en la economía, en términos médicos, “un coma inducido” ya que “se han apagado los motores del mundo”. A eso se suma que Brasil tiene problemas internos para llevar adelante una serie de reformas y que Argentina es un “foco enorme de tensión” para Uruguay debido a que “no se ve una luz en el horizonte” al no tener acceso al financiamiento. “Estamos hablando de una crisis profundísima”, alertó.
Para Uruguay, Munyo espera una menor caída del Producto Interno Bruto (PIB) que otros economistas y organismos, que sería de 1,5% este año (por la inversión de UPM en una segunda planta de celulosa y sus obras asociadas). A su vez, estimó que el año próximo la economía crecerá 2%.
Por otro lado, el dólar “no subiría mucho más” y terminaría el año en $ 44 (actualmente está en $ 42,438) y a fin de 2021 estaría en $ 46. Eso ayudará a que la inflación no llegue a dos dígitos a fin de 2020 (8,5% proyectó) y retroceda en 2021 (para finalizar el año en 7,5%).
Estos números no serían un problema para una economía que viniera en crecimiento y con cuentas fiscales ordenadas, pero “el coronavirus nos agarra con un estancamiento de la economía desde 2014, cinco años de caída de la inversión” y un déficit fiscal (de 5% del PIB) que “hacen que la deuda pública sea insostenible” a futuro, apuntó el economista.
Munyo estimó que el déficit fiscal cerrará en 8% del PIB este año y la deuda pública trepará a 75% del Producto. Pero, incluso con un crecimiento interesante de la economía de 3% desde 2022 hasta 2025 inclusive y un “ajuste fiscal razonable” que deje el déficit fiscal en 2% en 2024 y 2025, la deuda se iría al 90% del PIB a fin del período, lo que es una cifra que inquieta, explicó. Si a eso se agrega una suba de la tasa de interés internacional a futuro, “se va a complicar aún más la dinámica de la deuda”.
Uno de los aspectos “positivos” de la crisis generada por el coronavirus, dijo Munyo, es que “Uruguay tiene capacidad casi ilimitada de acceso al financiamiento” por créditos contingentes con organismos multilaterales que se negociaron hace varios años y ahora se activan a tasas bajas, acceso a mercados internacionales de deuda a tasas menores al 5% a largo plazo y acceso a financiamiento interno porque “hay ahorro disponible” en referencia a las AFAP y otros.
Eso permite afrontar los mayores gastos que genera la pandemia del COVID-19 (por seguro de paro principalmente), pero si no se corrige luego, puede generar una crisis, como mencionó previamente.
Para poder volver a una dinámica sostenible de la deuda, hay que generar condiciones para la inversión y por ende que la economía crezca, enfatizó Munyo.
En cuanto a competitividad en materia cambiaria, “Uruguay se ha abaratado, pero sigue entre los más caros de la región”, afirmó. El economista mostró que en términos de promedio histórico Uruguay se abarató más ante China, está en niveles de paridad con Europa y redujo a la mitad su encarecimiento respecto a Estados Unidos. Pero, con Argentina y Brasil aumentó la brecha cambiaria y “estamos en situación crítica”, lo que “afecta al turismo” (son los dos principales clientes), la inversión y las exportaciones de bienes a ambos, explicó Munyo.
Como los precios de los alimentos que Uruguay exporta han caído y el acceso a mercados sigue teniendo aranceles altos, “no nos va a pasar como en otras crisis” donde las exportaciones crecen por mejor competitividad cambiaria, agregó.
“Mientras no mejore la competitividad -y allí mencionó también a los costos impositivos y laborales y a las tarifas públicas- no va a haber un rebrote de inversión que haga crecer la economía”, afirmó el economista.
En ese sentido, dijo que el proyecto de ley de urgente consideración “es una puntita de una agenda de reformas más profunda” ya que “hay muchas barreras a la productividad” que no se atacan en ella.
Munyo concluyó que Uruguay tiene un “tesoro” que tiene que cuidar que es la “estabilidad política y social” y que “por más reformas que se necesiten”, el estar ajeno a esas tensiones (único país de América Latina sin protestas sociales) “vale mucho” ya que “la inversión lo mira con mucho cuidado”.