OPINIÓN-Por Nicolás Lussich
El tren agrícola
La gran cosecha de soja de este año impulsó con fuerza el PBI de la economía en el segundo trimestre, al tiempo que se sembró la mayor área de cultivos de invierno en décadas. Sembradoras y cosechadoras están a la cabeza del tren de la economía.Uruguay plantó la mayor área de cultivos de invierno en más de 70 años, según los datos divulgados esta semana por DIEA-MGAP (gráfica).
El nuevo ciclo de expansión de trigo y cebada, acompañados ahora de la colza -que suma amarillo al verde paisaje criollo- componen una base muy firme para el desarrollo agrícola, por su competitividad y diversificación. El avance tiene una causa relevante en el reciente aumento en los precios de los granos, pero seguramente es una tendencia que irá más allá de los vaivenes de mercado. El mundo demanda más alimentos, por lo que se necesita más producción.
La colza es el fenómeno destacado de la agricultura de invierno, con un aumento del área de más de 60% este año -100.000 hectáreas más que en la zafra previa- quedando la superficie del cultivo apenas por debajo de las 270.000 hectáreas, según DIEA. Es la respuesta al aumento de la demanda de aceite comestible a nivel global, con una oferta restringida por limitaciones de área y bien fundamentados criterios ambientales.
La soja también es una fuente clave de aceite, pero con un contenido de hasta 20%. La colza en cambio ofrece más de 45% de aceite en el grano, un oleaginoso especializado y muy valioso. En las últimas zafras su destino preponderante ha sido Europa. El Euro se ha devaluado sensiblemente en el último año (casi 20%), lo que incide negativamente en el mercado. De todas maneras, los valores siguen siendo muy buenos en términos históricos (575 euros/ton el cierre esta semana).
El trigo, por su parte, reafirma su importancia en la agricultura nacional con un área mayor a la estimada: casi 290.000 hectáreas. Los avances en la productividad del trigo han sido notables y los productores siguen adhiriendo a este grano, que tiene un mercado fluido a nivel local y externo, con muchas alternativas de manejo y de material genético. A la cebada le tocó retroceder este año, seguramente - y en parte- por las altas exigencias de calidad que llevaron a que el año pasado los productores vieran recortados los ingresos a pesar de rendimientos brutos altos.
Aun así, la posibilidad de valorizar mejor los granos que no alcanzan calidad industrial - molinera o maltera- en el mercado de granos forrajeros, ha sido un aspecto clave en la expansión reciente de la agricultura. El productor sabe que los vaivenes climáticos y productivos pueden muchas veces generar lotes solo aptos para consumo animal; Si estos tienen un precio mínimo razonable, constituyen un soporte más para la agricultura.
Por todo esto es importante destacar la evolución total del área de invierno, Más allá de la dinámica de cada cultivo. Este trípode agrícola basado en trigo, cebada y colza, a lo que hay que agregar los verdeos de invierno, le ponen vigor a la fase invernal de la rotación.
Solo falta el agua
Plantar es el primer acto, la decisión de inversión. Con insumos que este año están más caros, los números seguramente serán más estrechos esta zafra. Y falta agua: no se prevén lluvias importantes en estos días y -si bien las últimas precipitaciones “llegaron justo” no fueron parejas ni abundantes, en especial en algunas zonas del litoral centro y sur.
Los cultivos de invierno arrancaron muy bien y muestran mucho potencial, pero han pasado las semanas y llueve poco. Y ya están entrando en una etapa crítica en la que se define parte importante del rendimiento. Muchos cultivos de trigo y cebada están espigando y las colzas están empezando a llenar el grano. En el caso de esta oleaginosa, además, hubo cierto impacto de las heladas, tempranas y tardías, en un invierno que se ha hecho especialmente largo. “Precisamos mucho el agua”, nos dicen desde el litoral. Hoy podrían caer algunas lluvias, pero no se pronostica un episodio abundante y siguen pasando los días…Varios técnicos y productores estiman que -de no revertirse rápido la situación- los rendimientos no alcanzarán lo registrado el año pasado.
