Uruguay: El ferrocarril de UPM explicado por Satanás – Por Marcelo Marchese
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Marcelo Marchese *
Cuando Inglaterra lo necesitó, llegó el ferrocarril al Uruguay. Inglaterra no sólo obtenía ganancias con las tarifas del ferrocarril, un detalle menor, pues la clave del negocio era que facilitaba el acceso de sus mercaderías en lo profundo del País y del continente, al tiempo que acaparaba sus materias primas.
El ferrocarril se inscribió en ese momento clave del cambio de época en que el País entró de lleno en la modernización, en ese ajuste de los lazos de la dependencia.
El golpe de estado militar estableció el código rural y el taller de adoquines para los gauchos sobrevivientes, e instauró la enseñanza pública como manera eficiente de liquidar a aquellos gauchos díscolos. Grandes extensiones de terrenos fiscales fueron privatizadas consolidándose el latifundio al tiempo que el País daba un golpe de timón como consumidor de los bienes del imperio y como proveedor de la materia prima para la mercadería que vendía el imperio.
Los tiempos han cambiado de tal manera, que no un imperio, sino una empresa, impone ahora un ferrocarril que además, debemos pagar nosotros asumiendo una cifra superior a los tres mil millones de dólares.
El objetivo exclusivo del ferrocarril es trasladar químicos y pasta de celulosa desde la planta de UPM al Puerto de UPM y por el camino, detendrá el tránsito nacional para que pase expedito el tren de UPM que tendrá prioridad sobre todos los demás rubros. Para ello, además, reforzaremos puentes y haremos un viaducto en la rambla.
El tren, a su paso, cuadras de vagones a ochenta kilómetros por hora, se llevará el agua y los nutrientes de la tierra, disfrazados a modo de pasta de celulosa. El robo descarado de nuestra riqueza, sin pagar siquiera impuestos, debe hacerse en forma estruendosa, como será estruendoso el paso del tren de UPM y la gente de los pueblos por donde pasará y la gente de los barrios que atravesará, tienen motivos suficientes para hacer valer sus derechos avasallados en aras del beneficio de una empresa extranjera.
Vivir a la vera de aquel tren será un suplicio, un suplicio que con todo desprecio a la vida ajena, los gobernantes y el sistema político harán pagar a miles de uruguayos para beneficio de una trasnacional.
La antigua red ferroviaria era como una suma de ríos que desembocaba en el puerto de Montevideo. La que haremos nosotros para UPM, no tendrán ese aspecto de árbol, sino que será meramente un tronco pues, para decirlo de manera elegante, todo el proyecto UPM es un gigantesco tronco que se introduce sin vaselina en una zona harto sensible del País.
No habrá ramales ¿para qué? Habrá sólo un tronco desde la planta a sus barcos y por ese tronco a modo de tubo, no sólo se robarán nuestras riquezas materiales.
En primer lugar, todo el proyecto del tren de UPM es una violación a nuestra Constitución, al darle un uso preferencial de una vía pública a una empresa que tendrá la prioridad en su uso las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. Viola nuestra Constitución al llevar a cabo costosas expropiaciones que sólo pueden realizarse por dictado de una ley. Viola nuestra Constitución cuando el Poder Ejecutivo que no tiene esas atribuciones, somete al ente autónomo AFE y regala sus recursos para exclusivo beneficio de UPM.
Entonces tenemos un ferrocarril que erosiona nuestro respeto a la Constitución, que transportará una pasta de celulosa que para hacerla, se precisarán toneladas de agua y eucaliptos. El agua, sea la que chupen esos millones de eucaliptos, sea la que saquen del río o del acuífero, se la daremos gratis. En cuanto a la tierra, la compraron baratísima. La compra de cada centímetro de tierra por parte de UPM, significa la expulsión de nuestra gente del campo. UPM extiende la sombra del latifundio bajo la cual no crece ninguna planta nacional y UPM extiende algo fundamental: la producción de riquezas sin trabajo humano.
La mentira más grande esgrimida por los capataces del negocio de UPM, es que dará trabajo cuando la verdad es que quitará trabajo. No sólo por los pescadores perjudicados, más todos los propietarios de las tierras atravesadas por el tren, más todos los negocios que haya en su camino, más San Gregorio de Polanco, más las diez mil hectáreas anegadas al subir la cota, más la tierra inutilizada para siempre tras décadas de monocultivo forestal, más todos los productores rurales cuyo ganado abreve en un poluído Río Negro,.
Quitará trabajo por dos cuestiones esenciales: 1- la forestación es el rubro del campo que menos gente precisa; 2- la inmensa planta de 2500 millones de dólares que producirá miles de toneladas de celulosa, operará sólo con trescientos obreros. El futuro que se aproxima es en extremo preocupante pues con certeza, avanzamos a un mundo de producción de riquezas sin trabajo y llegado ese día, habrá que preguntarse acerca del destino del hombre.
El tren de UPM se lleva con su impulso vertiginoso las riquezas de nuestra tierra, el respeto a su gente, a nuestra Constitución en un vagón aparte, y pedazos y jirones de nuestra cultura, desde que UPM se introduce en nuestra educación para crear meras piezas de una máquina que canten loas a la felicidad que nos otorga UPM (1).
Eso es lo que hace la Fundación UPM que tiene tras de sí pedagogos, psicólogos y neurólogos para interceptar la mente de los niños y moldearlas en las escuelas de UPM, pero la obra de erosión es mucho más profunda, desde que aplica un ácido en la cultura rural y extiende las taperas y demuele los cascos de estancia en las tierras acaparadas por las forestales.
La erosión cultural, ese ferrocarril que pasa raudo sobre diversos planos de nuestra cultura, se amplía, desde que la mayor inversión pública de nuestro País, se lleva a cabo con el desconocimiento de la población. No es que la gente la apoye, la gente la desconoce. El secreto y el silencio se han convertido en la vía del ferrocarril de la estafa.
Millones de eucaliptos irán a morir a la planta en el río Negro, que unidos a toneladas de agua harán toneladas de celulosa que irán derecho a los barcos de UPM en el puerto. Cuando pasen esos vagones, si sólo vemos la celulosa que llevan, veremos como ven la realidad los ciegos. En aquellos vagones irá el País que fue, sus tradiciones, su enseñanza laica, su trabajo, sus leyes y sus ciudadanos. Todo eso reunido significa que la idea de que una comunidad pueda ser dueña de su destino, se lo llevará el tren de UPM con su rugir de acero.
Notas
(1) “Agradécelo todo. La gratitud es el solvente de la queja. El toque mágico de la abundancia”. Esta oración, epítome de la psicología positiva, resume la ideología, o religión, que impone UPM en nuestras escuelas.
“Upm y la colonización cultural” Varias autoras, en
* Analista uruguayo. Publicado en Claridad