Por Ing. Agr. MBA Nicolás Lussich
Agronegocios: entre China y el Banco Central
El escenario internacional obliga a ajustar costos, pero la economía local no ayuda.Ya en plena primavera, el Niño se está haciendo desear: si bien las proyecciones climáticas apuntan a lluvias por encima de lo normal en los próximos meses, en lo que va de octubre han predominado el sol y el frío, con algunas heladas tardías que demoran el crecimiento de las pasturas.
Para los cultivos de invierno no es mala noticia: en la medida que haya agua suficiente, trigo y cebada crecen sanos y seguramente concretarán muy buenos rendimientos, siempre y cuando se sumen algunas lluvias más para completar el ciclo. Pero persiste cierta preocupación respecto a los niveles de agua en los suelos y reservas. El caso más ilustrativo es el arroz: allí el escenario de mercados es mejor que en el resto de la agricultura y -sin embargo- las represas están incompletas y limitan la capacidad de los productores de expandir las áreas.
Similar preocupación hay en otros rubros, porque de ahora en más (por pura astronomía) habrá cada vez más sol y calor; si no se acumula buena agua en las próximas semanas el verano puede volver a ser estresante. Confiemos en los pronósticos.
Mientras tanto, los mercados han reafirmado el nuevo escenario de precios menores, aunque hay algunos síntomas de estabilización. En el mercado externo de carne vacuna las dificultades de la economía china han hecho caer los precios, pero no necesariamente los volúmenes transados. A pesar de la devaluación de su moneda frente al dólar, los chinos han encontrado proveedores dispuestos y con capacidad de venderles a menor precio; es el caso claro de Brasil, principal exportador mundial y cuyo mercado interno se ha resentido, lo que permite más saldo exportable. Más recientemente también aumentó la oferta de Argentina, en el marco de una crisis económica que también la llevan a vender más y a precio de oferta. A nuestros vecinos se suma Australia, que aumentó la faena ante el advenimiento del Niño, que para Oceanía es sinónimo de sequía; los productores han adelantado liquidación de ganado y la oferta aumenta, presionando al mercado externo.
Aun así, desde el exterior no hay fundamentos para configurar un escenario de preocupación exagerada: el sector cárnico sigue con niveles de facturación que lo ponen liderando las exportaciones de bienes del Uruguay (cuadro), con buena capacidad de maniobra en cuanto a mercados y subproductos, además de un desempeño destacado de la exportación en pie. No es un escenario sencillo –menos ahora con los ataques terroristas en Israel- pero el sector tiene fundamentos para mantener una proyección positiva de mediano plazo.
Lo que parece ineludible es que el nuevo escenario implica un proceso de ajuste de costos y revisión de los sistemas productivos, en particular en la relación concentrados-pasturas, Bien vendría la apertura de nuevos mercados, donde la agenda viene bastante lenta. Hay que ver si el gobierno logra algún avance en las próximas semanas.
En cuanto a la agricultura, más allá de lo dicho para los cultivos de invierno, todo indica que tendremos un área muy importante de soja: las estimaciones preliminares apuntan a un avance del entorno del 10% en el área total de la oleaginosa. El precio este año es inferior al del año pasado, pero es razonable en términos históricos. Muchos insumos han bajado de precio (agroquímicos, fertilizantes) y el combustible podría hacerlo también, atento a la caída del petróleo esta semana. De tener una buena cosecha de soja (sumada a la puesta en marcha de UPM 2) las exportaciones del Uruguay –que muestran el “agujero” sojero este año (gráfica)- seguramente tendrán una interesante recuperación en 2024.
En lo que refiere a granos forrajeros, los precios también han bajado, aunque de manera más moderada. Se prevé una expansión en la siembra de maíz, aunque es un cultivo caro y la situación financiera general de las empresas no es sencilla después de la seca. A su vez, vuelve a emerger otro factor de incertidumbre: el dólar paralelo en Argentina ha vuelto a ampliar su brecha respecto al oficial, y esto aumenta el estímulo a maniobras fraudulentas en el comercio de granos y concentrados, provenientes del país vecino. Además de la obvia ilegalidad, esto implica una competencia desleal para los productores de este y el otro lado del charco. La distorsión tremenda que implica la situación de la economía Argentina para la economía uruguaya, desde Paysandú a Maldonado, también llega a las chacras de los productores.
Porteras afuera
¿Es posible ajustar los costos y seguir produciendo lo mismo o más? Los insumos están aportando lo suyo, como vimos. La duda es el costo de los servicios y el trabajo, el costo denominado no-transable. Allí la macroeconomía no está ayudando, a pesar de que movimientos recientes en el dólar y la inflación podrían dar paso a un escenario más llevadero.
Esta semana se informó que la inflación cayó a un mínimo histórico de 3,9% anual en setiembre, algo que no se daba desde principios de este siglo. El descenso responde en buena medida a la política del Banco Central, no solo por mantener una tasa de interés alta (esto es, una política monetaria contractiva), sino también por la decisión de no intervenir en el mercado cambiario hace ya más de 2 años. Esto hace que el dólar se mueva según fundamentos internacionales y locales; la entrada de capitales y altos niveles de exportación presionar la divisa, pero ahora el escenario externo cambió, la tasa de interés subió y el dólar ha tenido un aumento ostensible a nivel global. Esta semana se reafirmó un escenario en el que la economía de Estados Unidos se muestra claramente mejor al resto de las principales economías (China y la Unión Europea), de manera que el dólar se fortalece y así se expresa en el mercado cambiario uruguayo.
Por ahora, todo indica que se trata más de un rebote que de un cambio de tendencia, Pero al menos estamos con valores nominales que han frenado su caída. Mientras, la inflación baja permitiría un ajuste de precios relativos más rápido y efectivo, si la tendencia así lo indica. De todas maneras, la tasa real de interés que plantea el BCU es cada vez mayor si se compara con la inflación (gráfica). El tema es que la autoridad monetaria apunta no solo a la inflación mes a mes, sino a las expectativas; esta semana también se informó que las expectativas empresariales de inflación bajaron (al 7% anual); a regañadientes y porque las empresas están presionadas por la subas de salarios.
La preocupación por la competitividad es lógica con este escenario de precios relativos y caída del tipo de cambio real (gráfica). Ahora bien, al analizar los datos de la cuenta corriente donde se incluyen los agronegocios, otros bienes y también los servicios exportados e importados, se aprecia cierto equilibrio (cuadro), por el desempeño positivo en las exportaciones de servicios. A la recuperación de los ingresos por turismo se suman los servicios globales y otros servicios de reciente desarrollo en Uruguay. Por supuesto que también hay un desvío de consumo turístico hacia la Argentina, pero el resto lo compensa. Los datos corresponden al año móvil a junio; la situación puede haberse deteriorado en los meses subsiguientes y hay que ver cómo evoluciona el empleo, pero es importante ver la película completa, más allá de que los agronegocios son claves en la economía uruguaya.
También hay que incluir otras variables en el escenario macro. En la cuenta corriente también se deben incluir los dividendos empresariales e intereses de deuda, donde Uruguay es claramente deficitario. Y además, el frente fiscal sigue exhibiendo debilidad (4% del PBI de déficit fiscal anual a agosto). El 2024 podría ser mejor, pero no es seguro.