La agricultura ha avanzado notablemente en manejo y tecnología, pero sigue siendo una actividad al aire libre y dependiente del agua. Precisamente, se precisan lluvias no solo para el crecimiento básico de los cultivos sino para que éstos asimilen los fertilizantes y tratamientos dispuestos. Es alta la inversión por hectárea en juego.
Noticias de verano
Mientras los cultivos de invierno están en etapas definitorias, se confirma la gran cosecha de soja levantada este año, que generará ingresos récord para Uruguay, seguramente superando los U$S 2.000 millones en 2022. Los datos de DIEA muestran que el rendimiento promedio alcanzó casi 2.800 kg/ha, el tercero mejor en la historia aún con una sequía que complicó mucho. El volumen de la cosecha se acerca a los récords del período 2010-2014 (gráfica).
Los precios han tenido volatilidad y responden a una agitada mezcla de factores alcistas y bajistas. Por un lado, la inflación en EEUU fue superior a lo previsto (8,3% anual). Se aseguran así nuevos aumentos en la tasa de interés para bajar la inflación, lo que afirma la cotización del dólar. Esto implica precios internacionales de los productos (que cotizan en dólares) menores. No sería algo de preocupación, si el fortalecimiento del dólar se diera también a nivel local, cosa que no sucede.
Por otra parte, en Argentina le aplicaron a los sojeros zanahoria y palo: por un lado, el gobierno ofreció el llamado “dólar soja” en Argentina (a 200 $A, 30% mayor al oficial), para hacer más atractiva la liquidación (venta) de la cosecha; por otro lado, aumentaron la tasa de interés para los créditos de los que mantuvieran saldos sin vender. Así, las ventas de soja tuvieron un fuerte impulso: los productores argentinos llevan vendidas más de 8 millones de toneladas desde que se implementó el mecanismo. Ante la nueva oferta vendedora en el país vecino, los chinos optaron por comprar más en Argentina, a menores precios que en EEUU, lo que presionó los valores en Chicago.
Pero el clima también está complicando en EEUU: el informe mensual de oferta / demanda del USDA de esta semana, redujo sensiblemente la estimación de cosecha de soja de EEUU, que pasó de 123 a 119 millones de toneladas, por la falta de agua y un estado de los cultivos peor al estimado previamente. El dato fue notoriamente alcista, aunque no alcanzó a compensar los dos factores comentados previamente y la soja bajó 3% en la semana. Aun así, el mercado sojero sigue tenso: la proyección de producción y stocks 2022/23 se basa en una muy optimista estimación de producción en América del Sur, de un cultivo que aún ni se plantó. Lo cierto es que la relación stock/consumo global de soja este año es la menor desde 2014 y La Niña sigue amenazando (gráficas).
Precios atractivos e incertidumbre climática son el fundamento para la expansión del riego, que en maíz se acerca al 15% del área total. En la última zafra -dados los problemas de sequía- el riego hizo la diferencia, con un rinde promedio que más que duplicó a las chacras sin riego (cuadro). Esto implica agregar más de 1.000 USS/ha de ingreso bruto. Contar con sistemas de riego asegura el agua y -por tanto- permite subir el potencial del cultivo con más fertilización y la mejor genética. Es importante remarcar que en el crecimiento maicero ha sido clave la demanda ganadera, principal destino de consumo.
Así, la agricultura se configura como uno de los principales dinamizadores de la economía. El dato del PBI de esta semana lo confirma: creció 7,7% interanual impulsado por la cosecha sojera y la recuperación de la actividad en la enseñanza, entre otros servicios.
Para darle continuidad al crecimiento, es preciso seguir sumando infraestructura portuaria y de transporte terrestre, para reducir costos y aumentar capacidades de producción en todo el territorio. Es uno de los objetivos del plan de infraestructura vial que impulsa el gobierno. Lo del título es una figura simbólica, pero bien puede ser -también- una aspiración realista.