"¿Cuánto debemos por el hospedaje?", la frase que marcó el fin a la retención de la IMM al monolito de Un Solo Uruguay
Un Solo Uruguay pretende conciliar con la intendenta Carolina Cosse para volver a instalar el monolito en las inmediaciones del Palacio Legislativo, esta vez con el visto bueno de la Junta Departamental.
—Muy bien, ¿cuánto les debemos por el hospedaje?— se permitió bromear el productor Fabián Tomasich una vez que el acta de entrega quedó firmada por los representantes de Un Solo Uruguay, la escribana pública y el gerente de Operativa de Limpieza de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), Carlos Gómez.
—¡No te regales!— lo atajó entre risas el asesor legal del movimiento, Guillermo Chiribao.
Tras casi 21 meses en un depósito de la comuna, el monolito de Un Solo Uruguay procedente de canteras en el departamento de San José y trabajado en Las Piedras volvió a manos de sus dueños. La pieza de casi dos toneladas fue incautada por la IMM el 5 de setiembre de 2019, luego de que el movimiento la colocara sin permiso en una plazoleta frente al Palacio Legislativo.
"Es en homenaje a todos los de a pie que le ponemos el hombro a esta patria", exclamó en aquella fecha el técnico agropecuario Federico Holzmann, con el monolito cubierto por un manto y el Pabellón, rodeado de jinetes y banderas en alto.
Fue así que descubrió la placa con el mensaje: "Enero 2018-Setiembre 2019. Luchando por el país que nos merecemos... Sin banderas políticas... Por una patria para nuestros hijos", al tiempo que los presentes —que se habían acercado a la capital para protestar por la situación del sector agropecuario durante la segunda administración de Tabaré Vázquez— irrumpieron en aplausos.
La intendencia removió la pieza del lugar y diez días más tarde multó a Un Solo Uruguay con 55 UR, unos $ 64 mil al valor del momento. La administración de Christian Di Candia determinó que "la sola colocación de un monolito de esas características en un espacio enjardinado es susceptible de provocar una degradación del área afectada", y señaló que el movimiento violó decretos del digesto departamental referidos a los espacios públicos.
La comuna trasladó el monolito a la base de limpieza frente al Cementerio del Buceo. En el amplio predio plagado de camiones de recolección, la pesada pieza fue a parar al fondo. Los municipales la colocaron boca abajo de modo de que nadie se viera tentado de retirar la placa. Y allí, a la intemperie y casi oculta entre barriles de ANCAP, permaneció más de un año y medio.
Fue a mediados de esta semana que llegó la orden de removerla de su rincón, por lo que los trabajadores la arrimaron a la entrada. La intendenta Carolina Cosse había resuelto días atrás su devolución, luego de que Un Solo Uruguay hubiera acudido a la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh), que el 14 de abril determinó que “representaría un gesto de buena voluntad” hacerlo, según informó La Diaria.
"Fue un proceso largo en el que nunca pensamos que íbamos a tener tantas instancias jurídicas para obtener nuevamente este bien que es propiedad de Un Solo Uruguay", relató a El Observador el asesor legal Guillermo Chiribao.
Luego de que en febrero del año pasado la comuna revocara la multa que había impuesto —por fallas en el procedimiento, como la no notificación a los responsables—, Chiribao consideró que, a pesar de varias notas presentadas, "no hubo forma de que la intendencia se sensibilizara" y el expediente estuvo detenido "muchísimo tiempo en la Secretaría General". Según el abogado, además de la reciente sugerencia de la Institución Nacional de Derechos Humanos, con la llegada de Cosse "se notó un cambio de sensibilidad respecto a la administración pasada".
Un Solo Uruguay solicitó en abril una reunión con la intendenta que de momento no fue concedida. La intención del movimiento es conciliar con la jerarca para que —ahora sí—, con el visto bueno de la Junta Departamental, el monolito pueda volver a ser instalado en los alrededores del Palacio Legislativo como "conmemoración de sus luchas".
La pesada pieza requirió de la intervención de un montacargas que la depositara sobre un tráiler, y así poder llevársela de las instalaciones. Las maniobras insumieron unos veinte minutos, entre las discusiones sobre cuál era el mejor ángulo desde el que ejercer la fuerza, la carga y las ataduras para asegurarlo.
Y así, con menos gloria que con la que se inauguró, el monolito volvió a sus dueños. Fueron 21 meses después, entre el tránsito cotidiano de camiones del turno vespertino, tres cámaras de fotos, y una decena de aplausos, la pieza abandonó su casi oculto rincón en el Buceo