Lheritier: “La colza produce más con abejas y los apicultores sacan su miel”
Christophe Lheritier, director de Urimpex, dijo que la situación de la apicultura es de estancamiento, y que si bien “la sociedad le tiene simpatía a la abeja” no se tiene una conciencia de “lo positiva que es para el agro en general”. Lheritier afirmó que hoy hay entre 500.000 y 600.000 colmenas con una producción de 10.000 toneladas de miel por año, estimó que hoy producen unos 2500 apicultores y que los principales desafíos del rubro pasan por “temas de calidad”.
-¿Cuál es la situación de la apicultura en el país en este momento?
-La situación general es de estancamiento. Es un rubro que empezó a exportar hace 50 años y fue creciendo bastante rápido. Hubo un apoyo de los gobiernos de turno en cuanto a temas que hacen a la financiación, la ley apícola que defiende el rubro con interés nacional, los bancos apícolas o programas de asistencia técnica a los apicultores. Luego esto se fue dejando. Cambiaron las circunstancias y lo que rodea la producción y fue negativo. Hubo menos producción con altibajos de precios que hicieron que se visualizara menos a la apicultura como una actividad rentable y segura. Más o menos de 2010 a esta parte hubo una estabilización e incluso descenso del número de apicultores. No hubo descenso de producción, pero sí de productores. Es un rubro que sigue trabajando con apicultores que son en su mayoría part time y hay pocos que se dedican de lleno a la actividad.
-Productivamente, ¿cómo ha sido la evolución con el pasar de los años?
-La apicultura era un rubro con muy buenos rendimientos por colmena. Luego vino el nuevo paquete tecnológico de la agricultura en general, sobre todo arrastrado por la soja, y empezó a caer el rendimiento de las abejas. A esto debemos sumar el cambio climático, las sequías prolongadas y temperaturas que no son normales para las épocas. La cantidad de colmenas hoy está estabilizada en unas 500.000 o 600.000 y se generan producciones de 10.000 toneladas de miel por año. La apicultura se benefició de la forestación, porque si no existiera ese millón de hectáreas forestadas la producción apícola habría bajado. Hoy podemos decir que estamos estancados en producciones de 10.000 toneladas por año, dependiendo del clima más que nada.
-¿Cómo se vienen comportando los mercados y las exportaciones?
-Los mercados se han diversificado mucho. Antes éramos muy dependientes de Alemania. Estábamos ligados a Alemania, Estados Unidos y poco más. Hoy casi son 15 los destinos, si bien Alemania, Estados Unidos y España son los principales. Hemos llegado a mercados muy lejanos, lo cual antes era impensado. Hoy la necesidad de generar productos de calidad provoca la búsqueda de nuevos nichos de mercado. Llegamos en pequeñas cantidades a Sudáfrica, Australia, Emiratos Árabes y se siguen buscando mercados.
-¿Qué viene pasando con los precios?
-Es muy volátil. Venimos de años con precios muy bajos, que prácticamente estaban por debajo del costo de producción. Antes de eso hubo precios mucho mejores. Actualmente los precios son muy altos, pero es difícil poder predecir qué va a suceder, incluso de un año al otro. Esa dificultad del rubro para la venta, marcada por la volatilidad existente, no permite proyectarnos a mediano y largo plazo.
-Como director de Urimpex, una empresa con muchos años exportando dentro del rubro, ¿cómo ve la evolución del sector con el pasar de los años?
-La apicultura está cada vez más ligada a temas de calidad. Es indispensable tener un análisis de cada lote desde varios puntos de vista: positivos que den mejor valor y negativos que pueden ser los residuos. El costo de esto ha subido mucho. En este momento nos complica mucho para exportar el hecho de que no tenemos un laboratorio en el país que haga análisis a un mejor valor que lo que hacen en Alemania, y eso que debemos sumar el costo del envío. A nivel de exportación hay un tema de calidad y de control que es difícil hacer accesible en nuestro país rápidamente y a costos razonables. Es uno de los aspectos que frena porque lleva tiempo y tiene su costo. No nos permite optimizar los lotes y seleccionar mejor. Hay una masa de apicultores que no vive solo de esto, por lo que nos permite pensar que siempre tendremos alrededor de unos 2500 apicultores, como sucede hoy, pero con dificultad para hacerlos crecer en estas condiciones.
