Más exportaciones, menos precio
La economía muestra síntomas de mejora, si bien aún hay puntos vulnerables. La cosecha de soja se completó y -con la celulosa- explica el repunte exportador. Pero la caída en los precios complica el agronegocio agrícola.Más exportaciones, menos precio.
La economía muestra síntomas de mejora, si bien aún hay puntos vulnerables. La cosecha de soja se completó y -con la celulosa- explica el repunte exportador. Pero la caída en los precios complica el agronegocio agrícola.
Los últimos indicadores de la economía uruguaya están mostrando una mejora, luego del duro golpe que sufrió, por varios lados, en el año 2023. El Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), que elabora el Banco Central subió 4,6% interanual en mayo, mejorando el desempeño luego de un comienzo de año tibio.
Por otra parte, el mercado de trabajo sostiene el nivel de salario real en valores que están en máximos de casi 50 años, con el Índice Medio de Salario (IMS) 2,5% por arriba del nivel pre pandemia, en términos reales. A su vez (es importante ver estas dos cosas juntas), el empleo también se mantiene firme con un aumento interanual de casi medio punto en la Tasa de Empleo (de 58,2 a 58,6%), lo que implica -según el último dato del INE- unos 20,000 puestos de trabajo más respecto al mismo mes del año pasado.
Esto indica que la masa salarial se mantiene en niveles máximos históricos, en términos reales. Es un buen síntoma, sobre todo considerando que -además de los impactos negativos del 2023- la actividad también está aquejada por problemas de competitividad. En este plano el reciente aumento del dólar, aunque modesto, al menos corta el encarecimiento en precios relativos que se venía dando en la economía uruguaya. En julio el dólar promedió 6% más que en el mismo mes del año pasado, y cierra la semana en un valor casi 7% mayor al promedio de agosto de 2023.
Asimismo, el déficit fiscal dejó de subir y tuvo cierta reducción (de 4,3 a 4,0% del PIB en el año móvil a junio); la cifra sigue preocupando, pero al menos no continuó el deterioro que se daba en meses previos. Cayó el gasto porque quedaron atrás del registro anual inversiones excepcionales que se habían realizado en 2023, asociadas al Ferrocarril Central; en los ingresos, hay más aportes de empresas estatales, particularmente UTE y Antel. De todas formas, para consolidar una mejora se requiere una recuperación de la recaudación de impuestos, que en el arranque del año se mantuvo estable, en términos reales, respecto al año pasado.
Presupuestando.
Con este marco económico, continúa el aumento en las exportaciones. En julio las ventas de bienes al exterior subieron 32% interanual (gráfica). La suba se explica -por un lado- por la puesta en marcha de la nueva planta de UPM, que genera un aumento en el monto por exportaciones de celulosa del 28% en los primeros 7 meses de este año respecto al mismo periodo del año pasado. Asimismo, se va expresando en las cifras de este año la recuperación de la cosecha sojera, luego de la histórica sequía del año pasado. Las ventas de soja acumulan un aumento de casi 160% respecto al año 2023 (cuadro).
Pero el panorama para el cultivo no es sencillo: culminó una cosecha dificilísima, que se alargó mucho más allá de lo previsto, por la acumulación de lluvias a lo largo de todo el otoño. Esto no solo implicó importantes aumentos de costos por trasiego, costos logísticos y el secado de prácticamente toda la cosecha. También fueron afectadas muchas hectáreas que apenas pudieron cosecharse o directamente no se cosecharon, particularmente en el Este del país. El rendimiento promedio del área total estuvo notoriamente por debajo del potencial genético y agronómico. Las estimaciones preliminares apuntan a que la cosecha de soja nacional no alcanzó los 3 millones de toneladas (gráfica), con un rendimiento promedio por hectárea sembrada de entre a 2.100 y 2.200 kg/ha.
A su vez, se ha dado una fuerte caída en el precio de la soja en las últimas semanas. Según operadores de mercado y analistas, están incidiendo aquí dos o tres factores principales. Por un lado, lo más básico: los indicadores globales de oferta-demanda y de stocks-consumo no son particularmente alcistas. Si bien la relación stock-consumo global ha tenido un cierto descenso respecto a años anteriores, está en niveles relativamente seguros. Con ese trasfondo, la situación de los cultivos en EEUU (que están en pleno desarrollo) se muestra muy bien, con pronósticos climáticos muy favorables en el segundo productor de soja del mundo.
A su vez Brasil, primer productor, confirma con sus grandes exportaciones de soja que tuvo una muy voluminosa cosecha. Con este escenario desde la oferta, la demanda china opera con cautela en el mercado y aprovecha los bajos precios para concretar compras con mayor economía. Esta semana concretó varias compras importantes en EEUU, lo que estaría ilustrando que la demanda se mantiene, a costa de un descenso en los precios que muchos juzgan exagerado.
Otro factor que incidió en la baja de precios es el favoritismo que mantiene Donald Trump de cara a las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU, lo que lo acerca nuevamente a la Casa Blanca. Esto podría traer una nueva guerra comercial con China, con el consecuente impacto en el comercio de granos y en sus precios.
En lo local.
Por supuesto, todo este escenario se ha trasladado al mercado local con referencias para la soja puesta en puerto que no superan los 380 US$/ton. Muchos productores esperaban la tendencia contraria: luego de que el precio cayera de 450 a 400 US$/ton esperaban algún rebote, provocado entre otras cosas por posible incertidumbre climática en EEUU. Eso no sucedió y los valores siguieron a la baja; para muchos, pasó el tiempo de esperar y hubo que vender y resignarse a precios claramente inferiores.
En el sector es intenso el trabajo de presupuestación, en la medida que con estos precios los rendimientos de equilibrio suben de manera significativa y el negocio -por tanto- resulta menos atractivo. Los costos locales se mantienen altos y muchos insumos no han bajado en línea con los precios.
Buena parte de las cuestiones de la economía local uruguaya y de lo que sucede en los mercados internacionales de productos está condicionado por la marcha de la economía global, con el protagonismo de EEUU. En este plano, la semana cerró con un dato negativo en el mercado de trabajo estadounidense; se generaron poco más de 110,000 empleos en julio con el desempleo subiendo al 4,3%. Esto ya prácticamente asegura que la Reserva Federal bajará la tasa de interés en septiembre, después de haberla dejado estable esta semana. La reacción del mercado financiero global ante este dato ha sido negativa, con caídas en las bolsas y subas en los bonos, con la consecuente baja en las tasas de interés.
Estos son movimientos importantes, con derivaciones en la propia demanda global y en los tipos de cambio. Un afloje de las tasas debería llevar a un dólar más débil y -por tanto- precios globales en dólares algo más arriba. Pero estos razonamientos lineales suelen tener excepciones, condiciones y tiempos muy distintos, según el país y el rubro que se trate. Las relaciones lineales quedan, en general, más en los libros que en la realidad, que suele ser más sinuosa.