Si el gobierno abriera el mercado a los productos de las zonas francas, podría conseguir más inversiones, según experto alemán
Producir ropas, envases biodegradables, papel y empaquetados son algunas de las oportunidades de negocio que hoy generan los productos derivados de la industrial forestal y maderera.
Apostar a esa línea de artículos y a la construcción de viviendas de madera puede ser una política a incentivar por Uruguay, dijo a Búsqueda el vocero del cluster de la industria forestal y la madera de Bavaria, Alemania, Hubert Röder.
Planteó que “si el gobierno uruguayo abriera el mercado a los productos derivados de la madera de las zonas francas, podría conseguir más inversiones de Europa”.
Röder es profesor de Economía Empresarial Sostenible en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Weihenstephan-Triesdorf y en la Universidad Técnica de Munich, pero su carrera comenzó al estudiar carpintería en los ochenta. Estuvo en Montevideo para participar del II Foro de Inversión Europea, que se realizó el jueves 10 y el viernes 11.
Consultado si recomendaría la instalación de una planta de celulosa en Alemania, ese profesor respondió que sí y contó que UPM evalúa invertir en el mercado germano en la fabricación de envases pet, mediante el uso de una materia orgánica.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
—¿Cuáles son las tendencias innovadoras en el sector forestal y maderero en la Unión Europea?
—La bioeconomía es un concepto recurrente hoy en día en los países europeos y que debería ser ampliado a otras regiones del mundo.
Otra de las tendencias pasa por la construcción a partir de madera, porque es más sostenible en cuanto al cuidado del medio ambiente, en comparación a lo que ocurre con las grandes obras basadas en cemento y otros materiales que no son tan respetuosos con el medio ambiente. También lo es centrarse en la industria del papel en el empaquetado y la reducción de plásticos, por el impacto negativo que tiene en la contaminación en los mares y otros lugares.
—¿Cuáles son algunos ejemplos concretos de productos y tecnología en ese sentido?
—El principal interés en el corto plazo es añadir valor a las empresas y transformar el tejido empresarial. También atacar el uso de plásticos mediante el empleo de productos derivados de la madera, como puede ser en la industria química y en la textil.
Mucha de la vestimenta que se usa es elaborada a partir de productos plásticos y residuos fósiles, que pueden ser sustituidos por derivados de la madera.
Otra sustitución puede ser para reemplazar el uso de fibras de carbono en la industria química.
La introducción de diferentes clusters forestales en el país sería muy positivo, pero con una mirada más a largo plazo, como puede ser al trazar una línea de tiempo de unos 10 años.
Hay una empresa en Austria que a partir de madera crea celulosa y con ese material hace una fibra para fabricar ropa interior. Y esa firma está obteniendo cierto beneficio y aunque es cierto que esa ropa es más cara, en comparación a la fabricada con otros materiales, esto es positivo para el medio ambiente.
—¿Qué tan innovador es ese emprendimiento?
—La tecnología que utilizan no es nueva y se trata de una empresa líder en el mercado mundial en el uso de celulosa para fabricar ropas. Esa vestimenta es más costosa que otras, porque se centra en la venta en ciertos nichos específicos del mercado, que comprende a consumidores conscientes del impacto ambiental y cuentan con el dinero para poder pagar los precios de esa ropa.
Otro aspecto interesante de esos consumidores es que son personas que se apartan de lo que son las tendencias de la moda y de la idea de cambiar de ropa cada tres meses.
El consumidor que quiere renovar su vestuario con más frecuencia precisa que los precios de la ropa sean más baratos.
Mi expectativa es que cada vez haya una mayor preocupación por el medio ambiente y el cambio climático. Y que los consumidores prestaran más atención a este tipo de empresas, en lugar de las que producen con derivados del plástico.
—¿Qué opina de la política de captar inversiones forestales, como la de UPM, mediante la exoneración de impuestos y la otorgación de zonas francas para operar, considerando que eso permite generar cientos de empleos en la construcción de la planta industrial pero solo temporalmente?
—Hay dos perspectivas para analizar lo de las zonas francas. En el corto plazo es un movimiento muy inteligente para atraer inversiones al país.
