La apicultura nacional es fundamentalmente familiar, pero de las mejores de la región
Néstor Causa, productor apícola y presidente de CHDA
El presidente de la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola dijo que aun el productor más pequeño que tiene sus colmenas como un pasatiempo cumple una función importante porque mantiene sus abejas y estas cumplen con su función polinizadora.El día 20 de mayo se celebró el Día Mundial de las Abejas, declarado por las Naciones Unidas en octubre de 2017 a pedido de la Asociación Internacional de Apicultura por una iniciativa de Eslovenia en 2015.
En Uruguay se creó en 1999 la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA), que conforma un espacio de participación público-privado con los Ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca, de Industria, Energía y Minería, y de Ambiente, la Sociedad Apícola Uruguaya, la Comisión Nacional de Fomento Rural y la Asociación de Exportadores de Miel.
El técnico agropecuario Néstor Causa es productor apícola desde hace 37 años, con producción en el departamento de Soriano, y presidente de la CHDA. En declaraciones a La Mañana dijo que la fecha tiene varios cometidos, como “poner ante la sociedad y el espectro político la importancia de las abejas, la necesidad de preservarlas y marcar la importancia que tienen en la producción de los alimentos”, porque del 75% de los alimentos que llegan a la mesa de una familia en algún eslabón de la producción estuvo participando un insecto polinizador”.
Se han hecho estudios y pruebas sobre la importancia de los polinizadores. “En Alemania, un supermercado retiró de sus góndolas los productos que en alguna medida son beneficiados por la polinización, y el resultado fue una reducción importante de los alimentos, y ese es el punto: la abeja es importante por el hecho de la polinización”.
De avispa carnívora a abeja
Es un insecto “con más de 100 millones de años de evolución, comenzó siendo una avispa y las avispas son carnívoras, y en algún momento la falta de alimentos comenzó a generar que ese animal comenzara a interactuar con las flores”.
Junto con ellas, “las plantas también fueron evolucionando, el polen se transformó en la proteína de la abeja y de ahí la secreción de néctar”, describió Causa; pero “si uno se plantea como pregunta por qué una planta debe segregar una solución azucarada, cuál es el objetivo o el motivo, como respuesta encuentra que necesariamente el objetivo y el motivo es atraer abejas, avispas, pájaros, murciélagos, todo animal que necesita energía a través de azúcares, y de esa manera genera una interacción”.
Los datos de 2023 que se va a actualizar en el correr de 2024 indican que en Uruguay hay 2800 apicultores con 650.000 colmenas distribuidas en todo el país: “En todos los departamentos hay apicultores y en todos los departamentos hay abejas, ofreciendo un enorme aporte para la producción de alimentos”, expresó.
“La soja, la colza, el girasol, las leguminosas forrajeras, las alfalfas, lotus, tréboles, todas las plantas y cultivos se benefician de la polinización”, y por eso la celebración del Día Mundial de la Abeja es para exponer “la importancia que esta tiene para la biodiversidad y los ecosistemas, porque así como es importante para la alimentación humana, eventualmente, a nivel de la naturaleza, hay plantas que no son utilizadas por el hombre pero sí son alimentos de aves u otros animales, y esa planta también requiere de la polinización”.
O sea que “la abeja también contribuye con el equilibrio, la biodiversidad y el ecosistema”, pero “no solo la abeja sino los polinizadores en general”.
En Uruguay hay un centenar de polinizadores
“La abeja Apis Mellifera es de origen europeo y fue introducida en la zona, pero en Uruguay hay unos ochenta o cien polinizadores autóctonos de la región, compartidos con Argentina y Brasil pero que han estado siempre”; son “insectos importantes, aunque son muy desconocidos por la población a nivel general”, por ejemplo el mangangá, otros son los megachilesp, que son cortadores de hoja, más al norte hay meliponi o abejas sin aguijón, hasta la mosca que es un insecto que no nos gusta y es molesto es responsable del 10% la producción de semilla de cebollas, el otro 90% es responsabilidad de las abejas”.
Sean “molestos o no, estos insectos son benéficos y cumplen una función importante”, remarcó el apicultor.
Causa destacó la producción de miel “como una actividad muy familiar”. También hay empresas con 4000 colmenas que “evidentemente tienen empleados, lo mismo las que tienen mil y algo, pero de ese número para abajo es una producción familiar”.
