campo uruguayoESCRIBE SEBASTIÁN DA SILVA
Opinión | Rompiendo la cantarola de prejuicios contra el campo uruguayo

Cuando decimos orgullosos que en Uruguay el campo no para, lo decimos por su resiliencia. Y una vez más aguantaremos.En el Uruguay de la pandemia 2021, Carnaval comenzó con agua. Algunos pocos afortunados que decidieron tomarse esos días sufrieron el peor anticipo meteorológico: llovería de sábado a martes en toda la costa oriental, y no precisamente una garúa, eran verdaderos torrentes los que caerían dentro de nuestro territorio nacional.

Estos pronósticos cayeron como un balde de agua helada tanto para los veraneantes, los que muchos decidieron no tomarse vacaciones y guardar esos pesos para un año que se anticipaba complicado, como para los desesperados operadores turísticos que maldecían una y otra vez, tanto al clima como a los siempre criticados meteorólogos que le aguaron el fin de temporada al sector más crítico que dejara el COVID 19.

Otro gallo cantaba fuera de la franja costera, de tener 15 departamentos en emergencia agropecuaria, estas maldecidas lluvias para algunos, eran bendiciones para otros.

Los pluviómetros explotaban de agua después de meses enteros pirinchando el cielo, la agonía del que producía al aire libre llegaba a su fin y con ellos las buenas noticias del exterior. La soja, principal cultivo uruguayo, arañaba los 500 dólares por tonelada puesta en Nueva Palmira.

Lejos del fulgor de la batalla agrícola en el Palacio Legislativo comenzaron a oírse algunas voces. "Los sojeros tendrán ganancias extraordinarias", decían altos dirigentes de la oposición, otros de la cúpula sindical pedían a gritos que repartieran la ganancia opulenta a los más necesitados. Mientras tanto la soja seguía verde...

Estos augures del reparto ajeno, muy amigos de las licencias sindicales y enemigos de marcar tarjeta, habían decretado ante la opinión pública el sector donde dirigir su manipulación: el campo uruguayo.

La realidad, que es caprichosa en no enroscarse en luchas de clases, determinó que esas aguas carnavaleras no fueran suficientes, y sin agua no hay ni chauchas, ni granos ni peso de grano que pueda venderse a 500 dólares.

La explicación, proviene de la naturaleza, una planta entrando en estado reproductivo necesita agua para que las chauchas cuajen, para que estas produzcan las semillas y que estas semillas, gracias al agua, se transformen en grano pesado. Es la síntesis primigenita de la agricultura, es un negocio de peso, por eso se vende la tonelada, y lo que justamente faltó en esta temporada de verano fueron las lluvias suficientes que llenaran tolvas y camiones para desgracia del que tuvo la iniciativa de invertir.

Conclusión: tendremos una de las cosechas más mediocres que recuerde el Uruguay, con un promedio nacional menor a los 1800 kilos por tonelada.

Vayamos ahora al otro sector depositario de la voracidad verbal de quienes, entre muchas cosas, los une el desconocimiento escolar de una planilla de costos Excel; la ganadería.

Todo el 2020 y hasta Carnaval, nuestro país estuvo con emergencia por sequía. Si no llueve, no hay pasto y, si no hay pasto, los animales no engordan, abortan, no dan leche o se mueren. Para evitar todo este proceso de la naturaleza, quien trabaja con el ganado: o compra fardos, o compra ración o vende ganado flaco, barato y en mal estado. Es decir se descapitaliza. Esta descapitalización tiene un vértigo tenebroso en su origen y una recuperación a paso de tortuga, Las secuelas de la sequía se ven en los costos, en los ingresos, en las pariciones y en el posterior entore. No hubo un solo ganadero o tambero uruguayo que no pasara por este proceso el año pasado, Nadie. Todos y cada uno de los miles de compatriotas que hacen de la cría de ganado su forma de vida, tuvieron que descapitalizarse o endeudarse y aumentar sus costos drásticamente para salvar sus rodeos.

Por tanto, la bendición del precio del novillo a 4 dólares está devolviendo en parte todo el costo de la sequía, pero con una mala noticia, estos ganados gordos casi que no existen, justamente por haberse vendido en la sequía y para volver a tenerlos tiene que esperar a la biología, en el mejor de los casos unos dos años y medio.
Estas tediosas descripciones intentan poner fin a la cantarola que se avecina. Pone en blanco sobre negro lo que la manija no puede demostrar. Estamos inmersos en una tormenta perfecta de precios y de demanda que lamentablemente no la podemos aprovechar por el determinismo climático que tiene esta actividad. Quien no tiene para vender no aprovecha los precios, pero puede volver a intentarlo.

Cuando decimos orgullosos que el campo no para, que ostenta con coraje su malla oro, que Uruguay es un país que se salva o perece con el agro, lo decimos por esta resiliencia. No parar es invertir, no parar es responder a la confianza hacia el gobierno, no parar es plantar más trigo, arroz, canola o reforzar las pasturas.

No parar es no festejar burbujas, es festejar kilos por hectárea y de esta forma seguir multiplicando por seis cada una de cargas que salen porteras afuera

Y así será.

MONTEVIDEO PORTAL -Montevideo - URUGUAY - 20 Mayo 2021