A largo plazo si es una empresa que no paga ningún tipo de impuestos, es una solución que no es económicamente sostenible, porque necesitas el pago de los impuestos, para invertir en atraer a personas hacia esos lugares donde están instaladas ese tipo de empresas. Hay que financiar las obras que inciden en la vida de las personas, como construir carreteras, guarderías y servicios básicos.
Entonces hay dos caminos: cobrar impuestos, algo que no será muy popular y que evitará la llegada de más inversiones, o exonerarlos buscando un equilibrio.
Otro camino debería ser abrir el mercado interno local a los productos que salen de las zonas francas.
No estoy seguro de si esos productos están limitados a la exportación, pero si así fuera, no entiendo por qué se adoptó esa medida, ya que lo conveniente sería abrirla para Uruguay.
Que no tengan que pagar ningún tipo de impuestos es absurdo.
—¿Qué inversiones europeas pueden darse en Uruguay, como una derivación de la instalación de una nueva planta de celulosa?
—En la región de Bavaria, en Alemania, hay una empresa mediana que elabora productos higiénicos con el uso de materiales que fabrica UPM en Uruguay.
Sería interesante que esa empresa se instalara en Latinoamérica para distribuir sus productos en la región. Es cierto que tratándose de una firma de tamaño medio es más difícil el traslado de un continente a otro, pero es un tema a analizar.
Si el gobierno uruguayo abriera el mercado a los productos derivados de la madera de las zonas francas, podría conseguir más inversiones de Europa.
Si una región de Italia limitara por completo el uso de plásticos y solo permitiera los biodegradables, significaría tener un mercado y un inversor para aprovechar esa oportunidad de negocio.
Para atraer inversiones se precisan políticas medioambientales que fomenten el uso de materias primas que Uruguay ya tiene. Pensando en los bosques plantados en cada vez más superficie. Eso puede ser en la industria del papel y el empaquetado.
Otro ejemplo que puede ser incluso más importante que eso es la industria de la construcción con madera, que también necesita de incentivos para invertir.
Y en el caso de Uruguay es una buena combinación que el Ministerio sea de Vivienda y de Medio Ambiente.
—Los empresarios que operan en Uruguay se quejan de los altos costos internos, lo que limita las posibilidades de invertir en ese tipo de emprendimientos.
—La construcción de viviendas de madera cuesta alrededor de un 10% más, en comparación con las fabricadas con otros materiales tradicionales. Eso se debe a que hay costos adicionales, como la gestión de los bosques desde la plantación hasta que se llega al proceso final del producto a ser empleado en la construcción.
Eso requiere además de varios años para el crecimiento de los árboles.
Para que haya un marco legal que estimule ese tipo de inversiones es necesario que haya un apoyo de la sociedad, que cada vez se torna más consciente sobre los problemas ambientales y el cambio climático.
El respaldo de la sociedad es fundamental para que los políticos tomen decisiones que pueden dañar a otros sectores como el acero y el cemento, que tradicionalmente han tenido tanto apoyo.
—¿Qué opina de la forestación basada en el monocultivo de eucaliptos?
—Siempre es mejor tener más variedad, pero en el caso de Uruguay no es algo dramático. Ya que los árboles crecen en unos 10 años y entonces, se puede cambiar por otras especies.
Esa podría ser una política del Estado uruguayo, que plantara árboles en las tierras estatales.
—Si fuera asesor del gobierno alemán y una empresa planeara instalar una planta de celulosa en Alemania, ¿qué les sugeriría a las autoridades?, ¿que se instale o que no?
—Que sí, hay que construir.
Alemania espera una inversión de UPM que ahora se está considerando, ya que se están realizando los estudios de factibilidad.
No es una planta de celulosa. Es para producir un nuevo producto que sería una botella pet, pero en base a materia prima orgánica. Sería un envase para la industria de bebidas.
En cada decisión del inversor la proximidad del mercado que puede ofrecer un país es clave.
Un clima favorable para el crecimiento de los árboles es muy importante, pero después debe ofrecer un mercado. Y claro, Alemania con unos 85 millones de habitantes, lo ofrece.