Biocombustibles, la energía y sus vasos comunicantes con la agricultura
El empleo se encuentra fuertemente amenazado por la pandemia. Solo la industria de biocombustibles líquidos genera 2,063 millones de puestos de trabajo en el mundo, de los cuales 66 % suceden en las Américas.
Agustín Torroba* – Montevideo – TodoElCampo – El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), a través de su Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo,
realiza estudios para establecer, documentar y analizar la conexión directa, o indirecta, que existe entre el precio y consumo de petróleo y los mercados agrícolas a través de los biocombustibles líquidos.
En el marco de ese análisis se pueden visualizar los efectos del Covid-19 en el mercado de los biocombustibles y de materias primas agrícolas asociadas.
Para comenzar, es importante mencionar que el crackeo de las moléculas de petróleo fósil resulta en un proceso productivo que da origen a una gama amplia de productos energéticos y no energéticos (asfaltos, solventes, etc.). De la misma manera, el crackeo y otros procesos fisicoquímicos de tratamiento de la biomasa dan como resultados productos energéticos (biocombustibles) y no energéticos análogos.
Por sus propiedades fisicoquímicas, los biocombustibles se constituyen como complementarios o sustitutos de los productos derivados de la refinación de petróleo. Dentro de este conjunto de productos derivados, los combustibles fósiles más utilizados son la gasolina y el diésel o gasoil, que representaron en 2017, respectivamente, 42 % y 24 % del total de consumo de productos derivados de petróleo a nivel hemisférico (BP Statistical Review of World Energy June 2018). El diésel puede ser sustituido por el biodiésel a través de un proceso de transesterificación entre un aceite (habitualmente de soja, colza o palma) y un alcohol. La gasolina, por su parte, puede ser reemplazada por el bioetanol, resultante de un proceso de fermentación y destilación de materias primas con elevadas cantidades de azúcar, almidón o material lignocelulósico.
De esta manera, puede observarse que el vínculo entre el mercado petrolero y de biocombustibles se da principalmente a través de dos productos: el biodiésel, sucedáneo del diésel fósil, y el bioetanol, componente que puede complementar o sustituir a las gasolinas.
La crisis asociada al Covid-19 ha reducido el consumo mundial de petróleo y derivados, de 100 millones de barriles diarios a 70 millones aproximadamente. En forma conjunta, los precios del crudo han caído a niveles sin precedencia histórica. Estos dos hechos tendrán los siguientes impactos en el mercado de los biocombustibles y materias primas asociadas:
i) La caída mundial del consumo de gasolina y diésel arrastrará a la baja las ventas de bioetanol y biodiésel en los mercados con mandatos obligatorios.
ii) La caída en los precios mundiales del petróleo y sus derivados sacan de competencia a los biocombustibles líquidos en los mercados no mandatorios.
iii) Algunos países pueden reducir los mandatos obligatorios de biocombustibles ante la disparidad de precios con respecto a los combustibles fósiles.
iv) La disminución en la producción de bioetanol a partir del maíz (16 % de la producción mundial se destina a la producción bioetanol) provocará un incremento en la oferta de este, presionando el precio a la baja.
v) El 20 % de la caña de azúcar del mundo (y 64 % en Brasil) se destina a la producción de bioetanol. La caída en las ventas del biocombustible provocará que los ingenios sustituyan parte de su producción de bioetanol por azúcar, agregando presión bajista sobre los precios de este producto.
vi) Los mercados de aceites de soja y palma destinan, respectivamente, 19 % y 16 % de la producción mundial a la transformación en biodiésel. La caída en las ventas de soja y palma puede generar fuertes excedentes en el mercado de aceites, caída de los precios y una disminución en los márgenes de molienda.
vii) Países exportadores de materias primas vinculadas a la producción de biocombustibles (no necesariamente productores de biodiésel y bioetanol), verán sus cuentas externas afectadas en la caída de los precios internacionales de dichos commodities.
viii) El empleo se encuentra fuertemente amenazado por la pandemia. Solo la industria de biocombustibles líquidos genera 2,063 millones de puestos de trabajo en el mundo, de los cuales 66 % suceden en las Américas.
ix) Un efecto colateral de la reducción en la producción de biocombustibles es el alza de los precios de subproductos asociados (glicerina, burlanda de maíz, etc.).
x) La situación actual generará un redireccionamiento parcial de excedentes de los productos y subproductos que antes de destinaban a la producción de biocombustibles.
xi) La fuerte caída en las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero como resultado de la disminución del consumo de combustibles fósiles llamará a la reflexión sobre la necesidad de reconversión a fuentes de energía más amigables con el medio ambiente, con lo que se abre la posibilidad de incrementar el consumo de biocombustibles luego de la crisis.
Es importante considerar que la situación actual de consumo de petróleo y la alteración de los precios relativos es transitoria. Esto debe tenerse en cuenta en el diseño de políticas públicas para el sector de biocombustibles.
(*) EL AUTOR – Agustín Torroba es magister en Energías, especialista Internacional del IICA en biocombustibles. Blog del IICA Sembrando hoy la agricultura del futuro.