El regreso de los pecaríes tras 100 años de ausencia en Uruguay
El trabajo de un bioparque permite que la fauna del pasado resurja en el ecosistema uruguayo tras un exhaustivo trabajo sanitario y de alimentación de las especies
Bernardo Lapasta - Especial para Cromo
Luego de 100 años de ausencia, los pecaríes volvieron a estar en nuestras tierras gracias al trabajo que realizaron los técnicos del bioparque M´Bopicuá. El cerdo autóctono había desaparecido de nuestras praderas por el proceso de mutación de nuestro ecosistema iniciado por los europeos hace 500 años. La liberación insignia del bioparque fue en 2017 y desde entonces se reintrodujeron 140 ejemplares del pecarí de collar.
También hubo un trabajo en otros animales. Por ejemplo, en 2003 se liberaron 20 coatíes y otros 20 en 2010. Otro de los grandes logros fue la introducción de una partida de 56 yacarés en 2017.
Desde hace años se intenta concientizar a la población sobre la importancia de la preservación de la fauna y flora autóctona. Estas especies se encuentran en peligro de extinción desde hace tiempo. Esto se explica por “múltiples factores”, señala Juan Villalba –creador y coordinador del bioparque–.
Las especies que desaparecieron en estas tierras
La llegada de los europeos a estos territorios comenzó el proceso de cambio en el ecosistema. Este derivó en un estado de crisis para los animales autóctonos que, en múltiples casos, derivó en su extinción.
La irrupción de especies ajenas a estas tierras como las vacas, las ovejas y los caballos significó un competidor feroz sobre las praderas para los venados de campos, las mulitas o los carpinchos.
Villalba señala que “el venado de campo fue el más perjudicado”. Los animales que llegaban traían enfermedades como la aftosa y lo diezmaron. Tanto que hoy solo quedan dos poblaciones de esta especie en Salto y en Rocha. Este era el animal más común de nuestra pradera, los navegantes hablaron de su abundancia en varias ocasiones. Más tarde, con la implementación de los alambrados, que limitó su traslado por la pradera, la situación se volvió catastrófica para la especie.
El jaguar, al ser un animal de gran porte, dañaba al ganado y a los propios pobladores “por lo que fue perseguido y exterminado por completo”, agregó Villalba a Cromo.
“Los perros cimarrones se adiestraban para el exterminio, hasta que se reprodujeron masivamente y se debieron combatir las grandes jaurías cuasi salvajes que habitaban en la campaña. Esto dañó mucho a nuestra fauna autóctona”, señaló el naturalista.
Hubo otras pérdidas: el oso hormiguero grande, el ciervo de los pantanos y el lobo de río grande o gigante. Este último es un anfibio que podía llegar a tener dos metros de largo incluyendo su cola. Se extinguió por su caza masiva, debido al alto valor de su piel en la antigüedad, relató Villalba.
No se sabe aún sobre la extinción del oso hormiguero grande aunque los perros tuvieron mucho que ver también, explicó Villalba. El fundador del bioparque ha estudiado estos temas en profundidad.
El trabajo para el retorno de los desaparecidos
Pero en Uruguay hay rescatistas de la fauna que buscan su reintegro. Es que algunas de sobrevivieron (incluso estando casi extintas) y ahora están siendo reinsertadas a sus tierras originarias, gracias al bioparque de Río Negro.
El proceso del animal desde que está en el parque hasta su liberación es “complejo” y requiere de “grandes cuidados”, señala Villalba.
Los ejemplares llegan a M’Bopicuá de diversas formas. La Dirección Nacional de Medio Ambiente y los zoológicos realizan algunos aportes.
El bioparque mantiene una lista de especies prioritarias para tener en sus instalaciones y estudia el caso cuando le llevan un ejemplar. Asimismo, su misión prioritaria es preservar los animales autóctonos para después reinsertarlos.
El cuidado y reproducción de los animales
Durante su permanencia en el bioparque, le brindan un aprendizaje sobre las comidas silvestres para prepararlos durante su vida en cautiverio y, de este modo, reintroducirlos en su hábitat natural. Este proceso depende del animal y su dieta.
El fundador de M’Bopicuá dio el ejemplo del oso hormiguero. Llega a consumir más de 10.000 hormigas por noche, pero como es imposible mantener esa dieta se le genera otra. “El mayor desafío es adaptar al animal para que, cuando sea liberado e introducido a su hábitat natural, se pueda sustentar por sus propios medios”, comentó.
En este sentido, Villaba dijo “por primera vez en la historia del Uruguay, se logró la reproducción de osos hormigueros en cautiverio”. En 2014, se obtuvo el primer ejemplar y desde entonces se lograron otros 12 nacimientos. “Ningún zoológico pudo conseguir una sobrevida mayor de esta especie”, dijo Villalba.
También lograron reproducir en varias ocasiones al Margay, un gato silvestre que habita en el este de Uruguay.
Cuando llega la hora de largar al animal se hace una profunda evaluación. En ella se contempla el proceso de aprendizaje de alimentación. Sin embargo, el trabajo no culmina ahí. “El seguimiento sanitario es fundamental porque ellos pueden contraer enfermedades, introducirlas a su hábitat y contagiar a otros ejemplares”, dice Villalba haciendo hincapié en la importancia de este aspecto.
El seguimiento se hace con el uso de cámaras y biólogos. Está previsto que para 2020 se les coloque collares con trasmisores satelitales a algunos ejemplares. “Será para los osos hormigueros y algunos felinos pequeños”, señaló el naturalista.