Para el Banco Mundial, acuerdo UE-Mercosur beneficiará al trabajo no calificado
El economista jefe para la región del organismo, Martín Rama, expresó que el impulso que tendrá el sector agropecuario es positivo desde un punto de vista redistributivo
El economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), el uruguayo Martín Rama, dijo que en caso de concretarse el acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur el sector más afectado en Uruguay va a ser el del azúcar, que tendrá serias dificultades por su falta de competitividad.
Sin embargo, destacó que una vez puesto en marcha, el efecto sobre el trabajo no calificado será muy positivo, por las propias complementariedades de la producción agrícola.
“El azúcar en Uruguay no es competitivo. Ya no lo es con Brasil, no es un problema de Europa. Esto hace a uno mirar a Artigas y saber lo que va a pasar con ese departamento. De todas formas otros sectores agrícolas y de servicios van a tener expansión. En general los mensajes, cuando se ponga en marcha el acuerdo, son positivos para el crecimiento y de forma relativa para la integración. Uno de los factores de producción que gana es la tierra, pero también lo hace el trabajo no calificado. Si uno lo piensa como una prioridad, desde un punto de vista redistributivo parece bueno”, comentó Rama.
El economista aclaró en esta línea que se van a generar complementariedades con las producciones agropecuarias, y que al contar toda la cadena de valor agropecuaria con bastantes insumos de mano de obra no calificada, ese tipo de fuentes laborales se van a ver beneficiadas.
La carne vacuna, el arroz y las frutas cítricas se estiman serán los sectores en los que más positivo será el impacto, aunque para otros como el lácteo y los vinos las visiones no son tan optimistas.
En otro orden, consideró que los países con mayor crecimiento en los últimos años en América Latina han sido aquellos que han tenido “inversión extrajera directa extraordinariamente importante”, como Panamá.
“La inversión viene cuando un país da garantías y estabilidad. Eso es un área en la que Uruguay ha creado un capital que es muy importante de preservar. Otra ventaja para Uruguay –en relación a impulsar acuerdos comerciales– es que el país no está en gran desventaja en los sectores en que compite. Hay ventajas naturales y tecnológicas muy fuertes”, expresó, e hizo mención que en ese sentido hay diferencias con respecto a lo que ocurrió hace algunas décadas, cuando había sectores manufactureros protegidos.
A su vez, insistió en que Uruguay debe intentar integrarse con economías más “complejas” y dinámicas, como las de Estados Unidos, China y Europa.
“En los últimos años el único que aumentó dentro del Mercosur un poco su complejidad económica fue Paraguay. Los demás, si estamos entre nosotros hacemos cosas muy parecidas. Para un país chico como Uruguay, cuánto más te puedas integrar con ese tipo de economías mejor”, explicó en una charla mantenida con periodistas en las oficinas del Banco Mundial en Montevideo.
El economista resaltó que a medida que los países vecinos se volvieron más proteccionistas, “Uruguay naturalmente logró tener menos dependencia de la región”, logrando que ante shocks negativos de Brasil o Argentina el impacto sea menor. Sin embargo, recordó que la solidez del sistema financiero, la flexibilidad cambiaria y el mejor manejo de la deuda pública “fueron políticas algo más deliberadas”, que provocaron “confianza de los mercados”.
El jerarca consideró que después de una “década de oro”, en la que se creció más del 4% promedio en la región, América Latina ha vuelto a un “ritmo de crecimiento lento”, como el de antes del boom de las materias primas.
Si bien esta variable dio una perspectiva de convergencia hacia los países desarrollados tras la reducción de la desigualdad y de la pobreza, explicó Rama, ahora se ve más remota, “porque no da la impresión de que haya habido transformaciones tan profundas” en los modelos de crecimiento, con tasas de crecimiento que estarán por debajo de los países desarrollados.
Rama detalló que en los últimos años el período de bonanza implicó un fuerte aumento en el gasto público de los países de la región, equiparándose en varios países a la relación con el Producto Interno Bruto (PIB) “a niveles de los países ricos, pero sin la productividad de esos países”.
“Además, se trata de gastos que tienden a crecer solos por envejecimiento de la población y necesidades en salud, con expectativas más altas, que se han creado tras estos años de crecimiento y mejora de la distribución. En los tiempos que tenemos, esa desaceleración del crecimiento se da en un momento en que tenemos problemas de ajuste fiscal en muchos de los países”, argumentó el uruguayo.
Para Rama, este será el gran desafío de los países latinoamericanos y particularmente Uruguay, que tiene “un gasto público que era sostenible” con esas tasas de crecimiento, pero “el problema es que el mundo ya no es el mundo de los buenos años”.
La región más cerrada
El economista insistió en que América Latina, y particularmente los países sobre el Atlántico, son las regiones menos abiertas en el mundo en materia de bienes y servicios.
“Ninguna otra región tiene tantos acuerdos comerciales como América Latina, pero aún así es relativamente cerrada. Una de las explicaciones es que existe toda una vieja generación de acuerdos de integración que no tienen mecanismos de cumplimientos fuertes”, explicó.
En este sentido, dijo que para un país chico como Uruguay poder integrarse al mundo es muy importante: “No solo por la apertura de mercados, sino también por los estándares que se establecen. El aprendizaje de trabajar con empresas más avanzadas”.
Rama indicó que por la situación que vive Argentina, no es esperable haya crecimiento fuerte en los próximos años, lo que para Uruguay es un aspecto clave a tener en cuenta.
En cambio, consideró que Brasil está teniendo algunos cambios importantes (seguridad social por ejemplo), pero no hay que olvidarse que Uruguay se encuentra entre esos dos países, que tienen “visiones diferentes de cómo integrarse con el mundo en lo referido a los acuerdos comerciales”.
Agregó también que las volatilidades políticas en estos países generan incertidumbre.
“Si uno combina los commodities a precios bajos y la incertidumbre por el coronavirus, hay que considerar que va a haber una baja en la actividad económica de socios relevantes para Uruguay. Todo eso hace difícil tener una previsión de que el país vaya a crecer fuertemente”, comentó.