glifosato avionGlifosato en la picota

El gobierno desarrolla investigación científica para conocer los efectos de la utilización de agroquímicos y adoptar políticas que regulen su uso

El vecino de Trinidad hablaba sobre las dificultades para el acceso a la vivienda y la tierra cuando, en un giro inesperado, pasó a otro tema que según él resulta especialmente problemático para quienes viven en el departamento de Flores.

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“Hablaron de la salud y de la lucha al tabaquismo por las enfermedades que produce y estamos viendo como se amontonan los envases de glifosato en lugares que tenemos en el departamento para reciclar envases y sabemos lo dañoso para la salud que es el glifosato, por lo menos personalmente lo he sabido”, le dijo el hombre al presidente Tabaré Vázquez durante el último Consejo de Ministros abierto en Flores.

“Esto es una cosa muy importante que puede perjudicar la salud más que el tabaquismo”, agregó el vecino y pidió al Ejecutivo normas para regular el uso del producto.

En su respuesta, Vázquez se refirió a los asuntos sobre vivienda pero nada dijo sobre los efectos de la utilización de químicos en la producción agrícola. Sin embargo, el silencio del presidente no debe ser interpretado como omisión. Aunque no lo diga de forma pública para evitar presiones, el gobierno está investigando con determinación los efectos derivados del uso de agroquímicos en los suelos uruguayos, dijeron a El Observador fuentes oficiales.

¿Cuál es la mejor técnica analítica para detectar la presencia de glifosato en la miel? ¿Cuál es el motivo o los motivos por los que el glifosato llega a la miel? ¿Cuáles son las mejores tecnologías de aplicación de los agroquímicos? ¿A cuántos metros de cauces fluviales se deben aplicar los productos? ¿En qué medida el uso de agroquímicos constituye un problema para la salud humana? ¿Cómo deberían ser utilizados?

Todas estas preguntas están en la agenda del gobierno y pretende contestarlas a través de la ejecución de varias líneas de investigación científica que se están desarrollando con la participación de múltiples agentes estatales y con la importante cooperación de institutos alemanes que están especializados en el tema.

Para el gobierno era fundamental mantener, hasta ahora, este tema en reserva para evitar las presiones de grupos de interés que buscan influir en un sentido u otro. Tanto los opositores a los producto (principalmente ambientalistas y productores orgánicos) como los que los usan (grandes productores que forman parte de la industria alimenticia) recurren a argumentos que se posicionan en los contornos de la evidencia empírica y crean una mitología que se repite como ley.

Para desterrar o confirmar algunos de esos mitos con datos certeros que deriven de la experiencia científica es que el Ejecutivo se embarcó en esta tarea, explicó a El Observador el director de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Federico Montes. El objetivo fundamental es elaborar conocimiento para poder discutir con fundamento y adoptar decisiones políticas con orientación.

El segundo motivo para estudiar el uso de agroquímicos, tan importante como el anterior, se vincula con los cambios profundos que sufrió la realidad agrícola del país en los últimos 25 años.

“Ante un importante crecimiento agrícola es importante volver a realizar trabajos que ya llevan unos cuantos años y que en estos nuevos contextos vale la pena profundizar”, señaló Montes.

Uruguay pasó de tener 693 mil hectáreas dedicas a la agricultura en 1990 a un millón y medio en veinte años. Eso trajo cambios en materia de las condiciones de los suelos y de otras variables que pueden afectar la forma en que se usan los productos químicos en los cultivos.

“Estamos hablando de realidades diferentes. No podemos seguir trabajando con los ojos cerrados”, subrayó el jerarca.

Por último, esta decisión también responde a la proliferación de denuncias por mal uso de agroquímicos. Según datos del MGAP, en 2016 hubo 107 denuncias mientras que en 2011 se habían presentado 40 (ver recuadro).

Cooperación alemana
Los piropos entre uruguayos y alemanes habían tomado un camino de ida y vuelta en la fría noche de Berlín de febrero de este año en la que el presidente Tabaré Vázquez y el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, visitaron el Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura alemán (BMEL) para participar del evento La calidad y seguridad alimentaria como objetivo compartido entre Uruguay y Alemania.

Vázquez elogió la coincidencia en las políticas de ambos ministerios, así como el apoyo del gobierno alemán a lo largo de la historia. “Como hombre de ciencias también debo reconocer el aporte que hemos recibido desde Alemania, no solo en el terreno de la agricultura, sino también en la medicina”, enfatizó.

A su turno, Aguerre se refirió al concepto de sostenibilidad y seguridad alimentaria que fundamentan las políticas públicas para la producción de Uruguay. Por su parte, el ministro alemán, Christian Schmidt, destacó los esfuerzos de Uruguay en las política pública de cuidado del suelo y del agua.

En esa visita oficial a Alemania, Aguerre también firmó la renovación de un convenio con el Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos (BfR), uno de los centros más prestigiosos del mundo en el estudio de la inocuidad y seguridad alimentaria.

Una delegación de técnicos uruguayos –principalmente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)– ya fue en dos ocasiones a ese país y los alemanes también visitarán Uruguay en febrero.

Los científicos del BfR ayudarán a capacitar a los técnicos uruguayos en el área de la inocuidad, concretamente en las técnicas analíticas para la detección del glifosato en la producción de miel.

En los últimos años hubo acusaciones de apicultores hacia productores rurales por hacer un uso abusivo de este herbicida. Los niveles de contaminación de la miel se convirtieron en un obstáculo para la exportación hacia mercados exigentes como el europeo.

El país no tiene la capacidad de hacer ese examen, dijo Montes. “Al ser un país exportador necesitamos estar a la par de los laboratorios mundiales”, agregó.

El gobierno también firmó un convenio con el Instituto Leibniz de Genética Vegetal y de Investigación de Plantas de Cultivos (IPK) que es un referente a nivel global en materia de tecnologías de aplicación. El 5 de diciembre llegará a Uruguay una delegación de este centro de investigación para asesorar en este asunto que también está sujeto a estudio (ver ilustración).

Está claro cuál es el camino: “alimentación saludable y sostenible”, resumió Montes. Eso implica el cuidado de los suelos, el agua y las personas y significa un “uso responsable” de los químicos. Pero es posible aventurar que esa ruta no estará libre de polémica.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 04 noviembre 2017