-¿Cómo está la situación de costos y cuál ha sido la atención del gobierno?
-No hay una atención especial, pero sí vemos que no hay conciencia de lo positiva que es la abeja para el agro en general. En Europa o Estados Unidos hay subsidios al sector, y no es por la miel, sino por el aporte de la abeja a todas las producciones. No vemos un trato especial para la apicultura. Estamos luchando por tener vehículos 4×4 para entrar a los campos, fuentes de financiación a costos bajos, y todo eso no existe. Nos toca lo que le toca al resto del sector en general. Sería muy positivo tener más abejas en el país. El costo de la producción y la mano de obra es elevado y de un país a otro el valor de la miel es muy diferente.
–¿Qué beneficios otorga la abeja a otras producciones, como puede ser la colza o la forestación?
-La interacción con la colza es importante y hay que aprender a manejarla porque es beneficioso para ambas partes. La ganancia existe en un cultivo que tiene flores y que se poliniza. La colza produce mucho más con abejas y el apicultor saca su miel. En los eucaliptus el aporte no está en el árbol en sí, pero aporta a la forestadora por las certificaciones. Demuestra que hay otras producciones que se pueden realizar en un monocultivo así, como sucede con la ganadería, la apicultura y la recolección de hongos.
-¿Cómo vienen trabajando en los desafíos ambientales?
-Hay que visualizar el beneficio general del país y los mercados de tener una agricultura más verde y limpia de agroquímicos. No me refiero a no usar agroquímicos, me refiero a no usarlos de mala manera. Cuando hablamos de un TLC con Europa se toca mucho ese tema y en eso venimos atrasados. En esos países están transformando su agricultura de una forma casi orgánica y acá nos falta todavía. Para potenciar la apicultura y el sector en general, debemos prestar atención al control del uso de agroquímicos y al uso responsable de los suelos. Las normas existen, pero falta control y capacitación. El tema ambiental está muy centrado en todo eso.
-¿Cómo ve la percepción social del rubro y el recambio generacional?
El recambio generacional preocupa. Hay interés de los jóvenes en hacer una actividad al aire libre y que sea potencialmente rentable, pero no hay el recambio de padre a hijo que debería haber. La población es adulta y avanzada en edad en la apicultura. En la percepción general la sociedad le tiene simpatía a la abeja. En este sentido, cuando aparece una noticia la gente se interesa por los productos saludables que brinda. También se valora a la abeja como núcleo familiar, observando cómo trabajan en la colmena, cómo se reparten las tareas, su generosidad y su solidaridad. Hay un buen consumo de los productos en Uruguay, que si bien no llega al de países europeos es bueno y se puede potenciar aún más.
-¿Cuál es el posicionamiento de la miel uruguaya en el mundo?
-Si bien hace 20 años el posicionamiento era muy positivo, empezaron a aparecer aspectos negativos que bajan el estándar. En general la miel es de muy buena calidad porque es muy bien producida por el apicultor, quien técnicamente es muy bueno y maneja las colmenas y las cosechas de forma responsable para que el producto esté impecable. Si comparamos eso con los países asiáticos por ejemplo, es mucho mejor acá. Desde la calidad estamos bien, pero los clientes están focalizados en los resultados de los análisis que son datos no aparentes, y se nos complica en ese aspecto. Para mejorar la imagen necesitamos tener análisis en el país a un costo razonable. Esto además mejoraría la demanda. Debemos bregar por que el gobierno de turno entienda la importancia de las abejas no solo por su miel, ya que es mucho más amplio.