El 80% de los apicultores inscriptos en el registro trabajan con menos de 300 colmenas, con lo cual la apicultura pasa a ser una actividad complementaria. El apicultor tiene una actividad primaria, que puede ser un trabajo de 8 horas y los fines de semana se dedica a la apicultura, a veces porque le gusta, a veces por pasión, otras veces como complemento económico porque a pesar de los precios genera un rédito”.
Pero que sea una actividad secundaria no quiere decir que falte profesionalismo ni que carezcan del sentido de importancia del manejo de las cadenas. Tenemos “productores bien formados y eso lo puedo decir porque al recorrer o intercambiar con apicultores de Argentina, Chile u otros países, estamos iguales o un poco mejores; y si nos comparamos con Brasil estamos por encima”.
Al comienzo de la década del setenta “la apicultura tuvo un fuerte auge con el comienzo de las exportaciones” y desde esa época “siempre ha habido actividades de capacitación, a veces teniendo como disparador algún problema puntual como la varroa u otro tema sanitario o de otra naturaleza. El resultado es que tenemos un sector bastante bien preparado”.
Del total de apicultores, “hay un 20% que son los más profesionales, que hacen trashumancia, que mueven colmenas a las polinizaciones de praderas o los montes de Rivera en el cierre de temporada”.
Consultado sobre la actividad apícola como un pasatiempo o una manera de desengancharse de las obligaciones cotidianas, Causa dijo que aún en esos casos el apicultor cumple una función relevante: “Esos productores más chicos que toman la apicultura como actividad de entretenimiento o desestresante de fin de semana son extremadamente importantes porque están asegurando la permanencia de la abeja, y si no existiera ese apicultor sus abejas no estarían allí”.
Producción y datos de mercado
En 2022/2023 (la zafra apícola se considera desde el 1º de octubre hasta el 30 de setiembre del año siguiente), Uruguay produjo 9000 toneladas, según datos de la Oficina de Planificación y Política Agropecuaria (Opypa); y anualmente el consumo de miel, con el incremento de la población mundial, es entre 17.000 y 18.000 toneladas. Causa dijo que “con ese crecimiento habría margen para una mayor producción y exportación”. Sin embargo, en el mundo “hay grandes volúmenes de mieles adulteradas que detienen la demanda y hacen que los precios bajen a los valores actuales, que este año mejoraron (promedio US$ 1,50 el kilo), pero seguimos trabajando casi por debajo de los costos de producción”.
Cuando los precios son tan bajos “es altamente complejo poder apostar a crecer y producir más”, y “una de las ventajas de esta temporada es que el mercado ha sido fluido con demanda interna y venta a pesar de los bajos precios”, pero en 2023 “tuvimos largos períodos con miel en los galpones sin posibilidad de comercializar”.
En síntesis, “tenemos un complejo panorama internacional con nuestra miel de calidad, a pesar de que a partir de 2016 se registraron algunos lotes con trazas de glifosato que nos llevó a perder el mercado alemán, pero hoy mayoritariamente tenemos a Estados Unidos que es un mercado que paga menos”. Así y todo “nuestra miel es de muy alta calidad”, subrayó.
El Anuario 2023 de Opypa indica que partiendo de la zafra 2010/2011 y hasta la última zafra (2022/2023), “Uruguay ha producido anualmente un promedio de 11.815 toneladas de miel, con un rendimiento promedio por colmena de 21 kg”, pero en el último año hubo importante caída, “superando apenas las 9000 toneladas”, siendo este “el valor más bajo de la serie”.
La importante disminución de la producción se explica “por un magro rendimiento por colmena, de apenas 14,89 kilos, en un año marcado por la sequía”, agrega el Anuario 2023, que cita valoraciones de la CHDA respecto “a las condiciones climáticas” por las que “existieron zonas del país (principalmente la zona centro-sur) en donde los niveles de producción han sido extremadamente bajos”.
Durante la sequía “el cultivo de colza representó un factor atenuante” por el buen comportamiento, pero otras “no presentaron buenos rendimientos”.
A las escasas 9000 toneladas se suma “una tendencia a la baja en los precios pagados al productor. Al cierre de 2022 el precio de la miel al productor cotizaba entre US$ 2,2 y 2,3 el kilo, mientras que a octubre de 2023 dicho precio es de entre US$ 1,2 y 1,5, debido a la caída de los precios de exportación”.
En 2022 la exportación de miel por parte de Uruguay fue de 9949 toneladas de miel, por US$ 35,5 millones.